Los demócratas y la oposición republicana se mantienen este lunes aún muy alejados en las negociaciones sobre el plan de infraestructuras en el Congreso de Estados Unidos, pese a que el presidente estadounidense, Joe Biden, accedió la pasada a semana a un recorte de 2,25 a 1,7 billones de dólares (de 1,84 a 1,4 billones de euros).
"La pelota está en su campo y esperamos ver su propuesta", afirmó Jen Psaki, portavoz de la Casa Blanca, en su rueda de prensa diaria al señalar que Biden había reducido la factura con la intención de avanzar en las conversaciones con los republicanos, sobre todo en la Cámara Alta.
El mandatario espera que su rebaja de 550.000 millones de dólares suponga un incentivo para que los republicanos avancen una nueva contrapropuesta.
Psaki destacó que la modificación hecha por Biden muestra su "buena disposición", y agregó que la "cuestión" ahora es ver si la oposición quiere "realmente" alcanzar un acuerdo.
El ingente plan de infraestructuras ha sido ensalzado por el mandatario como "la mayor inversión pública en Estados Unidos (EE.UU.) desde la Segunda Guerra Mundial (1940-44)".
Por ahora, sin embargo, los republicanos siguen considerando excesivo el plan demócrata y critican que incluya cuestiones no estrictamente relacionadas con la infraestructura.
DIFERENCIA FUNDAMENTAL
Desde la bancada republicana, la senadora Susan Collins, una de las moderadas del partido, remarcó este domingo que la "diferencia fundamental" se centra en la definición de lo que es infraestructura", algo en lo que subrayó "las partes todavía se están bastante alejadas".
Los republicanos han propuesto una inversión más reducida, de 568.000 millones de dólares, centrada en lo que consideran infraestructura tradicionales como puentes, carreteras o aeropuertos.
Para Biden y los demócratas, ese plan es demasiado pequeño dada la magnitud de las necesidades del país, e insisten en incluir propuestas enmarcadas en el objetivo de adaptar el tejido económico ante los desafíos del cambio climático, como exenciones fiscales para vehículos eléctricos y la formación de trabajadores.
Además, los republicanos critican que el plan de Biden sea financiado a partir de una subida de impuestos para las grandes empresas, para las que elevaría el impuesto de sociedades del 21 actual al 28 %.
IMPROBABLE AVANCE PARA EL 31 DE MAYO
La Casa Blanca se había marcado como fecha para lograr un significativo acercamiento de posturas el 31 de mayo, festivo en EEUU, plazo que parece improbable a juzgar por el tono expresado en los dos lados.
"Tiene que haber una alineamiento de intereses y ambas partes tienen que querer un acuerdo. El presidente y su equipo quieren un pacto, pero no tienen los votos. Y mientras no tengan los votos, tenemos margen para el acuerdo", apuntó John Thune, el segundo senador de más rango en la Cámara Alta, en declaraciones a CNN.
Thune mostró especialmente sus dudas acerca de los demócratas en el Congreso, quienes a su juicio aprovechan la crisis provocada por la pandemia para aumentar la intervención gubernamental en la economía.
Biden ha asegurado que su preferencia es lograr un acuerdo bipartidista que cuente con el respaldo, aunque sea parcial, de legisladores republicanos.
Desde el ala más progresista de los demócratas, el senador y exprecandidato presidencial Bernie Sanders, aseveró que no cree que haya "seriedad" por parte de los líderes republicanos para hacer frente "a las enormes crisis que encara el país".
"Si no se suman, tendremos que ir en solitario", dijo Sanders, presidente del comité presupuestario en el Senado.
Para hacer valer su débil mayoría en el Senado (51-50) los demócratas tienen que usar un mecanismo legislativo, conocido como "reconciliación", que les permite aprobar de manera excepcional proyectos relacionados con el presupuesto por mayoría simple.
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