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Soy un 'Teslieber', sí ¿qué pasa?

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Hace una semana tuve la oportunidad de poder conducir un Tesla, algo que no me imaginaba que pudiera hacer jamás. Pero mira por dónde he tenido un golpe de suerte. Porque sí, conducir un Tesla es un lujo que no está al alcance de cualquier economía y por tanto son muy pocos los que pueden ponerse al volante de lo que coloquialmente comparo con una nave. Solo le falta volar.

El Model S P100 D ha sido mi compañero de viaje durante tres días. Cuando entras en un Tesla sucede algo raro. Como si estuvieras enamorado con 16 años. Un cosquilleo en la tripa, las mariposas. ¿Cómo será?, te preguntas una y otra vez. Y de repente, metes la marcha D, levantas el pie y....¡estoy conduciendo un Tesla!

Lo primero que me llamó la atención es cómo desacelera cuando se levanta el pie del acelerador, en décimas de segundos baja la velocidad que prácticamente no hace falta ni pisar el freno. Pero lo que más me maravilló fue su aceleración. Los más de 600 CV lo dicen todo. Te incorporas a los carriles en la entrada a autovías con una facilidad pasmosa, por no decir de las salidas en los semáforos, se pone en 50 km/h en un segundo. Normal que la gente se quedase mirando.

Para poder disfrutar de la conducción es muy importante olvidarte que estás dentro de una máquina que vale más de 100.000 euros. Si no lo haces algo se te escapa. Y yo lo conseguí hacer. Se disfruta muchísimo. El volante se desliza solo y cuando le pones el autopilot, que no es muy complicado, se te pone la tripa dura como si tuvieras una contracción en el parto. ¡Dios! Sin manos...Madre del Amor Hermoso.

Es en ese momento en el que te dices, pero ¿cómo es posible esto? Te pones a pensar y lo único que te sale por la cabeza es acordarte de Elon Musk. "Este tío es un máquina". Estás ante uno de los mayores avances que ha dado el hombre, la conducción autónoma en un vehículo de cuatro ruedas rodeado de coches con los que parece que te vas a chocar pero no lo haces. Mis amigos dirían "qué maravilla". Y sí, lo es, y mucho.

Fue en ese momento en el que me declaré 'Teslieber'. Sí, ¿qué pasa? Lo digo totalmente orgulloso. Esto convencido de que cualquiera que pruebe un Tesla se convierte a esta religión llamada vehículo eléctrico. Tienen razón los que dicen que si conduces un coche eléctrico siempre vas a querer conducir un modelo eléctrico. Y es verdad. A lo mejor no un Tesla y me tenga que contentar con un coche de car sharing de Madrid, pero es así. A un Model S P100D no le puedes sacar un pero. O al menos yo he sido incapaz de sacárselo.

Tiene de todo. La mayor pantalla de navegación, tiene maletero para aburrir, y por si te falta espacio tienes otro debajo del capó. Es el coche con mayor autonomía del mercado, una aceleración de 0 a 100 km/h en menos de tres segundos, una estabilidad como pocos coches gracias a sus baterías que están colocadas en el suelo y reparten el peso por todo el coche. Unos asientos magníficos, calefactables todos ellos (aunque no ha hecho falta), espacio de sobra para los viajeros de la zona de atrás, un aire acondicionado 100% limpio a pesar de que estés por medio de Madrid, tienes un navegador único en el mercado, etc. Podría aburriros dando datos.

¡Cuánto lo echo de menos! Porque sí, te enganchas a esta máquina. A la nave. Solamente piensas en el momento de poder cogerlo una y otra vez. Y pensar en ir a la estación de Supercharger más cercana (en este caso en Getafe) para cargar el coche en un 80% en poco más de media hora. Y encima gratis. Imagínense llenar su actual coche de diésel sin pagar un solo euro cuando le diese la gana. Una locura.

Entonces solo cuando entregas las llaves (que no son unas llaves sino un cochecito Tesla en miniatura) es cuando te das cuenta de que he sido un auténtico privilegiado. De esas cosas que en la vida solo unos pocos pueden disfrutar y yo, Ramón Roca, lo he hecho y la sensación es inmejorable. Sacas tanto pecho cuando sales del Model S que no entras en el polo o camisa que llevas. Y dices, guau.

Puede sonar pretencioso, pero tenía que contarlo. Si alguna vez tienen esa oportunidad de conducir un Tesla, háganlo. No se arrepentirán jamás. Yo no creía en Elon Musk. Siempre me ha parecido un sobrado y que no sabía muy bien donde se metía. Es lo que tienen los genios. Los odias o los amas. Y solo en tres días he pasado de ser un ateo de Musk a ser el mayor creyente de los productos Tesla. Es como si un antitaurino ve de repente una faena de José Tomás. Le aseguro que ya no piensa igual de los toros. Pues el Model S hace eso. Te cambia totalmente y te mete de lleno en el futuro. Lo tocas con tus manos y eso es la mayor satisfacción que se pueda llevar un ser humano. Gracias, Elon, gracias Tesla, por haber cambiado para bien la movilidad del futuro. Vivan las cero emisiones.

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