Stop a las 'fake news' energéticas

La desinformación deriva en fanatismo, el fanatismo en acoso y la relativa aceptación de este pensamiento conspirativo en algunos sectores de la sociedad acaba llevando a algunos representantes políticos a intentar pescar en aguas revueltas

2 comentarios publicados

Tengo que confesar mi enorme preocupación ante una presencia cada vez mayor de noticias falsas sobre la energía y la transición energética en medios de comunicación y en redes sociales. No es algo nuevo, desde luego, pero el nivel de mitos, de bulos y de argumentaciones interesadas y prejuiciosas parece crecer de forma constante y sin límite.

Tan solo en las últimas semanas recuerdo un gran número de ellas. Los incendios en Asturias volvieron a traer el bulo, que ya apareció el verano pasado ante una situación similar, de que se estaba quemando el monte para instalar aerogeneradores, bulo acompañado con imágenes sobre un caso en Grecia (vendido como si fuese de España) donde la perspectiva visual hacía parecer que se habían instalado en la zona quemada, cuando no era así. El Periódico de la Energía fue muy contundente contra estos bulos, explicando la nula ventaja que supone quemar nada para un proyecto eólico y que las zonas quemadas, además, no correspondían con las zonas de proyectos eólicos.

Los bulos sobre los incendios trajeron como acompañamiento otro mito habitual sobre la energía eólica: que las compañías o el operador del sistema paran los aerogeneradores para hacer subir el precio del mercado eléctrico, con sus imágenes de aerogeneradores parados como acompañamiento para intentar generar verosimilitud. Estos mitos se han vuelto tan populares que REE tuvo que salir el año pasado a desmentir un bulo similar.

Estos últimos días la mitología ha migrado hacia la energía hidráulica, con la acusación a las compañías eléctricas de estar vaciando los pantanos extremeños. Un breve vistazo sobre los datos nos indica que la producción hidráulica está en mínimos, que ante esta situación de sequía los embalses de la provincia de Cáceres están en una situación relativamente normal y que no ha habido vaciamiento alguno.

Múltiples casos

Estos dos ejemplos son solo la punta del iceberg de lo que nos encontramos habitualmente. En las últimas semanas, aprovechando la sequía que padecemos en España y la sensibilidad social ante esta, se han leído varios comentarios y artículos sobre el enorme problema hídrico que podría generar la producción de hidrógeno verde en España. Cuando se hacen los cálculos se observa que hablamos de consumos de agua de, quizá, decenas de hectómetros cúbicos, frente a las decenas de miles que consume anualmente un país como España. Un aumento de consumo de agua del 0,1 o el 0,2% no va a suponer una crisis hídrica en nuestro país, sobre todo cuando son cantidades inferiores a las que podríamos ahorrar con mejoras en el ciclo del agua sobre las que ya se trabaja.

Sobre el hidrógeno verde circulan muchos más mitos, desde cantidades absurdamente altas de necesidad de generación eléctrica para producirlo hasta todo tipo de imposibilidades técnicas que no son tales. El hidrógeno tiene retos obvios y su conveniencia es muy dudosa en muchos usos, pero eso es una cosa y otra es soltar sentencias sobre imposibilidades que no son tal y que solo responden a prejuicios o intereses particulares.

Podríamos hablar de las exageraciones sobre los impactos ambientales de la instalación de renovables o las proclamas distópicas sobre que el mundo rural va a desaparecer inundado de placas solares, de los “informes” constantes sobre que los vehículos eléctricos contaminan más que los térmicos, de la obsesión permanente de algunos sectores de que no quedan materiales de ningún tipo para hacer la transición energética a pesar de las evidencias numéricas en contra o de otros muchos bulos más.

Ataques personales

Si me pongo a relatar mitos, no acabaré el artículo. Y lo peor de todo ya no son los mitos, muchas veces lo peor es el ataque contra quienes osan rebatirlos o decir que no son ciertos, con acusaciones habituales de estar a sueldo de alguien o de algo. Si dices que estas cosas no son ciertas es que estás al servicio y sueldo del oligopolio, o bien, del globalismo y la Agenda 2030, a elección de la obsesión del atacante.

El tema es serio. Estos días los científicos y trabajadores de AEMET han denunciado ataques y acoso por hablar del cambio climático y certificar su gravedad. También estos días, a un señor diputado se le ha ocurrido preguntar por los chemtrails en el Congreso de los Diputados.

La desinformación deriva en fanatismo, el fanatismo en acoso y la relativa aceptación de este pensamiento conspirativo en algunos sectores de la sociedad acaba llevando a algunos representantes políticos a intentar pescar en aguas revueltas, bien defendiendo majaderías conspirativas bien poniéndose detrás de la pancarta en cualquier manifestación contra las energías renovables a la que pueden asistir.

Las fake news han llegado al mundo de la energía con tanta intensidad como lo ha hecho previamente en otros ámbitos. No es raro, la energía tiene una dimensión social, económica y geopolítica evidente que la convierte en parte central de la discusión pública. En medio de este mar de desinformación, para el ciudadano medio y sin formación específica en este campo debe ser imposible distinguir la realidad del bulo.

Tomar medidas

Creo que ha llegado el momento de tomarse verdaderamente en serio esta cuestión. Frenar la desinformación energética es fundamental, porque si dejamos que el pensamiento conspirativo y la mentira interesada campe a sus anchas la transición energética puede estar en riesgo.

Estamos comenzando un cambio de dimensión social, tecnológica y cultural muy importante y este tipo de cambios conllevan conflictos y resistencias al cambio, que son naturales y consustanciales a los mismos. El pensamiento conspirativo es cómodo, fácil para la mente y tiene una gran atracción para quienes se sienten perdidos o amenazados en épocas de cambio. Si lo ignoramos y no atendemos convenientemente, el cóctel puede ser explosivo.

Necesitamos cultura energética, necesitamos información energética de calidad y salir a rebatir los principales bulos que han hecho ya mella en la sociedad. La transición energética no solo se hace con tecnología, se hace sobre todo convenciendo, seduciendo y explicando. Si los hechos científicos y el criterio técnico acaban siendo despreciados y anulados por toda clase de bulos y prejuicios, nos deslizaremos por un camino muy oscuro que no traerá nada bueno.

Pedro Fresco es divulgador de energía, trabaja en el sector eléctrico y fue director de Transición Ecológica en la Comunidad Valenciana.

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2 comentarios

  • Miguel G

    08/05/2023

    Muy buen artículo.
  • Paco Martin

    19/05/2023

    Lo malo del sector es que existen tanta noticia de bufanda que generalmente siempre va relacionada con el negocio de que vive el autor. Hooligans como Jorge Morales de Labra, panfletos energéticos y demás

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