Subasta de interrumpibilidad: dícese de aquella ayuda de 550 millones de euros que todos los consumidores de electricidad (25 millones de hogares) pagamos a través de la tarifa de la luz a la industria electrointensiva española por su cara bonita. Sí, como lo leen.
Nos quieren vender la moto de que la subasta de interrumpibilidad es un incentivo. Mentira. Por el que la gran industria (acero, aluminio, química, papel, etc), pararía sus fábricas en momentos de altísima demanda o colapso del sistema eléctrico. Mentira también.
¿Incentivo? A cualquier cosa se le llama incentivo. La RAE dice lo siguiente sobre incentivo: "Estímulo que se ofrece a una persona, grupo o sector de la economía con el fin de elevar la producción y mejorar los rendimientos".
Desde que se instauró la subasta de interrumpibilidad, es decir, las ayudas, el incremento de la producción y la mejora de los rendimientos de la gran industria española han brillado por su ausencia. ¿Por qué? Por el simple hecho de percibir las ayudas. Y porque estamos en crisis, vale.
No son un incentivo. La subasta de interrumpibilidad es un mecanismo de capacidad, y como tal, entra dentro del paquete de ayudas del sector eléctrico que pagan todos los consumidores. También están las ayudas a las renovables, antes los CTC, la moratoria nuclear, etc. Todo con el visto bueno de la UE.
La verdad es que se trata de una ayuda a la gran industria por el alto coste de la electricidad en España. Una especie de compensación para tratar de paliar sus costes de producción. Si no, todas ellas, o buena parte, se irían a otro lado a fabricar. ¿Por qué se mantienen en España si la electricidad es tan cara? Por los 550 millones. Y san se acabó.
Muy pocos países tienen este chollo. Normal por otro lado. La luz no es tan cara en otros sitios. Pero porque esos países no convierten la luz en una especie de cajón de sastre donde meten todo lo que le viene a la cabeza. En España desde hace 20 ó 30 años se lleva haciendo eso. Y así no hay industria que sea competitiva.
Dejando aparte las ayudas. Luego está la necesidad real de dar estas ayudas. El mecanismo de la interrumpibilidad nos lo venden como algo necesario en el sistema, cuando no lo es. Dicen que se hace para poder dar un respuesta eficaz si hubiera una situación de desequilibrio entre la generación y la demanda.
En España hay unos 106 GW de potencia instalada. Las puntas de demanda de los últimos años no alcanzan los 60 GW. Sobra capacidad a espuertas. Además, España tiene un mix eléctrico muy diversificado. Una decena de tecnologías entran en el mercado. Y si no es una, es otra. Y la mitad de las plantas de generación paradas.
Y por si fuera poco, España tiene una red y un sistema eléctrico que es la envidia de medio mundo. ¿Es verdaderamente necesaria la interrumpibilidad con un 40% de sobrecapacidad? No. Y san se acabó. No hay más que decir, señoría.
Y entonces, ¿por qué se hace? Para contentar a la industria. Es una herramienta política. Se utiliza para que no se creen conflictos sociales y laborales. Como el carbón. Pero que no nos engañen. No es necesaria. Y son 550 millones de euros que se otorgan a todas estas empresas a través de los bolsillos de los españoles. Y encima nadie da las gracias.
¿Saben por qué no se las pueden dar directamente? Porque si no, la UE no le dejaría. Así de simple. Pero si la pagamos entre todos los consumidores, pues sí vale. A eso se le llama timo.
El último ejemplo es en la subasta de interrumpibilidad que se celebra desde este lunes en el IFEMA de Madrid. Allí irán todos los representantes del mercado que hayan contratado las empresas para pujar por hacerse con los bloques de 5 MW y 90 MW.
La subasta es un mecanismo que está hecho para que las empresas compitan de verdad para acceder a las ayudas. Cuanta más competencia, supuestamente se pagará menos por ello. Pero no es así. Solo hay que ver los resultados de las últimas subastas realizadas.
Por ejemplo, en 2014, para poder contentar a Alcoa, se tuvo que hacer una segunda subasta adicional de bloques de 5 MW. El resultado había sido muy bueno y se había ahorrado algo de dinero. Pero con la subasta adicional esa diferencia se esfumó.
Para este año, el timo es aún mayor. Sobre todo en los bloques de 90 MW. Las cinco grandes compañías de la industria (Alcoa, Arcelor, Asturiana de Zinc, Celsa y Ferroatlántica) demandan 11 bloques de 90 MW. En los dos últimos años se han ofrecido ocho bloques. Pero en este año, el Gobierno ha decidido aumentarlos a 10. Se subastan 10 de 11 posibles. ¿Qué competencia hay ahí? Pues ninguna. Todos ganan, sobre todo Alcoa, que ya podrá adjudicarse los cinco bloques necesarios de los seis que posee. Y el resto, cada uno los suyos.
El precio de este año empieza más bajo. Normal. Si subes los bloques tendrás que compensarlo por otro lado. No se pueden sobrepasar los 550 millones. Empiezan en 310.000 euros los de 90 MW. ¿Qué se juegan a que el precio medio de adjudicación ronda los 300.000 euros por MW y la mayoría de los bloques se adjudican por asignación directa sin competencia alguna?
¿Para qué entonces una subasta? El paripé está servido. Por lo menos en los bloques de 90 MW. Para el resto de la industria, se ha convertido en un timo porque ellos sí compiten por los bloques de 5 MW. Si a ello le sumas que para dar cabida a Alcoa van a percibir menos dinero, pues el cabreo es monumental.
Saquen sus entradas, señoras y señores. Empieza el show. Bienvenidos al paripé de la subasta de interrumpibilidad.
José Luis
14/11/2016