Si algo caracteriza los suelos negros del planeta es su alto contenido en carbono orgánico o humus, un tesoro que se concentra en pocos países y que, según los expertos, hace falta conservar para evitar el calentamiento global del planeta.
Apenas representan el 7% de la superficie terrestre libre de hielo, 916 millones de hectáreas en las que el clima frío y seco, combinado con una vegetación de pastos, ha ido dejando su huella a lo largo del tiempo.
De color oscuro y hasta negro, esos suelos cubren importantes extensiones en Asia, Rusia, Ucrania y varios países del norte y el sur de América.
"Son países que han sido bendecidos porque tienen suelos muy fértiles, lo que otros no tienen y quisieran tener. Ese regalo que te ha dado la naturaleza tienes que usarlo de buena manera", explicó a Efe el experto de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Ronald Vargas.
Sus valores de carbono orgánico "fuera de lo normal" hacen de esa materia un abono perfecto para la agricultura, que suele practicarse de manera intensiva como en el caso de las pampas argentinas, dedicadas a la producción de cultivos de exportación y la ganadería.
Miguel Taboada, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Argentina, destacó esta semana en un simposio en Roma que tal modelo de explotación -que tantos rendimientos genera- está a su vez disminuyendo la capa de suelo negro y comprometiendo seriamente su futuro.
La deforestación y la desaparición de los pastos en las praderas han dado vía libre a la erosión del aire y el agua, dos de las principales amenazas para la conservación de la tierra.
"En los últimos dos años el país ha sufrido numerosas inundaciones por las malas condiciones de los suelos", lo que también ha repercutido negativamente en la productividad de los cultivos, afirmó el argentino.
Al sucederse las precipitaciones y sequías extremas, cada vez menos predecibles, también se acelera la erosión, salinización y otros procesos de degradación que llevan a la pérdida de carbono en los suelos.
Una situación delicada a la que no son ajenos países latinoamericanos donde existen praderas similares como Uruguay, Brasil, Bolivia o Paraguay.
En Rusia, por ejemplo, en los parajes de la tundra los suelos negros han ido perdiendo humedad a marchas forzadas y hasta un 17 % de carbono en el último medio siglo, según el experto ruso Ivan Vasener.
Para evitar el deterioro de este recurso se acaba de crear una plataforma a nivel mundial con la que abordar los problemas comunes, intercambiar conocimientos técnicos y dar a los suelos negros "la atención que se merecen".
Entre los gobiernos interesados en actuar está el de China, donde los altos niveles de degradación pueden poner en riesgo la seguridad alimentaria de su población.
"La canasta de alimentos del país se halla en el lugar donde están los suelos negros", que no suelen ser muy profundos y que en el país asiático ya han perdido más de diez centímetros de su capa superficial, la más importante para la producción, indicó Vargas.
Ese tipo de suelos no solo almacenan más cantidad de agua y nutrientes que otros. También son grandes sumideros de carbono con un papel propio en la lucha contra el cambio climático.
"Queremos evitar que todo el carbono que está acumulado ahí se emita a la atmósfera porque si eso ocurriera sería muy grave para el calentamiento global", dijo el técnico de la FAO.
Los suelos negros, junto a otros como las turberas o las capas congeladas de los polos, se consideran "puntos críticos" muy sensibles a la degradación y al cambio climático, pues fácilmente pueden convertirse en fuente de emisiones de gases de efecto invernadero por ser ricos en carbono.
Según el especialista, la estrategia de capturar dióxido de carbono y almacenarlo es posible con ciertos suelos pero no con los negros, donde simplemente se aspira a "protegerlos como están".
En algunos lugares lo intentan manteniendo la superficie cubierta de vegetación, incorporando más carbono orgánico a través de rastrojos o prescindiendo de maquinaria intensiva. Pequeños pasos sobre un suelo expuesto al desgaste.
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