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El último informe de síntesis del panel de expertos en cambio climático (IPCC) de la ONU condiciona la posibilidad de frenar el aumento de la temperatura del planeta a la reducción del 50% de las emisiones en 2030 y dado que el 79% de las emisiones globales proceden del uso de combustibles fósiles en la industria, la edificación y el transporte, propone que no se autoricen más instalaciones y productos que utilicen gas o petróleo.

La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), en su informe sobre Transiciones Energéticas Mundiales 2023 (“World Energy Transitions Outlook Preview”), ha exigido un cambio estratégico para no superar el objetivo de 1,5ºC de aumento del calentamiento global multiplicando por tres el crecimiento de las renovables y aumentar los 295 GW instalados en 2022 a 1.000 GW cada año hasta 2030.

La falta de competencia y la inteligencia artificial amenazan la acción por el clima

Los datos sobre la velocidad del cambio climático y el insuficiente desarrollo de las energías limpias quedan relegados en el debate público por la posición de dominio en el mercado de las grandes corporaciones que defienden una economía cerrada a la competencia y la desprotección de los consumidores. Los poderes del Estado, a la vez que rebajan el rigor de las normas ambientales, mantienen la regulación y la jurisprudencia que impiden abrir el mercado a millones de consumidores, abaratar los precios y facilitar el acceso a las energías limpias para reducir las emisiones.

La falta de competencia cuenta con la Inteligencia Artificial (IA), como aliado aún más temible, para implantar un modelo económico siguiendo el ejemplo de los combustibles fósiles en cuanto a poder y dominio del mercado, derroche energético y de emisiones, determinación del comportamiento de las personas, engaño sobre los impactos ambientales, control de la opinión pública e influencia ante los poderes públicos. Hasta los propios expertos en IA han pedido una moratoria en su desarrollo.

Ante estas formidables barreras, ¿cómo reducir las emisiones un 50% en lo que queda de década y cómo acelerar la transición energética en todos los sectores de la economía?

La revolución resiliente

En “La era de la resiliencia” (2022), Jeremy Rifkin describe cómo las nuevas formas de comunicación, las nuevas fuentes de energía y los nuevos modos de transporte están cambiando la vida cotidiana, económica, social y política a través del internet digitalizado. Millones de consumidores, empresas, comunidades o entidades pueden generar electricidad renovable allí donde la consumen, acceder a la movilidad eléctrica bajo demanda y gestionar el trabajo, la economía o la vida social desde donde trabajan o residen.

Las infraestructuras del internet digitalizado de las comunicaciones, de la electricidad y de la movilidad están diseñadas para ser distribuidas, a diferencia de las infraestructuras centralizadas y verticales de los combustibles fósiles. Su rendimiento aumenta cuanto mayor es el número de personas que las comparten. El efecto de esta democratización del comercio y el intercambio en el desarrollo de las pequeñas economías, pymes, entes locales, comunidades, cooperativas, clúster, explotaciones agrícolas, barrios, áreas industriales o comerciales, promoverá, a través de instrumentos como la agregación de la demanda, la participación directa de millones de consumidores en los mercados.

Rifkin pone como ejemplo de adaptación para el ahorro energético y la resiliencia climática a los edificios y viviendas. Los edificios inteligentes servirán como centrales de energía renovable, de almacenamiento de electricidad y logística para vehículos eléctricos, permitiendo a sus usuarios gestionar cualquier actividad desde donde trabajan o residen. Además, podrán compartir o agregar su propia energía de forma distribuida con otros edificios o consumidores en un nuevo concepto de urbanismo y ciudad sostenibles. Los edificios inteligentes y autosuficientes reúnen todas las infraestructuras del internet digitalizado.

Todo es posible con el control del consumidor

El pasado mes de marzo confluyeron en España dos hechos directamente relacionados: el aumento en un 108,6% de la generación fotovoltaica y la caída de la demanda eléctrica un 4,6%, superando el 10% en las horas de máxima radiación solar. El crecimiento del autoconsumo está, en parte, detrás de estos datos.

El I Informe Anual del Autoconsumo Fotovoltaico, de la Asociación de Energías Renovables APPA, destaca cómo entre 2018 y 2022 la potencia anual instalada ha pasado de 101 MW a 2.649 MW. Más de 300.000 hogares y 54.000 empresas generan desde sus tejados el equivalente al 1,8% de la demanda eléctrica. Según APPA, el 47% de la nueva potencia de autoconsumo corresponde al sector industrial, el 32% al residencial y un 20% al comercial. Con almacenamiento, la generación del autoconsumo habría sido un 19% mayor debido a los excedentes que actualmente se desaprovechan.

Si el nulo crecimiento de la demanda durante la última década fue un fenómeno estructural, a partir de ahora la caída de la demanda eléctrica deberá analizarse como el desarrollo de un nuevo modelo energético desconectado de los mercados mayoristas, un modelo basado en la generación distribuida y la más alta eficiencia energética.

El autoconsumo permite la proximidad de la generación al consumo y convertir cada centro de consumo en un centro de generación. Los elementos de este modelo de producir y usar la energía son el cliente activo, las comunidades ciudadanas de energía, los contratos de agregación, el almacenamiento y las aplicaciones inteligentes en los edificios y en la movilidad para gestionar la demanda energética.

La demanda forma parte del mercado eléctrico con prioridad sobre la oferta

**1-**La Directiva (UE) 2019/944, sobre normas para el mercado interior de la electricidad, define el “cliente activo” como un cliente, o grupo de clientes finales, que consume y almacena electricidad generada dentro de sus locales, que vende la electricidad autogenerada y participa en planes de flexibilidad y eficiencia energética, siempre que no constituyan su principal actividad profesional o comercial. Tendrá derecho a poseer una instalación de almacenamiento.

**2-**La “comunidad ciudadana de energía” es una entidad jurídica basada en la participación voluntaria y abierta de personas, entes locales o pymes, para ofrecer beneficios ambientales, económicos o sociales a sus socios o a las zonas locales en que desarrolla su actividad de generación renovable, distribución, suministro, consumo, agregación, almacenamiento, prestación de servicios como la recarga de vehículos eléctricos u otros servicios de eficiencia energética. Tendrán derecho a gestionar autónomamente sus propias redes de distribución y participar en los mercados organizados a través de la agregación. El sector energético no tendrá competencia en sus decisiones.

**3-**La “agregación” es una función realizada por una persona física o jurídica, independiente del suministrador, que combina la electricidad generada o múltiples consumos de distintos clientes para su venta, compra o subasta en cualquier mercado de electricidad. Es un derecho del cliente activo que facilita su participación en el mercado eléctrico.

**4-**Los “contadores inteligentes” o “sistemas de medición inteligentes”, “empoderan a los consumidores” para participar en los programas de gestión de la demanda y reducir su factura de electricidad. Deben ser “interoperables”, con funcionalidades de flexibilidad y eficiencia que permitan a los consumidores obtener ahorros en sus facturas de electricidad.

**5-**La Directiva (UE) 2018/844, de eficiencia energética de los edificios, estableció el “indicador de preparación para aplicaciones inteligentes” de los edificios que incluirá, para mejorar el ahorro energético, las capacidades de los dispositivos inteligentes, como los contadores, sistemas de automatización y control, autorregulación de temperatura, sensores de calidad del aire, electrodomésticos, puntos de recarga para vehículos eléctricos y almacenamiento, de forma que se garantice su conectividad e interoperabilidad. La finalidad es la adaptación del consumo energético de los edificios a las necesidades de sus ocupantes en tiempo real y la participación de los consumidores en la reducción de la demanda.

**6-**El Reglamento (UE) 2020/2155 define la “conectividad” de las aplicaciones inteligentes como la capacidad de los sistemas para intercambiar datos entre sí y la capacidad del edificio para intercambiar datos con la red, un agregador u otros edificios. La “interoperabilidad” es la capacidad de un sistema para interactuar con el fin de conseguir un objetivo común mediante el intercambio de datos.

La aplicación de estos instrumentos de eficiencia energética aporta al sistema energético capacidad de energía flexible al facilitar el ajuste de la oferta y demanda en tiempo real en cada centro de consumo. No solo se reducen las necesidades energéticas, sino que aumenta la utilización de energías limpias, la reducción de emisiones y la autosuficiencia energética con precios más baratos, libres de la volatilidad causada por la dependencia del exterior.

El gran cambio en esta nueva forma de producir y consumir es el control del consumidor sobre la oferta y la demanda de energía y su participación, directa o mediante agregadores, en los mercados de electricidad. La reforma del mercado eléctrico está ya diseñada en las directivas europeas que anticipan la transformación del consumidor pasivo en consumidor activo para ocupar el centro del sistema que ahora ocupa la oferta de energía.

La reforma del mercado debe transformar al consumidor pasivo en consumidor activo

La Comisión Europea presentó en marzo de 2023 su propuesta de reforma del mercado eléctrico que se resume en no tocar la actual metodología de conformación de precios porque, según la Comisión, ha funcionado muy bien. Reitera la idea de que se trata de defender a los consumidores de la volatilidad de los precios del gas, pero no explica por qué el actual diseño del mercado ha propiciado una escalada de precios sin precedentes, el mayor perjuicio a los consumidores a causa de la inflación disparada por los precios de los combustibles fósiles y los beneficios históricos del sector energético en 2022.

La presidenta de la Comisión, Úrsula Von der Leyen, dando palos de ciego, no deja de repetir que la reforma del mercado que propone tiene como objetivo la protección de los consumidores; pero, en realidad, solo protege la oferta de los grandes generadores y suministradores, incluidas las renovables, para que la economía siga consumiendo gas fósil hasta 2050, hibridado con hidrógeno, bajo el equívoco concepto de “energías bajas en carbono” de la taxonomía aprobada en el Reglamento (UE) 2020/852. No se trata de una reforma sino de maquillar el exclusivo negocio del “pool” eléctrico que sigue tomando el gas como referencia para determinar el precio de la electricidad, manteniendo la opacidad y la falta de competencia.

La demanda sigue excluida del mercado y la flexibilidad energética se establece únicamente desde el lado de la oferta. El empoderamiento del consumidor se limita a crear el derecho a compartir energía renovable sin necesidad de crear comunidades energéticas. Nada que ver con los derechos del cliente o consumidor activo y la flexibilidad desde la demanda que establecen la Directiva (UE) 2019/944 y su Reglamento (UE) 2019/943. Solo se explica por el interés de que todos los instrumentos de flexibilidad desde la demanda se desarrollen con el control exclusivo de los grandes suministradores y no por los consumidores.

Mantener el control de los recursos energéticos distribuidos por los mismos que controlan el mercado centralizado incumple las directivas europeas y no garantiza los objetivos de reducción de emisiones ni el acceso a una energía limpia, abundante y barata. El mensaje de la reforma del mercado lanzado por la Comisión Europea es una contradicción. La reforma del mercado eléctrico debería transformar un mercado en el que nada es posible sin las eléctricas en un mercado en el que todo es posible con el consumidor activo, porque la demanda se antepone a la oferta.

Javier García Breva es presidente de N2E y miembro del Consejo Editorial de El Periódico de la Energía.

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