Resulta que esta creciente aridez está siendo un quebradero de cabeza, no sólo para los agricultores que se están viendo obligados a cambiar sus mapas de cultivo, sino para las grandes empresas, en concreto las eléctricas, que están sufriendo sus consecuencias muy de cerca.
La caída de la producción hidroeléctrica, más barata que el resto (junto a la eólica) está fomentado el uso de fuentes más caras, como son el gas o el carbón, para suplir la carencia que se está generando. Ello provoca la subida lógica del precio del megavatio hora y un descenso en los ingresos por venta de energía hidráulica. Concretando, en los últimos meses el recibo eléctrico se ha disparado en un 12% según datos del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital.
Creo que es esencial comenzar a reflexionar con más detenimiento si cabe sobre esta problemática y sus posibles soluciones, ya que, sin ánimo de resultar pesimista, todo apunta a que lejos de ser una situación aislada, nuestro país es propenso a continuar sufriendo esta sequía y sus consecuencias (según datos del Ministerio de Agricultura, desde 2013 todos los años hidrológicos se han situado por debajo de la media histórica en precipitaciones) debido entre otros, al factor latitud.
Un país cada vez más árido, con miles de personas y compañías sufriendo las consecuencias, un despunte en las facturas y las eléctricas experimentando grandes pérdidas, a priori todo parece negativo; ¿cómo revertimos esta situación que parece no tener fácil solución? En mi opinión, y como muchas veces pasa en la naturaleza, al lado del veneno nos encontramos el antídoto y con esto quiero decir, que, en cierto modo, al lado del problema tenemos la solución, y me explico.
Nuestro país cuenta con una latitud geográfica, que si no idónea para garantizar unas abundantes lluvias, lo es para impulsar el potencial de las energías renovables, que se presentan más que nunca como la dirección lógica en la que apostar, máxime teniendo en cuenta que Bruselas aprobaba el mes pasado las ayudas públicas a las renovables en España.
Considero que para aprovechar al máximo el potencial de las energías verdes, el almacenamiento de energía es clave gracias a su capacidad para elevar al máximo las posibilidades que las energías limpias nos ofrecen, al tiempo que se presenta como aliado principal de los consumidores, y en último término, de las eléctricas. Una vez implantados estos sistemas de almacenamiento de energía tanto a nivel doméstico como industrial, estas últimas podrían telegestionar los sistemas de almacenamiento y evitaríamos en gran medida la obligación de comprar electricidad cara, ya que el usuario la tendría almacenada para utilizarla cuando así lo necesitara.
En definitiva, me resulta cuanto menos paradójico y al mismo tiempo esclarecedor que al lado de la causa de esta problemática, encontramos la solución. Nuestro país cuenta con una latitud privilegiada para las renovables y creo que en este contexto el almacenamiento de energía es más que nunca una opción real y viable que puede contribuir enormemente a aliviar esta situación al tiempo que cuenta con el potencial para convertirse en el mejor aliado de las grandes eléctricas.
José Antonio Afonso, responsable del segmento Commercial Building en Eaton España.
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