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Ahora que ya tenemos un gobierno formado y todo parece indicar será continuista con respecto a su política energética, la última actualización del PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima) cobra un especial protagonismo y todas las dudas que afloraron con su publicación vuelven a la mesa de no pocas empresas del sector.

Dentro de ese plan se encuentran los 19 GWp de autoconsumo que se espera estén funcionando en el 2030. Mirando al gran despliegue de autoconsumo ocurrido durante el año pasado, que duplicó la capacidad instalada hasta alcanzar los 5,4 GWp (según datos de UNEF), todo parecía posible, pero la ralentización sufrida en este 2023 deja algunas dudas.

Si ahondamos en los porqués, nos encontramos, entre otras razones, la subida de los precios de los equipos (módulos e inversores) ahora de nuevo a la baja y las ayudas económicas a las instalaciones, que no terminaban de llegar. Pero el principal motivo fue la incertidumbre, casi temor, por parte del cliente a un abril-mayo de 2023 con precios bajo la curva solar muy cercanos a cero y que parecían augurar una rentabilidad al menos cuestionable de estas instalaciones a futuro.

Esta última circunstancia no despierta tanto recelo en el cliente residencial, que tan solo con ahorrarse los costes regulados (peajes y cargos), recupera buena parte de la instalación. Sin embargo, sí ha hecho dudar a más de un industrial a la hora de tomar la decisión sobre una instalación de autoconsumo de cierto tamaño y, por lo tanto, de cierta inversión.

El Gran Salvador

Y es aquí donde el almacenamiento de energía aparece como el “gran salvador” ahora más que nunca, por las ayudas directas a su instalación. Aún quedan fondos del Programa de incentivos 3 para la incorporación de almacenamiento en instalaciones de autoconsumo existentes. Están disponibles hasta final de año. Así que, como diría Gandalf, ¡corred insensatos!

Peeero, mientras que todos sabemos ya lo que es un módulo solar fotovoltaico y tenemos en mente tanto fabricantes como instaladores que nos dan ciertas garantías, el almacenamiento todavía genera dudas, ¿qué pasa con las baterías y quien me las instala? Aquí van algunos tips para reconocer a instaladores y ofertas serios y fiables:

  • No se puede dimensionar correctamente un sistema de almacenamiento de energía sin entender la curva de consumo del cliente, por lo tanto, desconfiad de ofertas que no hayan pedido, al menos, datos horarios de consumo durante un periodo de tiempo suficientemente largo.
  • La rentabilidad del sistema está íntimamente ligada a la relación entre el consumo y el precio de la energía y cómo la batería puede “jugar” alterando esa relación. Por lo tanto, si no os piden facturas o el precio al que pagáis el kWh, nadie os garantiza que el dimensionamiento sea el adecuado.
  • Esta rentabilidad además deberá ser calculada en base a supuestos claros y razonables. Si os presentan una TIR sin clarificar los supuestos bajo los que está calculada, o una TIR basada en un precio constante de la electricidad durante los 15 o 20 años de vida del sistema, os están pidiendo un acto de fe.

Un estudio de rentabilidad serio empleará curvas de precios a futuro basadas en mercados líquidos como OMIP (Operador del Mercado Ibérico Polo Portugués) o consultores de referencia.

  • Dos ciclos diarios solo empeoran el retorno a la inversión, salvo en contadas excepciones. Cuidado con los numerosos instaladores que proponen dos ciclos diarios para “acortar” el payback. Si bien el plazo de tiempo para llegar a “rentabilizar” la batería es menor, también lo es la vida útil de la misma. La realidad detrás de los dos ciclos es que, salvo en contadas ocasiones, el spread (diferencia entre el precio al que cargo y al que descargo) se diluye porque los precios nocturnos ya no son tan bajos como lo eran hace unos años.
  • La degradación existe y hay que tenerla en cuenta a la hora de dimensionar el sistema y calcular la rentabilidad. No os asustéis de modelos donde el SoH (estado de salud de la batería) sea de un 70-80% en el año 15. Esa es la realidad de esta tecnología e, incluso con ello, los números salen. Si no se está incluyendo este parámetro a la hora de calcular el retorno a la inversión, os están aumentando un 10-12% la rentabilidad de forma ficticia.
  • ¡El EMS (Sistema de Gestión de la Energía) es la clave! Una batería con un sistema inteligente que decida cuándo y cómo emplear la batería será siempre más rentable que una batería de una marca “reconocida” sin EMS.
  • Si os venden autarquías por encima del 60-70%, ¡salid corriendo! O echad al comercial. Para llegar a porcentajes tan elevados de autarquía se requiere mucho excedente solar y eso supone sobredimensionamiento, por lo que el efecto de la estacionalidad (mayor producción en verano, menor producción en invierno) aumenta de manera muy significativa. Esto lleva a que el sistema de almacenamiento no sea capaz de absorber el excedente completo en verano y, por el contrario, se infrautilice en invierno.

Y aunque la conclusión fácil sea, “pues lo dimensiono para que absorba el excedente completo en verano y en invierno cargo de la red”, el coste de un sistema “tan grande” junto con la dilución del spread por la carga de red, que supondrá pagar peajes y cargos, hace que la rentabilidad se vaya al traste.

La mejor opción

  • Por último y el que más me gusta: si os venden paybacks menores a 5 años (parejos a instalar únicamente fotovoltaica), ahora sí, echad a patadas al comercial sin dudar. El coste de las baterías es alto en relación a la cantidad de energía que pueden cargar y descargar anualmente, por lo que el payback de un proyecto bien dimensionado estará más cerca de los 7-8 años. Un plazo que sigue siendo tremendamente atractivo, ya que la vida útil mínima de cualquier batería es de 15 años (algo más de 5.000 ciclos a ciclo diario) y puede alargarse hasta más allá de los 20 (8.000 ciclos) en las últimas generaciones de producto.

Y todo esto, sin entrar en lo obvio. Ya no hay duda de que tiene que ser LFP (litio - fosfato de hierro), estar certificada al menos bajo normas IEC y tener, como mínimo, BMS (Sistema de Gestión de la Batería), aunque parezca mentira, y siendo lo peligroso que es, hay baterías de litio en el mercado sin siquiera BMS.

Además, si la refrigeración es líquida, mejor que mejor, es preferible que incluya un sistema de retardo o supresión de la llama (fuego), incluso si las baterías de LFP son intrínsecamente seguras (no confundir con los coches y patinetes que salen ardiendo en las noticias).

Deberán, además, llevar sus protecciones eléctricas antes de conectarse a la red del cliente. Por otra parte, el servicio postventa local es algo a tener muy en cuenta, así como la solvencia de la empresa instaladora, y un largo etc. del que, si queréis tener más detalle o pedir una oferta en condiciones, podéis contactarnos.

Mikel Pino es Head of Energy Storage and New Business de SENS.

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2 comentarios

  • Pablo

    29/11/2023

    En España hay un fabricante www.zerinthia-battery.com
  • Miguel

    29/11/2023

    Las celdas de las baterías cuando se fabrican tienen que pasar un test de calidad que es su DNI de presentación. Sin embargo, por arte de magia ese dato se pierde cuando se construyen la mayoría de las baterías, y al cliente final no le llega esa información. Todo se basa en un acto de fe. Un cliente ni siquiera suele sabe el dato básico de quién es el fabricante de las celdas, así que menos su calidad.
    Las baterías deben tener la trazabilidad de todas sus celdas, y cuando digo todas, son todas, que para eso se hace el respectivo test de todas las celdas después de fabricarlas y que el fabricante de celdas entrega al fabricante de baterías. Cualquier batería que no lleve esa información ya es de dudosa calidad. Después, la información de los BMS y sus balanceadores debería ser también de obligado cumplimiento.
    El mercado, especialmente en baterías de pequeño tamaño para sistemas residenciales está lleno de baterías con celdas clase B e incluso C y D, que se ofertan mostrando información como si fueran clase A. Lo que no es más que dar gato por liebre. Las normas y regulaciones deberían cambiar esa práctica. Uno debería saber al menos lo que compra, y con la baterías no pasa. Uno debería tener la libertad de poder comprar baterías clase B, pero sabiéndolo sin que le den gato por liebre.

    Aún faltan muchos datos estadísticos reales de campo de la duración de las baterías, Eso es muy difícil porque se necesitan unos cuantos años para sacar datos concluyentes y tanto la tecnología en la fabricación de celdas como de las baterías cambia constantemente.

    La rentabilidad de la instalación de las baterías en los consumidores actualmente está supeditada en gran parte a ayudas o subvenciones públicas y dejar de pagar peajes, cargos e impuestos que deja de ingresar el Estado, con lo que el riesgo de que cambie todo a futuro es muy alto. No es la primera vez ni será la última que el Gobierno cambia las normas.. El primero que querrá y necesitará ingresar dinero es el propio Estado y con las baterías a nivel consumidor no solo le resta ingresos, sino que además le cuesta dinero, por tanto, tiene muchas probabilidades de haber cambios a futuro.

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