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Las energías renovables representarán casi la mitad de la generación eléctrica europea en 2025, pero primero hay que abordar uno de los principales obstáculos para su desarrollo sostenible: la falta de capacidad de almacenaje. Con la característica de que la mayoría de las fuentes renovables generan energía de forma intermitente, será necesario introducir el uso de baterías que capturen energía y mantengan la fiabilidad de la red y la seguridad del suministro.

La buena noticia es que el coste de las baterías se ha reducido en casi una quinta parte en la última década. Además, la producción de baterías de iones de litio que se había concentrado, sobre todo, en mercados asiáticos, se está expandiendo por todo el mundo. Así, está prevista la construcción de más de 115 megafábricas de baterías en todo el mundo, lo que supondrá una capacidad superior a 2.500 GWh en 2028, es decir, suficiente para cargar 40 millones de vehículos eléctricos. China es la gran líder, sólo este país prevé crear casi 90 factorías. Con todo, Europa avanza a grandes pasos y prevé triplicar su cuota en el mercado mundial de megafábricas, pasando del 6% en 2019 al 18% en 2030.

Esto se debe, en parte, a las transformaciones de la cadena de suministro ya que las disrupciones causadas por la pandemia han impulsado una localización de su producción. Si bien el continente dista de ser autosuficiente, muchos fabricantes están tomando pasos para reducir la dependencia del exterior, acercando pasos como la extracción y el procesado de materias primas o el tratamiento de materiales para su reciclaje. De hecho, podemos observar cómo, cada vez más, se están iniciando iniciando proyectos para obtener litio en Europa. Según la Comisión Europea, ya se han financiado cuatro proyectos de extracción sostenible de este metal por un total de 2.000 millones de euros. Se calcula que estos proyectos llegarán a satisfacer el 80% de la demanda de la Unión Europea en el sector de las baterías en el próximo lustro. Como resultado, cada vez una mayor parte de la cadena de suministro se realizará en la región, incluyendo producción de cátodos y ánodos, la fabricación y reciclaje de baterías, así como el ensamblaje de los vehículos eléctricos.

Modernización de la red: mantener la seguridad del suministro

El creciente uso de fuentes de energía renovables también plantea cuestiones importantes y urgentes sobre la estabilidad de la red y la seguridad del suministro. Por ejemplo, la primavera pasada, National Grid, el operador de transmisión del Reino Unido, se vio obligado a pedir urgentemente a los reguladores de energía que desconectaran los parques solares y eólicos. Estas fuentes, que representaban un porcentaje sin precedentes del 40% de la electricidad generada en ese momento, se consideraron un riesgo significativo para la estabilidad de la red durante un día festivo próximo.

Del mismo modo, el estado de California, que satisface un tercio de la demanda mediante fuentes renovables el pasado mes de agosto sufrió apagones como resultado de la llamada "tormenta perfecta, con: altas temperaturas en toda la región, que impidieron a otros estados aportar electricidad a California; disminución de la producción de las fuentes renovables, en particular la solar, durante las horas de la tarde; interrupciones relacionadas con el clima en los generadores de combustible fósil y, en algunos casos, la desconexión de las centrales. En febrero, el estado de Texas también sufrió apagones debido a un déficit de energía —principalmente por falta de gas natural— y la imposibilidad de importar electricidad de otros estados.

Estos no son los únicos ejemplos. China, donde también ocurren apagones ocasionalmente, pretende abordar estos problemas mediante la ampliación de su "superred", que conectaría las regiones en las que se genera energía renovable con las zonas necesitadas de suministro a través de una serie de líneas eléctricas de voltaje ultra-alto, así como con sanciones a los productores que no equilibren la generación o no predigan adecuadamente sus volúmenes.

Con tantos países y regiones que se enfrentan a problemas de seguridad de suministro, está claro que el futuro pasa por una red avanzada capaz de conectar regiones lejanas, almacenar energía, predecir de manera precisa la generación y consumo, y fomentar la flexibilidad de demanda entre grandes consumidores, especialmente la industria para así, dar más robustez al sistema.

Carlos García Ruiz es vicepresidente y responsable de Energía y Utilities en Capgemini España.

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