Las cáscaras de tamarindo, una fruta tropical que se consume en todo el mundo, se descartan durante la producción de alimentos. Como son voluminosos, las cáscaras de tamarindo ocupan una cantidad considerable de espacio en los vertederos donde se eliminan como desechos agrícolas.
Sin embargo, un equipo de científicos internacionales dirigido por la Universidad Tecnológica de Nanyang, Singapur (NTU Singapur) ha encontrado una manera de abordar el problema. Al procesar las cáscaras de tamarindo que son ricas en carbono, los científicos convirtieron el material de desecho en nanohojas de carbono, que son un componente clave de los supercondensadores como dispositivos de almacenamiento de energía que se utilizan en automóviles, autobuses, vehículos eléctricos, trenes y ascensores.
El estudio refleja el compromiso de NTU de abordar los grandes desafíos de la humanidad en materia de sostenibilidad como parte de su plan estratégico 2025, que busca acelerar la traducción de los descubrimientos de la investigación en innovaciones que mitiguen el impacto en el medio ambiente.
El equipo, formado por investigadores de NTU Singapur, la Universidad de Ciencias Aplicadas de Noruega Occidental y la Universidad de Alagappa en India, cree que estas nanohojas, cuando se amplían, podrían ser una alternativa ecológica a sus homólogos producidos industrialmente, y reducir el desperdicio al mismo tiempo.
Las nanohojas derivadas de la cáscara de tamarindo también mostraron una buena estabilidad térmica y conductividad eléctrica, lo que las convierte en opciones prometedoras para el almacenamiento de energía.
Los investigadores esperan explorar la producción a mayor escala de las nanohojas de carbono con socios agrícolas. También están trabajando para reducir la energía necesaria para el proceso de producción, haciéndolo más respetuoso con el medio ambiente, y buscan mejorar las propiedades electroquímicas de las nanohojas.
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