Petróleo & Gas

De las refinerías a los “hubs energéticos”: una reconversión industrial sin milagros

La transición de refinerías hacia hubs energéticos no será rápida ni uniforme, no todas las plantas sobrevivirán a este cambio y eso no tiene por qué significar un fracaso

4 comentarios publicados

Europa está tratando de realizar una profunda reconversión de sus sistemas energéticos mientras trata de mantener el pulso competitivo en un mundo cada vez más complejo y con una demanda de energía que no para de aumentar.

Ante ello se destaca una de las grandes apuestas del viejo continente: la transformación de sus tradicionales refinerías de petróleo o nuevos centros energéticos, capaces de aprovechar al máximo las sinergias y producir biocombustibles, hidrógeno o combustibles sintéticos.

En los discursos políticos, esta metamorfosis se presenta como un paso natural hacia la neutralidad climática. En la práctica, sin embargo, la reconversión industrial es mucho más lenta, costosa y desigual que lo que parece sobre el papel.

El final de una era

Las refinerías han sido y son uno de los órganos principales de los sistemas energéticos a nivel mundial. Complejos gigantes diseñados al milímetro para optimizar la producción de crudo, ubicados de forma estratégica junto a puertos y polos petroquímicos, emplean a miles de personas y sustentan enormes cadenas logísticas a sus espaldas.

La respuesta de las grandes empresas energéticas a las demandas de descarbonización y sostenibilidad es la de convertirlas en grandes “hubs energéticos” en donde convivan tecnologías de bajas emisiones, hidrógeno, captura de carbono y procesos de síntesis de biocombustibles avanzados. Pero, el pasar de una refinería fósil a una instalación “verde”, requiere de un desafiante ejercicio de ingeniería, integración energética y viabilidad económica.

Apuestas claras pero contenidas

Según datos del portal FuelsEurope, desde 2009 de las casi 100 refinerías operando Europa, 28 han sido cerradas o transformadas parcialmente en biorrefinerías. Entre todos estos casos, se destacan como referentes:

  • La Mède (TotalEnergies, Francia), que fue la primera refinería en comenzar a producir HVO (diésel renovable), unas 500.000 toneladas anuales, pero su dependencia de aceites vegetales importados ha abierto debates sobre su sostenibilidad real.

  • Porvoo (Neste, Finlandia): ha sido ejemplo de integración de biocombustibles, hidrógeno renovable y cuenta proyectos piloto de e-fuels y CCUS.

  • Puertollano (Repsol, España): integrada en el corredor español del hidrógeno, cuenta con producción de biocombustibles e hidrógeno.Estos ejemplos muestran la hoja de ruta, pero también evidencia una escala todavía limitada. Una refinería convencional puede producir entre 10 y 15 millones de toneladas de crudo al año; una refinería de nueva generación podría rondar el millón. La sustitución del modelo fósil está lejos de ser inmediata.

No solo se deben encontrar soluciones a los problemas técnicos y económicos: reconversión de unidades de proceso, nuevos sistemas de almacenamiento, inversiones que pueden superar los 500 millones de euros sin garantías de rentabilidad inmediata…etc., sino que el factor logístico es crucial: las refinerías y las cadenas de suministro están diseñadas para gestionar flujos lineales, no para ecosistemas circulares de residuos, aceites o hidrógeno verde.

El Complejo Industrial de Puertollano de Repsol. FOTO: Repsol

España y el sur de Europa, en buena posición

Existen una serie de argumentos que permiten mirar con cierto optimismo esta reconversión: países como España, Portugal o Italia no sólo tienen un alto recurso renovable, sino que cuentan con una red gasista y portuaria consolidada, lo que puede permitir una transición integrada al tiempo que no se pierda la competitividad.

Sin embargo, el gran reto sigue siendo escalar estas soluciones más allá del nivel puramente demostrativo, garantizando que las inversiones no se diluyan como simples proyectos de transición sin un mercado real.

Una transición sin milagros

Transformar una refinería no es sencillo: ataca a los principios más básicos de su funcionamiento que han permanecido inalterados desde su concepción. Implica rediseñar la lógica energética y económica.

Europa puede liderar este proceso, pero necesitará una planificación coherente, una fuerza política que incentive y simplifique, innovación industrial y tecnológica y un acceso competitivo a una red de energía renovable estable.

Detrás de cada anuncio de biocombustibles o hidrógeno, debemos pensar que detrás hay años de ingeniería, miles de millones en inversión y una red energética que aún debe transformarse. La transición de refinerías hacia hubs energéticos no será rápida ni uniforme, no todas las plantas sobrevivirán a este cambio y eso no tiene por qué significar un fracaso. Más que un milagro industrial, será un proceso de aprendizaje colectivo, donde la realidad técnica marcará el pulso de la transición energética.

Rodrigo Fernández es ingeniero en el Departamento de Transición Energética, Sostenibilidad y Medio Ambiente en Técnicas Reunidas.

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4 comentarios

  • Tino

    Tino

    08/11/2025

    Muy buen artículo y muy instructivo para los que no estamos al día en estos temas. Felicidades al autor.
  • Miguel Ángel

    Miguel Ángel

    08/11/2025

    Enhorabuena al autor. Una exposición clara y didáctica de lo que los poderes públicos y administracciones deben implementar.
    El autor, desde una perspectiva técnica y profesional, da las pautas sistemáticas y soluciones para implementar un modelo de éxito y liderazgo energético.
    Ahora solo resta que las Administracciones del Estado tengan la voluntad política, recaben los recursos necesarios y lo pongan en práctica para que se haga realidad.
  • José Ramón

    José Ramón

    08/11/2025

    Enhorabuena por tu excelente artículo que mezcla rigor y pasión por la investigación .
    Un gran trabajo!!!
  • 08/11/2025

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