Ningún comentario La urgencia para alejarse de los hidrocarburos rusos ha disparado la dependencia de la Unión Europea de Noruega, país que está expandiendo su actividad petrolera y gasística en el Ártico con yacimientos que empezaría a explotar cerca de 2040, cuando la UE ya debería de haber reducido "drásticamente" el consumo de combustibles fósiles.
Esa es la principal conclusión del informe "Sobre hielo frágil: las ambiciones fósiles de Noruega y el futuro verde de la UE", publicado por las organizaciones ecologistas Zero Carbon Analytics, Greenpeace, Transporte y Medioambiente, WWF Noruega y Oil Change International, que abogan por el abandono de las importaciones de gas en la UE en 2027.
La dependencia energética fósil de Noruega
"La producción (...) podría comenzar recién a finales de la década de 2030, alineándose con el período durante el cual la UE pretende reducir drásticamente el uso de combustibles fósiles", señalan esas plataformas en un análisis en el que subrayan que "cualquier expansión de la producción de petróleo y gas fósil pondría en riesgo los objetivos climáticos mundiales".
Bruselas maniobró con celeridad para reducir su dependencia energética de Moscú tras la invasión a gran escala sobre Ucrania que arrancó en febrero de 2022.
Las importaciones de gas ruso en la Unión Europea han pasado del 45% del total en 2021, antes de la citada invasión, al 15% en 2023, según datos de la Comisión Europea.
Los grandes beneficiarios de esa decisión geopolítica han sido Estados Unidos, se ha convertido en el principal proveedor comunitario de gas natural licuado con una cuota de mercado del 50 %, y Noruega, que figura ahora como el gran suministrador de gas en general del bloque comunitario, con casi el 30% del hidrocarburo adquirido por la UE en 2023.
"Noruega es esencial en el mercado energético europeo (...). Sin embargo, los intereses de Noruega y la UE no siempre coinciden" ya que la Unión Europea "ha iniciado políticas que disminuirán la demanda de combustibles fósiles a corto y largo plazo, mientras que Noruega ha introducido políticas para aumentar la oferta de petróleo y gas", señalan los autores del análisis.
Ese afán por encontrar y explorar más combustibles fósiles, señalan las organizaciones que publican el estudio, contrasta con las recomendaciones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) o la Agencia Internacional de la Energía (AIE) que sugieren que no caben nuevas explotaciones porque los yacimientos fósiles actualmente en uso ya llevarían a superar los 1,5 grados de calentamiento global.
Esas organizaciones no gubernamentales analizan varios escenarios y en todos ellos detectan que "la demanda de gas fósil de la UE ha entrado en un declive estructural constante y de largo plazo, impulsada por políticas gubernamentales, economía energética y compromisos climáticos".
Agregan que, entre los principales proveedores gasísticos de la UE, tanto Noruega como Argelia tienen "capacidad para exportar gas a niveles superiores a los comprometidos en los contratos actuales" vinculados a yacimientos en explotación y subrayan que con estos la oferta podría superar a la demanda en 2035.
A partir de ese umbral, y con vistas a respetar el compromiso de la UE de alcanzar la neutralidad climática a mitad de siglo, Noruega y Argelia tendrían que ir disminuyendo su producción porque su oferta de gas duplicará la demanda comunitaria en 2040.
"A largo plazo, las importaciones de gasoductos y GNL más allá de lo ya contratado sólo son necesarias en un escenario en el que la UE no cumpla sus objetivos climáticos y no introduzca más políticas climáticas", aseguran.
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