En los últimos años, la sostenibilidad ha ido calando y ganando más relevancia en la agenda global, abarcando desde las esferas gubernamentales y empresariales hasta la sociedad en general. Los criterios sostenibles, anteriormente vistos como un gasto, ahora son considerados como una inversión estratégica para agregar valor. Este enfoque se ha convertido en un concepto ampliamente común y se ha erigido como uno de los principales pilares, que han marcado el rumbo de las estrategias de múltiples compañías, con un objetivo claro: generar un valor añadido hacia la sociedad y el medio ambiente a través de su actividad empresarial, atendiendo a los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo.
Un claro reflejo de esta creciente importancia de las iniciativas ESG en el ámbito público y privado se evidencia en el aumento significativo de las regulaciones y la inversión en productos con criterios de responsabilidad social. El sector de las energías renovables no es una excepción a esta tendencia global. De hecho, la industria se halla inmersa en un proceso de transformación sin precedentes, para seguir avanzando hacia un modelo capaz de crear todavía más valor, para dar respuesta a la demanda de la sostenibilidad, más allá de la generación de energía limpia. Nos encontramos en un punto de inflexión histórico, en un escenario que exige sostenibilidad como un propósito esencial, más allá del mero cumplimiento normativo.
Descarbonizar la energía
Una gran variedad de sectores ha intensificado sus esfuerzos para descarbonizar sus operaciones y forjar así un futuro más sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Si entramos en el caso del sector de las energías limpias, este es muy particular. Por su naturaleza, la sostenibilidad se encuentra arraigada al ADN de su actividad empresarial y su core business es la generación de energía totalmente renovable. A pesar de ello, el contexto está obligando a todos los actores, independientemente de la industria, a seguir dando los pasos necesarios para adaptar transversalmente sus compañías.
A pesar de ser uno de los grandes motores de la descarbonización de la economía, el contexto también ha obligado al sector renovable a reinventarse para contribuir socialmente, más allá de generar un progreso medio ambiental con sus operaciones, de forma intrínseca, cumpliendo con los máximos estándares y criterios. Este cambio de paradigma plantea una nueva hoja de ruta para todos los actores de esta industria, con tres pilares fundamentales que nos permitirán explorar y explotar nuevas oportunidades en este ámbito: implementar tecnología a los proyectos renovables, reimaginar la relación con las comunidades locales y adaptar el talento a esta nueva realidad.
La actual conceptualización de proyectos de energías limpias ya contempla, de forma transversal, los criterios de sostenibilidad en cada una de las fases. De hecho, en este proceso ya estamos viendo la importancia de alinear visiones y aunar esfuerzos con el EPC, y todas las partes involucradas en el proyecto, para hacer tangible la sostenibilidad y lograr materializar el compromiso con los criterios sostenibles.
Sin embargo, todavía podemos dar un paso más allá para que las operaciones del sector renovable tengan la capacidad de dar respuesta a todos los retos, con solvencia y de manera integral, desde la fase de desarrollo y diseño hasta la etapa de explotación y desmantelamiento. Y en este proceso, que implica identificar todas aquellas oportunidades que nos permitan seguir incrementando nuestro valor social como productores de energía, la tecnología y la innovación se erigen como elementos clave que nos permitirán afianzar nuestro compromiso en este ámbito.
Las nuevas tecnologías
El momento actual nos exige acelerar la transformación de la industria renovable europea, trabajando para alcanzar un liderazgo en áreas estratégicas como el software, la inteligencia artificial o el IoT. Lo cierto es que el reto de la sostenibilidad acabará dibujando organizaciones con estructuras en las que el área tecnológica ganará más relevancia. Una mayor inversión en investigación y desarrollo y, la integración de la tecnología en la cadena de valor, garantizarán mayor trazabilidad de los materiales, la minimización de más recursos y, por lo tanto, nos asegurará una gestión todavía más eficiente del almacenamiento de energía.
En segundo término, idear un nuevo acercamiento con las comunidades locales en las que tenemos presencia con nuestras operaciones también nos permitirá identificar áreas de oportunidad para poder hacer una contribución social todavía mayor. Hemos percibido la importancia de ir más allá de generar energía renovable y descarbonizar el territorio, ampliando nuestro foco de actuación mediante el desarrollo de iniciativas de regeneración ambiental.
Esto nos ha implicado llevar a cabo acciones para compatibilizar el proyecto renovable con la fauna y la biodiversidad de la zona, regenerar infraestructuras de energías renovables de edificios públicos, promocionar equipos de deporte para fomentar una vida más saludable o colaborar proactivamente con universidades para hacer aportaciones académicas.
La sostenibilidad en el día a día
Por ello, en un momento en el que cumplimiento de la sostenibilidad en general y de los criterios ESG en particular se ha convertido en una commodity en el mundo empresarial, los próximos años acabarán de definir el rumbo del sector sobre las nuevas maneras de generar un valor añadido y tener un impacto diferencial en las comunidades locales.
La última palanca de cambio pasa por el talento. Porque este cambio de modelo supone, también, adaptar la mentalidad de los equipos para poder hacer de la sostenibilidad un eje central y transversal en todo el ciclo productivo de los proyectos. Un cambio de mentalidad que debe ir acompañado de la reformulación de las competencias y la formación de todas las personas que integran la cadena de valor en ámbitos, desde la ingeniería hasta las finanzas.
Para abordar este desafío, es esencial implementar estrategias proactivas. Esto incluye el establecimiento de programas de formación y capacitación continua para actualizar las habilidades del talento, así como la colaboración estrecha con instituciones educativas para desarrollar programas que pongan la sostenibilidad en el centro y se alineen con las necesidades específicas del sector renovables.
Para sentar las bases y hacer frente a todos estos desafíos, deberemos atender a todos estos criterios con una atención continua a la innovación y con una perspectiva colaborativa con todos los agentes d la industria. El sector renovable se encuentra en una buena posición de partida y es el reflejo de un esfuerzo intenso para ser una industria capaz de ir más allá de la producción de energía renovable. Si trabajamos de forma coordinada con objetivos comunes y un propósito firme, confío en que, colectivamente, aprovecharemos las oportunidades que nos brinda esta ocasión única y transformaremos todo este potencial en una realidad.
Ladan Taghiloha es coordinadora de ESG en BNZ.
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