Era cuestión de tiempo. El complicado mundo de las baterías de flujo, con las que se pretende aumentar la duración de las mismas, se ha llevado por delante a uno de los desarrolladores que más había avanzado en la materia.
Se trata de la empresa norteamericana Imergy, que se ha visto en la obligación de poner en venta todos sus activos, incluidas las patentes intelectuales, porque los principales inversores han dicho basta y han cortado el grifo para seguir financiando los distintos proyectos en los que estaban trabajando.
"Lamentablemente, los actuales inversores han optado por no seguir apoyando a las operaciones en curso de la Compañía. Como resultado, Imergy entró en una asignación para el beneficio de acreedores (ABC), una forma de insolvencia con arreglo a la ley del estado de California, el lunes 18 de julio de 2016", dice un documento al que ha tenido acceso el portal GreenTechMedia.
Varios socios tecnológicos como NEA, SunEdison, BlueRun Ventures y DFJ pusieron 100 millones de dólares para iniciar las investigaciones. Han trabajado con varios proyectos desde unos con electrolitos de vanadio hasta con hierro-cromo. Pero no hay más dinero.
La empresa cree que hay mucho futuro en el sector de las baterías y confía en que algún inversor decida invertir en los activos y tratar de mejorar los resultados.
La propia Imergy asegura en el documento de quiebra que los costes actuales de las baterías de flujo se sitúan ahora en los 500 dólares por kWh, y que ellos están seguros de que podrían bajarlos a 300 dólares kWh.
Con estos costes es muy difícil competir con el rey de las baterías, el ion litio, que cada vez mejora en sus prestaciones y encima consigue ser más barata en menos tiempo.
Ahora la empresa está en manos de la consultora especializada en quiebras Sherwood Partners. Tratarán de vender los activos al mejor postor.
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