Renovables

El despertar verde del gigante asiático

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Ver a los chinos deambular por las calles con  mascarillas viene siendo desde hace mucho tiempo una imagen cotidiana. Hace escasas fechas, con motivo de la 34 Marathon Internacional de Pekín, muchos de los atletas que participaban lo hacían  igualmente con mascarilla. Y no era para menos. El aire estaba tan contaminado que el centro municipal de control medioambiental de Beijing aconsejó a niños, ancianos y enfermos permanecer en el interior de sus hogares y evitar las actividades al aire libre. ¿El motivo? Se había encontrado en el aire contaminado 16 veces más partículas que el nivel que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera aceptable.

La razón es obvia: el rápido crecimiento de China en la última década ha requerido grandes cantidades de energía. De acuerdo con el último análisis del Climatescope, de 2008 a 2013, el consumo anual de energía aumentó un 51%, con casi el 70% de la electricidad generada con la quema de carbón sucio. En gran parte debido al ingente uso de carbón, China se convirtió en el mayor emisor de CO2 del mundo en 2006, superando a EE.UU. En 2012, China quemó casi tanto carbón como el resto del mundo junto.

El mayor emisor de CO2 del mundo

La quema de combustibles fósiles para impulsar el desarrollo de China y la rápida industrialización del país han dado lugar a una grave contaminación ambiental. Según un informe de 2012 realizado por el Asian Development Bank, menos del 1% de las 500 ciudades más grandes de China cumple las normas de calidad del aire de la OMS, y de las 20 ciudades más contaminadas del mundo, 16 están en China. Y lo que es peor, la contaminación del aire fue la causa de 1,2 millones de muertes en 2010.

La contaminación, principal causa de descontento entre la población china.

La contaminación se ha convertido en la principal causa de descontento social en China, y los funcionarios del Gobierno están preocupados porque las protestas por cuestiones medioambientales podrían derivar en una situación de inestabilidad política general. Por ello, el país lleva algún  tiempo tomando medidas para lograr un desarrollo más limpio y sostenible. De hecho, en 2013, las emisiones de CO2 se redujeron casi un 29% respecto a los niveles de 2005, según  informó  informó el viceprimer ministro Zhang Gaoli en la cumbre de la ONU en septiembre. También anunció que China quiere reducir las emisiones en un  45% para el año 2020.

Cae el consumo de carbón

Se han puesto topes a las emisiones de dióxido de carbono de las plantas de carbón, fábricas y otros grandes emisores y se están fomentando las energías renovables. Y los resultados no se han hecho esperar: el uso de carbón en el primer semestre de 2014 se redujo por primera vez en este siglo, mientras que la economía siguió creciendo a un ritmo del 7,4%, según Greenpeace. Además, 50.000 pequeñas plantas de carbón están siendo cerradas, y no se construirán nuevas centrales en las grandes ciudades como Beijing y Shanghai. En 2020, la quema de carbón estará prohibida por completo en Beijing y se sustituirá por energía renovable. El Gobierno planea gastar 277.000 millones de dólares para hacer frente a la contaminación del aire.

Se espera que el consumo de energía chino se duplicará en 2030, por lo que recortar simultáneamente el uso de combustibles fósiles y mantener una economía sostenible va a requerir que China de un fuerte impulso a fuentes alternativas de energía no contaminantes como la nuclear. Actualmente cuenta con 22 plantas nucleares operativas y 26 en construcción.

Líder en renovables

El informe REN21 advierte que China se ha convertido en el mayor inversor del mundo en energías renovables,  con unas inversiones de 61.300 millones de dólares en 2013, que suponían el 26% de la inversión global en energías limpias. China cuenta con la mayor capacidad de energía hidroeléctrica, y prevé generar 550 gigavatios de electricidad a partir de energías renovables para el año 2017, casi el 50% más que en 2013.

Hasta septiembre de este año, China invirtió 20.000 millones de dólares en energías renovables, más de la mitad de ellos destinados a tecnologías solares. Esta inversión debe permitir al país para agregar 14 gigavatios de energía solar en durante este año, lo que supone más que toda la capacidad solar instalada de EE.UU.

Según  el informe anual de la Agencia Internacional de Energía Renovable  (Irena) el sector fotovoltaico chino da empleo a 1,6 millones de personas, mientras que la termosolar emplea a 800.000. Desde 2005, la producción de paneles solares se ha multiplicado por 100  y los costos se han reducido drásticamente. Por desgracia, tanto EE.UU. como la Unión Europea han puesto aranceles a los paneles solares importados de China, y el desarrollo de las fuentes de energía renovables ha sufrido una desaceleración. No obstante, el último informe de Bloomberg New Energy Finance (BNEF) pronostica que para el 2030, la mitad de la electricidad de China provendrá de fuentes eólica y solar.

A favor del viento

La capacidad instalada de energía eólica, se ha quintuplicado en los últimos cuatro años convirtiendo a China en el mercado eólico de más rápido crecimiento del mundo. Su objetivo es producir 200 GW de electricidad a partir del viento en 2020, lo que supondría la creación de 500.000 puestos de trabajo en el sector. China también está construyendo 19 líneas de alta tensión que permita manejar el aumento de la transmisión de las energías renovables.

Un gran paso adelante que, sin duda hará reverdecer el futuro energético de China y hacer del coloso asiático un país más saludable. Algo que buena falta le hacía ya que, en 2013, China fue responsable del 28% de las emisiones globales de CO2 generadas por el hombre, más que los EE.UU y la Unión Europea juntos.

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