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A los que llevamos algún tiempo, nos llamó mucho la atención que, incluso, antes de octubre de 2015, Iberdrola lanzara su Smart Solar, siendo un precursor en una oferta residencial con baterías y acercándose al cliente empresarial con una comunicación bastante buena, a mi entender. Desde entonces, prácticamente todo el sector eléctrico ha puesto en marcha ofertas similares a clientes, tanto particulares como empresas.

Paralelamente, una pequeña multitud de empresas de muy variado perfil y origen han ido abriéndose un hueco en este nuevo mercado, la gran mayoría enfocados al cliente empresarial. El mundo del residencial va más lento por muchas razones pero, posiblemente, la principal sea la falta de base de instaladores eléctricos suficientemente preparados o, al menos, interesados en lanzarse a esta actividad.

El principal reto para todos, sobre todo para los grandes operadores, es el de conseguir precios de instalación muy bajos y, a ser posible, con “tarifa plana”. Es algo complicado pero, seguramente, se acabará consiguiendo y, a partir de ahí, el mercado eclosionará hasta llegar a las cifras que el estudio del Observatorio Español del Autoconsumo Fotovoltaico pronosticó: llegar a más de 300.000 hogares en tres años.

Otra dificultad que tendremos es la de, precisamente, monitorizar esta evolución por los problemas que se derivan de la falta de control oficial de este tipo de instalaciones pequeñas.

Ya definido el tema de la compensación, tan sólo insistir en que, para llegar a una autarquía relevante y rentable a la vez, el uso de las baterías (que también se beneficiará de la compensación) se hace imprescindible. El autoconsumo directo, fabuloso en fábricas y empresas, se convierte en algo meramente simbólico en la mayoría de los hogares actuales. La reducción de costes, sin duda ayudará. Lo que sigue siendo complicado, aunque sea un tema políticamente muy sexy, es el autoconsumo compartido. En nuevas promociones de viviendas será algo relevante, pero en el parque de viviendas de las ciudades las limitaciones son mucho mayores que las soluciones que la ley permite. Veremos. Lo que está claro es que las empresas instaladoras prefieren dedicar sus esfuerzos a lo que, en principio, es más fácil y rentable.

En cuanto al autoconsumo industrial, los números y los beneficios para las empresas son tan apabullantemente buenos que la única razón de que aún no haya explotado se debe a su desconocimiento o a que muchas empresas están aún explorándolo. Pero hay empresas con potencial de cientos de megavatios que, sin duda, acabarán invirtiendo por la seguridad del retorno en la inversión. Aquí el tema crucial es el del control de la calidad de productos e instalaciones, que no conviertan una oferta en puro papel mojado. Se habla de empresas que reetiquetan módulos cambiando su potencia e incluso la marca. Yo no me lo creo, pero cuando el río suena, agua lleva.

La tranquilidad que representa para una empresa y una familia saber cuánto te va a costar gran parte de tu consumo durante muchos años garantiza un mercado que no va a dejar de crecer de forma geométrica. Y es que el coste del kWh producido con las instalaciones fotovoltaicas ya está por debajo del precio del pool.

El proceso de electrificación que vamos, sin duda, a experimentar va a contribuir a que el autoconsumo crezca más allá de lo que lo haría de “forma natural”.  Un ejemplo: en las condiciones actuales un concesionario de automóviles medio podría cubrir un porcentaje relevante de su consumo con una instalación de 100 kWp. Pero la electrificación del automóvil ya está empezando a influir en esto al necesitarse una mayor capacidad para los cargadores. ¿Y qué mejor que ampliar la instalación fotovoltaica?

Ya está pasando. Grandes cadenas de supermercados, hipermercados, centros comerciales y empresas de todo tipo están analizando soluciones de carga con apoyo fotovoltaico. ¿Y qué decir de las grandes empresas consumidoras? Desde aeropuertos a grandes industrias de todo tipo han anunciado o puesto en marcha proyectos de megavatios.

El impacto de estas futuras instalaciones de autoconsumo puede llegar a unos niveles que mucha gente en el sector fotovoltaico “tradicional”, más orientado a las grandes plantas de conexión a red, no llega a imaginar. Y entiendo que, a todos los actores interesados, comenzando por el Gobierno, se les debería obligar a un análisis más profundo de cómo va a transformarse el sistema eléctrico en los próximos diez años.

El plan previsto contempla la instalación a la red de 30 GWp de aquí al 2030, pero, ¿cómo va a ir evolucionando el autoconsumo? Hace 20 años nadie podía ni soñar en el papel que la fotovoltaica ha alcanzado, pero lo curioso es que aún estamos arrancando y yo tampoco me siento capaz de hacer una estimación. Sí que parece poco arriesgado pensar que la demanda diurna, aun creciendo a pesar del autoconsumo, puede verse afectada por una bajada de precios importante a esas horas.

Me imagino que los inversores son conscientes de esta previsible realidad y han hecho sus números, pero deberíamos evitar que el autoconsumo se convierta en el enemigo de las grandes plantas y viceversa. Confieso que siempre he defendido la energía distribuida y la generación cercana y asociada al consumo, y eso no me sitúa en contra de esas grandes instalaciones. Pero insisto en la necesidad de analizar y planificar esta nueva perspectiva que nos ha venido dada por la gran competitividad del autoconsumo a todos los niveles.

Ernesto Macías es director general de Solarwatt España.

7 comentarios

  • Miguel

    13/01/2020

    El día que el ciudadano se de cuenta de que el autoconsumo es una solución que practicante le interesa a empresas y gente pudiente, y pocas veces al ciudadano de clase media/baja, puede cambiar la percepción y entonces partidos que siempre la apoyan a bombo y platillo, cambie su discurso.

    El día que el Banco Santander, por ejemplo, monte instalaciones fotovoltaicas de autoconsumo y se publicite su ahorro económico, o que Ana Patricia Botín tiene una instalación fotovoltaica en su mansión, puede ser el comienzo del fin.
  • Emilio Martín

    13/01/2020

    En la última reunión de copropietarios del inmueble en el que vivo acordamos pedir proyecto y presupuesto para la utilización de la azotea, que está libre de sombras y con buena orientación a un par de empresas del ramo. Hasta ahora solamente ha respondido una, muy seria. Le pedí la máxima utilización de las posibilidades. Nos ha presentado un presupuesto conservador con precio razonable. Le pedí que aumentase la oferta porque creo que a los mayores consumidores le iba a resultar poco atractiva y que cambiase la inclinación de los paneles de 30 a 45 grados con el fin de mejorar el rendimiento en los meses de menor producción. Ya lo ha hecho, sigue siendo muy conservador, para mi suficiente.. Básicamente se trata de contribuir en la red general como un proveedor más, con asignaciones porcentuales como en las derramas. El problema vendrá a la hora de aprobarlo. España, evidentemente, no es Alemania.
  • Miguel

    18/01/2020

    Ya solo te falta poner de acuerdo a todos los vecinos con las derramas para pagar la instalación y ver cómo se distribuye el pago.
    Saber qué sucede cuando cada uno tiene una comercializadora diferente, etc.
    Parece fácil, pero no lo es.
  • Ángel

    19/01/2020

    Hola, el estado debería de ayudar económicamente a todas aquellas instalaciones fotovoltaicas y/o minieolicas; de ámbito hogar.
    De esta manera si que podríamos conseguir una idepencia eléctrica y por lo cual contribuir al medioambiente.
    Saludos
  • Ángel

    19/01/2020

    Con lo de los coches eléctricos, lo mismo. El estado tendría que ayudar en la compra de este tipo de vehículos, tanto personales como comunitarios (autobuses, trenes y por qué no, hasta aviones)
  • Miguel

    24/01/2020

    El Estado son el resto de ciudadanos que no se lo instalan. Teniendo en cuenta que hay empresas que hacen grandes instalaciones sin ayudas, es decir que no le cuesta nada a los ciudadanos, ¿para qué hay que darle dinero a alguien para que lo haga?
  • Miguel

    24/01/2020

    Los autobuses y trenes ya reciben la ayuda de los ciudadanos que pagan el billete.

    Un avión eléctrico, no sabes lo que dices. Un vehículo o barco, vale, pero un avión.., sólo por la energía consumida en hacer subir su peso, ya no compensa. No digamos si te quedas sin batería o fallan.. en pleno vuelo.

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