Bélgica es uno de los países que ha hecho sus deberes a tiempo y el pasado 31 de diciembre presentó a Bruselas su Plan Nacional Integral de Energía y Clima 2021-2030. Su sistema político federal ha obligado a que las tres regiones belgas (la Región Valona, la Flamenca y la de Bruselas ) hayan tenido que llegar a un Pacto Energético (cuentan con cuatro ministros de Energía) en los objetivos de renovables, de emisiones de CO2, de eficiencia y de transporte, entre otros.
El siguiente paso es presentar el plan a ciudadanos, partes interesadas, parlamentos y países vecinos, es decir, que se hará una consulta pública.
El 73,9% de la producción energética belga se genera con centrales nucleares y en los últimos años, ha avanzado en el desarrollo de renovables, pero con datos de 2016, la proporción de estas energías representó solo el 8,65% del consumo energético final total. Con el plan 2021-2030, Bélgica aumentará su participación renovable en el mix energético hasta un 18,3%, con el objetivo de contribuir al objetivo europeo del 32%.
Los belgas pretenden duplicar su capacidad de eólica marina, hasta alcanzar los 4 GW en 2030, aumentar los biocombustibles y estimular las inversiones en la línea de bonos verdes.
También mantiene su decisión de un calendario de cierre de centrales nucleares con fecha tope 2030, aunque es la confirmación de un compromiso que ya estaba consagrado en la legislación de 2003, por lo que no les pilla de sorpresa a sus ciudadanos.
Pero, con ese bajo porcentaje de renovables y con un final nuclear en ciernes, ¿cómo alcanzará la seguridad de suministro? El plan señala que “para compensar el desmantelamiento de 5.918 MW de capacidad nuclear, optaremos por una combinación de energía basada en capacidad flexible y renovable. A largo plazo, la proporción de combustibles fósiles disminuirá sistemáticamente en el suministro de electricidad, de modo que, a largo plazo, el sistema solo tendrá como combustibles, el gas, sostenible o de origen reciclado, y las renovables”.
Otro de los objetivos del país es la eficiencia energética y para ello, propone reducir su consumo de energía primaria en un 22% para contribuir al esfuerzo europeo del 32,5%. Su principal baza está en la edificación. “Haremos que nuestros edificios sean energéticamente eficientes. A partir de 2021, cualquier persona que adquiera una casa deberá asegurarse de cumplir con al menos tres de las seis medidas de eficiencia a lo largo de los siguientes cinco años. Nos alejaremos de los combustibles fósiles, por ejemplo, si no vinculamos las nuevas propiedades con infraestructuras de gas natural. Y para ello, nos enfocaremos completamente en la energía solar, la eólica y la térmica, y en el caso de las bombas de calor de futuro se aplicarán tasas de red favorables”, ha dicho Bart Tommelein, responsable de finanzas y presupuestos de la política energética de la región flamenca.
El país también debe reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, y se han propuesto un objetivo del 35% en 2030 en comparación con 2005 (para el sector del transporte, la agricultura y la vivienda).
Para lograrlo, las distintas regiones han planificado sus propias medidas: Flandes planea reducir sus emisiones en un 35% en 2030, Valonia en un 37% y Bruselas en un 32%. Estas incluyen, por ejemplo, programas de renovación térmica para edificios, el despliegue de “medidores inteligentes” para mejorar la gestión del consumo de electricidad e impulsar el autoconsumo además del uso de las bombas de calor.
Por su parte, el gobierno federal deberá garantizar la implementación con “medidas de acompañamiento” como una fiscalidad ambiental más favorable, el fomento de inversiones “verdes” o el desarrollo de la red de ferrocarriles.
Según dice el plan, “Una importante red de vías navegables y una red de comunicaciones muy densa (carreteras y ferrocarriles) atraviesa el país. Debido a la situación de Bélgica como territorio de tránsito, el transporte es un sector en crecimiento. La carretera es el medio de transporte que más energía consume. El número de vehículos privados sigue aumentando (la tasa de motorización en Bélgica es muy alta: un automóvil cada dos habitantes). El transporte por carretera todavía representa la mayor parte del transporte terrestre de mercancías. Se espera que la demanda de combustibles fósiles en este sector continúe creciendo”.
En definitiva, la Política belga de energía y clima establece los siguientes objetivos estratégicos, de acuerdo con la filosofía y los cuatro pilares del Pacto de Energía Interfederal:
– Garantizar una energía segura, sostenible y asequible: el objetivo es lograr un equilibrio óptimo entre la eficiencia ambiental, la eficiencia económica y la eficiencia social.
– Poner al ciudadano en el centro del sistema energético: permitir, e incluso alentar, a los ciudadanos y las empresas a tomar las decisiones que serán las más eficientes energéticamente en términos de los objetivos generales que deben alcanzarse junto a la participación e información.
– Mantener los costes del sistema al alcance de los grandes y pequeños consumidores: a nivel global, la transición energética tiene un coste, pero no hacer nada sería aún más costoso. En el país, la transición también ofrecerá oportunidades económicas. Se hará hincapié en la asequibilidad y la competitividad de las empresas, así como en los consumidores vulnerables.
– Asegurar la participación y la coherencia de las iniciativas que emanan de todos los niveles de poder: se hará hincapié en el diálogo, la inclusión y la comunicación para lograr un resultado positivo.
El ministro flamenco de Medio Ambiente Joke Schauvliege ha concluido que sus “planes para 2021-2030 están listos. Son muy detallados y muy bien calculados. También tenemos un plan de política climática en curso y un Fondo Climático que contiene casi 400 millones de euros de recursos para tomar las medidas adicionales necearias”.