El reciente apagón del 28 de abril ha vuelto a poner sobre la mesa un debate fundamental: cómo abordar los desafíos de nuestra transición energética. Este incidente nos invita a reflexionar sobre la filosofía que debería guiar nuestras decisiones ante los obstáculos que inevitablemente encontramos en el camino hacia un futuro más sostenible. ¿Debemos temer los problemas o verlos como oportunidades de mejora? La respuesta está en una postura que ha demostrado ser no solo optimista, sino también realista: el tecno-optimismo.
A lo largo de nuestra historia, los grandes cambios tecnológicos nunca han estado exentos de dificultades. El tecno-optimismo no es una fe ciega en la tecnología, sino la convicción, basada en evidencia histórica, de que el ingenio humano es capaz de superar los obstáculos aparentemente más difíciles.
Un ejemplo, particularmente relevante, lo encontramos a principios de los años 2000, cuando España vivió una situación que nos ofrece importantes lecciones para el presente. La popularización masiva del aire acondicionado transformó radicalmente los patrones de consumo eléctrico del país, especialmente durante los meses estivales. Entre 1999 y 2005, la demanda eléctrica en verano creció un 35%. Este incremento puso bajo enorme presión las infraestructuras existentes, provocando apagones en zonas urbanas densamente pobladas como Sevilla o Madrid durante las olas de calor. Las compañías eléctricas advertían del riesgo de sobrecarga, mientras los ciudadanos experimentaban cortes que afectaban su vida cotidiana y actividad económica.
La climatización
¿Cómo respondimos como sociedad ante este desafío? Los fabricantes intensificaron sus esfuerzos para crear equipos de climatización cada vez más eficientes. Las compañías eléctricas modernizaron y reforzaron sus redes de distribución. Empresas como la nuestra surgieron precisamente en este contexto para desarrollar sistemas de control de climatización que optimizaban el funcionamiento de los equipos de climatización, mejorando simultáneamente el confort y reduciendo drásticamente el consumo energético.
El resultado de este esfuerzo conjunto es extraordinario: hoy climatizamos nuestros hogares con menos energía y menores emisiones de CO2 que en cualquier otro momento de la historia. Lo que parecía una amenaza para nuestro sistema eléctrico se transformó, gracias a la tecnología, en una oportunidad para la innovación y el progreso.
Por ello, en el debate público actual sobre la energía, debemos ir un paso más allá y no quedarnos en la dicotomía entre energías renovables y convencionales. Ni siquiera conformarnos con la discusión sobre tecnologías de almacenamiento porque hay un tercer elemento fundamental que rara vez recibe la atención que merece: la flexibilización de la demanda.
Las energías renovables representan indudablemente nuestro futuro, pero su naturaleza intermitente plantea desafíos para una red eléctrica diseñada para fuentes de generación constantes. Mientras el almacenamiento evoluciona, existe otra aproximación complementaria: adaptar nuestro consumo a la disponibilidad energética, reduciéndolo o aumentándolo.
Gestión de recursos energéticos
No hablamos de las soluciones rudimentarias que simplemente desconectan el aire acondicionado cuando hay mucha demanda, generando incomodidad y rechazo. Nos referimos a sistemas inteligentes capaces de analizar la situación real teniendo en cuenta tanto las necesidades del usuario como las de la red, optimizando el consumo sin reducir el confort.
Precisamente a este desafío se dedica el Centro de Excelencia en DERMS (Sistemas de Gestión de Recursos Energéticos Distribuidos), una iniciativa pionera de Airzone en colaboración con la Universidad de Málaga. Este centro especializado se sitúa en la intersección del Internet de las Cosas (IoT), los sistemas de climatización (HVAC) y la gestión energética avanzada. Desarrolla soluciones que permiten monitorizar, controlar y optimizar el uso de energía en tiempo real, integrando tecnologías de vanguardia con Big Data, Ciberseguridad e Inteligencia Artificial. Este enfoque permite que los equipos de climatización participen activamente en la estabilización de la red eléctrica, variando su funcionamiento de formas no intrusivas para el usuario, pero significativas para el sistema energético en su conjunto.
Nuestra transición hacia un modelo energético más sostenible presenta desafíos significativos que debemos abordar con determinación e inteligencia. La combinación de generación renovable, almacenamiento energético y flexibilización inteligente de la demanda conforma un ecosistema tecnológico completo capaz de responder a las necesidades actuales y futuras.
Podemos abordar nuestra actual transición energética desde el miedo, abogando por retroceder a un pasado supuestamente más simple, o desde la confianza en nuestra capacidad colectiva para innovar y mejorar. La historia nos indica claramente cuál de estos caminos ha demostrado ser más efectivo.
El tecno-optimismo, lejos de ser una postura idealista, es quizás la visión más pragmática y efectiva para enfrentar los desafíos de nuestro tiempo. Los obstáculos que hoy enfrentamos no son el fin del camino, sino el impulso necesario para crear un futuro mejor.
Antonio Mediato es director general de Airzone






galan
27/06/2025