Corría el año 1996 cuando me crucé con él y desde entonces, siempre seguí su estela. Le recuerdo como Director de Regulación de Unión Fenosa, en las mesas de negociación que abundaban en aquella época en la que se diseñaba la liberalización del mercado eléctrico. Todos aprendimos mucho de su buen hacer. Empresas y Ministerio pasábamos horas juntos alrededor de la mesa persiguiendo difíciles acuerdos. José Mari siempre se reservaba para el final y entonces…era capaz de sacar un creativo razonamiento de la chistera que permitía encontrar una línea de acuerdo tras su persuasiva intervención…
Y es que esa capacidad de persuasión era una de las artes que mejor cultivaba. Qué vamos a decir todos aquellos que en el año 2003 nos encontramos involucrados en la creación de Energía sin Fronteras. Tuvo claro que saber de temas energéticos estaba muy bien para ganarse la vida pero que solo adquiría su pleno sentido si era posible aplicar el conocimiento para ayudar a los demás. Había que inventar la “cooperación” en el ámbito energético… luego han nacido mil iniciativas a escala mundial SE4All o el ODS 7 pero, me atrevo a afirmar con contundencia, que él fue pionero de un concepto que, por aquel entonces, nos costaba explicar.
Desde aquella reflexión nos enredó a muchos para lanzar un proyecto del que, sobre todo, hemos disfrutado. En el que su liderazgo estuvo por encima de cualquier posición. Muchos, hoy, compartimos el sentimiento de que es un legado que tenemos que seguir cultivando para mantener viva su memoria.
Y más recientemente, José María inspiró y apoyó la creación de la Asociación de Mujeres de la Energía (AEMENER). Nos insistía en que teníamos que ayudar para que el sector energético se modernice y que nunca mejor que ahora cuando se habla de transición. Su visión, su clarividencia, de nuevo colaboró a alumbrar un proyecto para impulsar un mundo mejor.
Pero José María ha sido mucho más. Ha sido padre y marido ejemplar. Un gran amigo, un gran profesional, un deportista aficionado a todo, un hombre de interés enciclopédico, un navarro, burgalés, cántabro, granadino… un ciudadano universal, porque allí por donde pasaba iba dejando su amabilidad, su inteligencia, una forma de interactuar que hacía que todo aquel que se cruzaba con él le recordara con cariño. Un carisma, una empatía muy poco habitual.
Y hoy, todos le recordamos. Es difícil que quienes han tenido relación con José Mari a lo largo de su vida no tengan un recuerdo que les haga sonreír, también nos regalaba sonrisas y sentido del humor. Recuperémoslo y ofrezcamos una sonrisa, su sonrisa, al mundo que nos rodea. Al mundo que él tanto amó.
Carmen Becerril es Presidenta de AEMENER y Patrona Honoraria de Energía sin Fronteras
Deja tu comentario
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Todos los campos son obligatorios