España emerge como potencia europea del biometano con más de 100 TWh de potencia anual

España se está consolidando como uno de los actores con mayor proyección en el desarrollo del biometano en Europa. Los últimos datos publicados por la European Biogas Association (EBA) confirman que el país cuenta con un potencial de producción superior a los 100 TWh anuales, una cifra que equivale a casi un tercio del consumo de gas natural previsto para 2030 y que sitúa a España como el cuarto país con mayor capacidad potencial del continente.

Este posicionamiento no es únicamente teórico. El despliegue del sector avanza a un ritmo sostenido y cada vez más visible. En apenas tres años, el número de plantas de biometano conectadas a la red gasista ha pasado de cinco instalaciones en 2022 a catorce en 2024, con la previsión de cerrar 2025 con 22 plantas operativas. Este crecimiento se ha traducido ya en resultados tangibles: en los últimos doce meses se han producido 418 GWh de biometano, una cifra que refleja la aceleración del sector y el inicio de una fase de mayor madurez industrial.

Volumen de inversiones

El atractivo de España para el desarrollo del biometano también se refleja en el volumen de inversiones previstas. Según el informe estadístico de la EBA, el país lidera el ranking europeo de inversiones planificadas en este ámbito, con 4.800 millones de euros asociados a nuevos proyectos de aquí a 2030. Este capital está llamado a impulsar infraestructuras, tecnologías de upgrading, conexiones a red y cadenas de valor vinculadas al aprovechamiento de residuos agrícolas, ganaderos y urbanos, que constituyen la base del modelo de producción nacional.

El contexto europeo refuerza aún más la relevancia estratégica de este avance. La Unión Europea continúa importando alrededor del 90% del gas que consume, mientras que los biogases ya representan cerca del 6% del consumo total de gas natural, con 22 bcm producidos anualmente. En este escenario, el biometano se perfila como una herramienta clave para reforzar la seguridad energética, reducir la dependencia exterior y avanzar en la descarbonización de sectores como la industria, el transporte y la generación térmica.

Ventajas estructurales

España parte con ventajas estructurales para aprovechar esta oportunidad. La disponibilidad de residuos agrícolas y ganaderos, la capilaridad de la red gasista y el creciente interés de inversores y promotores sitúan al país en una posición privilegiada para acelerar el despliegue. El informe de la EBA subraya, además, que el crecimiento observado entre 2022 y 2024 ya se ha traducido en un aumento de 75 GWh de producción, una señal clara de que el potencial empieza a materializarse en capacidad real instalada.

Más allá de la energía, el desarrollo del biometano genera impactos positivos en términos económicos y territoriales. La cadena de valor del biogás y el biometano impulsa el empleo rural, fomenta la economía circular mediante la gestión de residuos orgánicos y contribuye a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, tanto por la sustitución de combustibles fósiles como por el uso del digestato como alternativa a fertilizantes sintéticos.

El reto ahora pasa por mantener un marco regulatorio estable y predecible que permita transformar este potencial en producción a gran escala y consolidar al biometano como uno de los pilares del sistema energético del país en la próxima década.