El consumo primario sigue creciendo en España en 2016 hasta un 0,3% y aunque se está desacoplado al crecimiento económico, nuestro país suspende en sostenibilidad energética. Ésa es una de las conclusiones del informe anual, el Observatorio BP de Energía y Sostenibilidad en España 2017, que como cada año ha presesentado La Cátedra BP de Energía y Sostenibilidad. El consumo de energía primaria global creció un 1,9% entre 2015 y 2016, en línea con lo sucedido en los últimos años y con lo esperadle en una sociedad mundial en crecimiento, pero en el mismo periodo en la UE-15 creció un 0,1%, muy por debajo del ascenso del 1,2% del año anterior, cuando se rompió la tendencia descendente de los cinco años anteriores.
En cuanto a la intensidad energética primaria, hay una reducción entre 2015 y 2016 en la media mundial, un 1,9%, y en los países de la OCDE, 1,3%. En el caso de Europa y España fue del 1,7% y 2,9% respectivamente. Sin embargo, pese a ese buen dato que tiene más que ver con un año especialmente bueno en generación hidráulica y eólica, si se observa con más distancia, por ejemplo, entre 200 y 2016, la intensidad energética primaria en la UE15 se redujo en casi un 24% mientras que en España lo hizo en apenas un 14%.
Los datos del informe son contundentes. El progreso que hay en sostenibilidad energética en España "ha sido gracias al buen año hidráulico de 2016 y a la bajada de los precios de las materias primas, elementos que no podemos controlar, y de la competitividad de la industria española del refino, que incluso ha exportado su producción", ha explicado Pedro Linares, investigador del Instituto de Investigación Tecnológica (IIT) de la Universidad de Comillas y de la Cátedra BP de Energía y Sostenibilidad, además de co-fundador y director de Economics for Energy.
Ese progreso en la sostenibilidad choca con el empeoramiento de los elementos controlables: aumenta la intensidad energética final, en 2016 apenas crece la potencia renovable instalada, aumenta la movilidad y los precios finales de la energía siguen por encima de la media europea.
Esos datos señalan que España "no está haciéndolo bien en eficiencia energética", ha dicho el experto, "porque no ha habido ahorro energético pese a que en los usos de energía finales ha aumentado la intensidad energética un 2% respecto a 2015". De hecho, "aunque ha habido un cambio en la manera en qué producimos la electricidad en el mix español, la sostenibilidad del sistema no depende de nosotros sino de si llueve más o menos".
Emisiones de CO2
El informe también refleja que en 2016 han bajado las emisiones de CO2, pero nuevamente porque 2016 fue un año hidráulico muy bueno, aumentó la generación un 30%, por lo que no se tuvo que quemar tanto carbón, que bajó hasta un 24%, un carbón que en un 93% fue importado en 2016. "Eso demuestra que podemos ir hacia un mix más renovable que nos permita controlar las emisiones de gases de efecto invernadero", ha señalado Pedro Linares.
Además, los precios de todos los recursos energéticos bajaron en 2016 y por eso para España fue positivo desde el punto de vista económico porque permitió que aumentara el valor añadido del sector energético, sin embargo, "seguimos teniendo una fuerte dependencia energética exterior", por lo que "seguimos expuestos a un importante riesgo de precio de estos combustibles". Por último, aumentó el consumo de energía sin mejorar la eficiencia energética apenas.
Puede decirse que el año 2016 el sistema energético español ha mostrado una evolución, desde la perspectiva de la sostenibilidad energética, moderadamente positiva respecto al año 2015. Pese al aumento de la demanda de energía primaria y final, han descendido las emisiones de CO2, la intensidad energética y la intensidad de las emisiones. Sin embargo, la dependencia energética del exterior se mantiene en niveles muy elevados, y la mejora de los indicadores se debe, fundamentalmente, a la sustitución del carbón en gran medida por la mayor producción de electricidad de las centrales hidráulicas, un factor que no podemos controlar.
Peso del transporte en las emisiones de CO2
"Nos sigue preocupando el sector del transporte, es el que más emisiones produce en España, al final el gran reto no está en el sector eléctrico sino aquí", ha continuado el investigador y autor del informe, "la movilidad en España volvió a aumentar en 2016, tanto en mercancías, como en pasajeros, entre un 4-5%, y el aéreo ha crecido un 10%". En el último caso, en la aviación, aunque sea una cuota pequeña, "sus consecuencias en las emisiones de gases de efecto invernadero son mayores que las de la carretera, por eso es una cuestión que habría que valorar en su medida".
En general, "el transporte sigue representando el 40% del flujo total de la energía de nuestra economía", ha concluido, "y el peso de los combustibles fósiles en este sector siguen representando el 28% de las emisiones de CO2 en España".
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