El doctor en física nuclear Manuel Fernández Ordóñez afirmó este jueves ante la comisión parlamentaria que investiga el apagón eléctrico del pasado 28 de abril que la crisis no se debió al peso creciente de la energía solar y eólica, sino al rezago estructural y regulatorio de la red eléctrica y a decisiones de operación de Red Eléctrica de España (REE) que pusieron en riesgo la estabilidad del sistema. “Tal vez simplemente le pedimos a la red que hiciera algo que no podía hacer, y la red nos respondió con contundencia que no lo podía hacer”, declaró.
El experto señaló a REE, presidida por Beatriz Corredor, como la entidad directamente responsable de regular las tensiones que desencadenaron la sobretensión generalizada. Denunció además la “falta de transparencia” en la gestión de un episodio que calificó de “catastrófico” y dejó abiertas múltiples incógnitas técnicas, entre ellas los criterios bajo los que se programó el mix de generación ese día. Recordó que los sistemas de protección datan de 1996 y no han evolucionado al mismo ritmo que la transición energética, pese a los avisos reiterados del propio operador en informes de 2020, 2023 y 2024. “Hubo advertencias suficientes de que algo así podía suceder”, insistió, convencido de que el asunto acabará en los tribunales.
Avances
Durante su intervención, recordó los avances conseguidos por España en apenas cinco años, con la duplicación de la potencia instalada de eólica y solar, el cierre de la mayor parte de las centrales de carbón y una reducción histórica de las emisiones. En 2024, las renovables variables aportaron más del 40 % del mix eléctrico nacional, diez puntos por encima de la media europea, lo que permitió abaratar los precios mayoristas y situar las emisiones en mínimos inéditos. “España ha demostrado que puede integrar renovables a gran escala sin comprometer por sí sola la estabilidad del sistema”, sostuvo.
Sin embargo, advirtió que estos logros conviven con tensiones económicas y técnicas. El desplome de los precios mayoristas, que en ocasiones llegan a cero o incluso valores negativos, amenaza la rentabilidad de nuevos proyectos eólicos y solares. “Hay miles de productores que no logran vender su energía, porque no hay suficiente demanda”, alertó, señalando que la sobrecapacidad instalada —130 gigavatios frente a un consumo máximo histórico de 45— pone en riesgo futuras inversiones y los propios objetivos climáticos.
Aun así, Fernández Ordóñez fue tajante en defender a las renovables: “La culpa del apagón no es de la energía solar ni de la eólica. No es un problema de tecnologías de generación, sino de cómo se eligen y gestionan en cada momento”. Rechazó el “enfrentamiento falaz” entre tecnologías limpias y convencionales, y subrayó que para garantizar la estabilidad de la red sigue siendo imprescindible contar con potencia síncrona —carbón, gas, hidráulica o nuclear— que complemente a las renovables variables.
El físico destacó que la fortaleza del sistema español radica en su flexibilidad, gracias a la diversidad del mix, la capacidad de almacenamiento por bombeo y unas interconexiones que, aunque limitadas, permiten exportar e importar electricidad en momentos críticos. También subrayó que los indicadores de calidad sitúan a la red española entre las más fiables de Europa. Pero advirtió que esas fortalezas se ven lastradas por redes saturadas, una inversión insuficiente —apenas el 0,2 % del PIB frente a cifras mucho más elevadas en Italia, Alemania u Holanda— y una burocracia que alarga hasta once años la puesta en marcha de proyectos, lo que ya en 2024 obligó a rechazar la mitad de las solicitudes de acceso, incluidas casi todas las de centros de datos.
Déficit de interconexiones
El déficit de interconexiones con Europa, cifrado en un 2% frente al objetivo comunitario del 15% para 2030, encarece la gestión de la variabilidad renovable y limita la capacidad de exportar excedentes o importar en momentos de necesidad. Para Fernández Ordóñez, la mayor debilidad del sistema es la baja electrificación de la economía y la escasa demanda interna, un factor que agudiza los precios nulos y dificulta la operación segura de la red. “Hemos trabajado mucho en la oferta, pero no en la demanda. Necesitamos atraer industria intensiva en consumo eléctrico y acelerar la implantación de infraestructuras como la recarga de vehículos eléctricos”, reclamó.
El físico denunció además que, tras el apagón, la red opera bajo un régimen de “cooperación reforzada”, que obliga a mantener más potencia convencional en sincronía y ha disparado el coste de los servicios de ajuste. Estos ya superan los 1.500 millones de euros en lo que va de 2025 y podrían cerrar el año por encima de los 2.000 millones, cinco veces más que en ejercicios anteriores. “El resultado es doblemente negativo: más factura para los consumidores y expulsión de renovables del sistema”, explicó.
Fernández Ordóñez cerró su intervención con un mensaje inequívoco: la transición energética no ha fracasado, pero la red no ha evolucionado al mismo ritmo que la política energética. La modernización de las infraestructuras, la agilización regulatoria, el refuerzo de las interconexiones y el impulso de la demanda serán, dijo, las claves para evitar un nuevo colapso. “El sistema español es flexible y fiable, pero necesita todas las tecnologías. La culpa del apagón no es de las renovables, sino de la falta de adaptación de la red”, sentenció.
Pedro
26/09/2025