La localidad japonesa de Futaba, una de las dos que acoge la accidentada central nuclear de Fukushima, permite a partir de este jueves a algunos de sus residentes pernoctar en sus hogares más de diez años después del desastre atómico.
El permiso de pernoctación ha sido concedido principalmente a las personas que se ven afectadas por la orden de evacuación aún vigente hoy en el territorio y que está previsto que se levante en junio.
Las autoridades han levantado progresivamente en la última década las órdenes de evacuación impuestas por la radiación excesiva, aunque un 2,4 % de la superficie de Fukushikma, la tercera mayor prefectura de Japón, siguen siendo "zonas de difícil retorno", y localidades como Futaba permanecen sin un solo habitante.
Futaba cuenta actualmente con unos 6.000 empadronados, pero sus domicilios se sitúan de facto fuera de los terrenos del pueblo.
Futaba es la única localidad afectada por el desastre que sigue teniendo el acceso restringido en su totalidad para vivir allí por la radiación, aunque la prohibición de entrada se levantó parcialmente en marzo de 2020 para permitir la reanudación de ciertas actividades en la oficina municipal.
La descontaminación y construcción de infraestructuras se ha llevado a cabo en unas 780 hectáreas, un 15 % de su superficie.
"Por fin ha llegado este día. Me gustaría prepararme para poder empezar a recuperar la vida que tenía antes del accidente", dijo hoy en declaraciones a la agencia de noticias Kyodo Yoichi Yatsuda, de 70 años, tras regresar a Futaba desde la cercana Minamisoma, donde había sido evacuado tras la catástrofe.
Hasta finales de 2021 había 3.613 personas certificadas como residentes en áreas designadas de exclusión en Futaba, pero muchos ya han demolido sus casas y sólo 15 personas de 11 hogares habían solicitado el permiso de pernoctación, según datos recogidos por la mencionada agencia.
En la vecina Okuma, la otra localidad que acoge la central, la prohibición fue levantada en un 40 % del territorio en abril de 2019, aunque menos de un 3 % de su población ha regresado.
El Gobierno central japonés anunció en agosto de 2020 un plan de descontaminación en las zonas de exclusión con la idea de que los antiguos residentes puedan regresar en la presente década, pero las perspectivas sobre las zonas de no retorno sigue sin esta clara.
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