La producción de hidrógeno con fuentes renovables o bajo en carbono (con energía nuclear) tendría que multiplicarse por más de 100 entre 2022 y 2030 para estar en línea con los objetivos internacionales de limitación del calentamiento global.
Esta es una de las proyecciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) para comienzos de la próxima década en un informe publicado este jueves sobre seis de los principales sectores responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero.
La producción de hidrógeno renovable y bajo en carbono representó 0,7 millones de toneladas el pasado año, cuando en 2030 debería suponer entre 70 y 125 millones de toneladas, según la AIE.
En paralelo, la intensidad en términos de emisiones de la producción de hidrógeno (los kilos de dióxido de carbono por tonelada de H2) tendría que disminuir en cerca del 50 % para comienzos de la próxima década.
Eso habría de traducirse en un recorte global del 10% de las emisiones de CO2 con una clara preponderancia del hidrógeno renovable o bajo en carbono, cuando en la actualidad más del 90% de la producción se hace a partir de combustibles fósiles.
El papel del hidrógeno
Los autores del estudio, que reconocen que en el último año ha habido "algunos progresos" en la convergencia de estándares y en la certificación sobre las emisiones y la seguridad, así como en la asistencia técnica para los países en desarrollo", insisten en que hay varios puntos pendientes para el impulso a gran escala del hidrógeno.
En particular en que hay que reforzar las señales colectivas para la demanda de hidrógeno renovable y bajo en carbono, tanto de los compradores públicos como privados, y eso significa pasar de los compromisos a los contratos y las políticas.
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