La empresa catalana de energía renovable Holaluz se encuentra al borde del abismo financiero, con una deuda de cerca de 60 millones de euros a cierre de 2023. Esta situación ha desencadenado un torbellino en el mercado bursátil, llevando su capitalización a una alarmante cifra de 29,6 millones de euros, la mitad de lo que adeuda.
El pasado 1 de mayo, el BME Growth suspendió la cotización de la compañía por la imposibilidad de la empresa de publicar su información financiera auditada anual en plazo. No obstante, su vuelta a la actividad el pasado miércoles no fue más que un nuevo golpe para la empresa, ya que sus acciones se desplomaron un 20%, amenazando con unirse a la larga lista de fracasos del mercado de pymes cotizadas. Actualmente, la empresa parece haber remontado —aunque mínimamente— esa caída y cerró en el día de ayer con un alza del 5%, situándose la acción a 1,42 euros.
Ante esta situación de crisis en la compañía, Holaluz ha recurrido a medidas desesperadas en un intento por mitigar su situación. La empresa ha formalizado una operación de financiación de emergencia por un total de 4 millones de euros, una suma que ya ha sido desembolsada. Sin embargo, esto no es suficiente, y ha llegado a incluso presionar a la Generalitat de Cataluña para que intervenga y la rescate. Por el momento, sigue en negociaciones con el Institut Catalá de Finances (ICF), explorando dos posibles alternativas de préstamo para evitar el preconcurso de acreedores, aunque desde el ICF prefieren no dar ningún tipo de declaración al respecto.
Accionariado
La semana pasada, el equipo directivo de Holaluz presentó los resultados a los accionistas a través de una videollamada por Zoom y sin derecho a preguntas, en la que se aferraron al dato de EBITDA normalizado, de 22,5 millones de euros, para intentar neutralizar el clima de pesimismo. Sin embargo, esta situación crítica ha dejado en una posición comprometida a los actuales accionistas de la compañía, quienes observan con preocupación el deterioro del valor de sus inversiones.
Los tres fundadores de la empresa, Carlota Pi (consejera delegada), Ferran Nogué y Oriol Vila, poseen casi un 44% de las acciones, lo que los sitúa como los accionistas principales en términos de participación. No obstante, la influencia del mayor accionista individual, el fondo Axon, con un 16,8% de las acciones, no puede ser subestimada, ya que su respaldo financiero y su posición estratégica podrían jugar un papel crucial en las decisiones futuras de la compañía, teniendo en cuenta que fue uno de los opositores a las cuentas y peticionario de la dimisión de Pi. Además, otros socios de referencia como la gestora vasca Geroa con un 6,6%, el empresario Gerard Romy y MDR Inversiones, de la familia Moratiel, también tienen un peso significativo en el accionariado de Holaluz.
La incertidumbre se cierne sobre el futuro de esta empresa, una vez un referente en el sector de las energías renovables en España, que ahora lucha por mantenerse a flote en un mar de deudas y desafíos financieros.
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