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IRENA insta a aumentar el apoyo financiero para que las renovables puedan llegar a 666 millones de personas en zonas rurales y vulnerables

El informe destaca el papel de la energía renovable distribuida (una combinación de minirredes y sistemas solares autónomos) para acelerar el acceso

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El Informe sobre el progreso energético 2025 revela que casi el 92 % de la población mundial tiene ahora acceso básico a la electricidad. Aunque se trata de una mejora con respecto a 2022, año en el que el número de personas sin acceso básico disminuyó por primera vez en una década, más de 666 millones de personas siguen sin acceso, lo que indica que el ritmo actual es insuficiente para alcanzar el acceso universal en 2030. El acceso a sistemas de cocina limpios está progresando, pero por debajo de las tasas de progreso observadas en la década de 2010, ya que los esfuerzos siguen viéndose obstaculizados por los reveses sufridos durante la pandemia de COVID-19, tras las crisis de los precios de la energía y las crisis de deuda.

La última edición del informe anual que analiza los avances hacia el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 7, destaca el papel de la energía renovable distribuida (una combinación de minirredes y sistemas solares autónomos) para acelerar el acceso, ya que la población que sigue sin conexión vive principalmente en zonas remotas, de bajos ingresos y frágiles. Las soluciones descentralizadas, rentables y rápidamente escalables, pueden llegar a las comunidades de esas zonas rurales.

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Soluciones descentralizadas

Las soluciones descentralizadas también son necesarias para aumentar el acceso a la cocina limpia. Se estima que 1.500 millones de personas que residen en zonas rurales siguen sin tener acceso a una cocina limpia, por lo que el uso de tecnologías limpias fuera de la red, como las plantas de biogás domésticas y las minirredes que facilitan la cocina eléctrica, puede proporcionar soluciones que reduzcan los efectos sobre la salud causados por la contaminación del aire en los hogares. Más de 670 millones de personas siguen sin acceso a la electricidad y más de 2000 millones de personas siguen dependiendo de combustibles contaminantes y peligrosos, como la leña y el carbón vegetal, para sus necesidades de cocina.

Se han logrado avances notables en diferentes indicadores. Los flujos financieros internacionales hacia los países en desarrollo en apoyo de la energía limpia crecieron por tercer año consecutivo hasta alcanzar los 21 600 millones de dólares estadounidenses en 2023. La capacidad instalada de energías renovables per cápita siguió aumentando año tras año hasta alcanzar un nuevo máximo de 341 vatios per cápita en los países en desarrollo, frente a los 155 vatios de 2015.

Sin embargo, persisten las disparidades regionales, lo que indica que se necesita un apoyo especial para las regiones en desarrollo. En el África subsahariana, que se encuentra a la zaga en la mayoría de los indicadores, el despliegue de las energías renovables se ha expandido rápidamente, pero sigue estando limitado a una capacidad instalada media de 40 vatios per cápita, lo que supone solo una octava parte de la media de otros países en desarrollo. El 85 % de la población mundial sin acceso a la electricidad reside en esta región, mientras que cuatro de cada cinco familias carecen de acceso a cocinas limpias. Además, el número de personas sin acceso a cocinas limpias en la región sigue creciendo a un ritmo de 14 millones de personas al año.

El informe identifica la falta de financiación suficiente y asequible como una de las principales causas de las desigualdades regionales y la lentitud de los avances. Para aprovechar los logros alcanzados hasta la fecha y evitar nuevos retrocesos en el acceso a la electricidad y a medios de cocina limpios debido a los riesgos que se ciernen sobre los mercados mundiales, el informe pide que se refuerce la cooperación internacional entre los sectores público y privado, con el fin de aumentar el apoyo financiero a los países en desarrollo, especialmente en el África subsahariana. Entre las medidas urgentes figuran las reformas de los préstamos multilaterales y bilaterales para ampliar la disponibilidad de capital público; una mayor movilización de financiación en condiciones favorables, subvenciones e instrumentos de mitigación de riesgos; la mejora de la tolerancia al riesgo entre los donantes; y una planificación y regulación energética nacional adecuada.

Principales conclusiones de los indicadores primarios

Casi el 92 % de la población mundial tiene ahora acceso a la electricidad, lo que deja a más de 666 millones de personas sin electricidad en 2023, con alrededor de 310 millones de personas que han obtenido acceso desde 2015. Dieciocho de los 20 países con mayores déficits de acceso a la electricidad en 2023 se encontraban en el África subsahariana. El mayor crecimiento en el acceso entre 2020 y 2023 se produjo en Asia central y meridional, y ambas regiones lograron avances significativos hacia el acceso universal a la electricidad, reduciendo su brecha de acceso básico de 414 millones en 2010 a solo 27 millones en 2023.

Con las políticas actuales, 660 millones de personas aún no tendrán acceso a la electricidad en 2030

Entre 2022 y 2023 se observó poco o ningún cambio en el acceso a combustibles y tecnologías limpios para cocinar. Aunque el número de personas en el mundo con acceso a combustibles y tecnologías limpios para cocinar aumentó del 64 % en 2015 al 74 % en 2023, alrededor de 2100 millones de personas siguen dependiendo de combustibles y tecnologías contaminantes. Si las tendencias actuales continúan, solo el 78 % de la población mundial tendrá acceso a cocinas limpias en 2030.

En 2022, la cuota mundial de las fuentes de energía renovables en el consumo final total de energía (TFEC) fue del 17,9 %, ya que el TFEC siguió aumentando gradualmente, mientras que la capacidad instalada de energía renovable alcanzó los 478 vatios per cápita en 2023, lo que supone un crecimiento de casi el 13 % con respecto a 2022. Sin embargo, estos avances no son suficientes para cumplir los objetivos internacionales en materia de clima y desarrollo sostenible. Además, los esfuerzos mundiales deben abordar las importantes disparidades existentes. A pesar de los avances en la expansión de la capacidad renovable, los países menos adelantados y el África subsahariana solo contaban con 40 vatios per cápita de capacidad instalada de energías renovables, en comparación con los países desarrollados, que tenían más de 1.100 vatios instalados.

La eficiencia energética mundial ha experimentado un progreso lento en los últimos años. La tendencia mundial muestra que la intensidad energética primaria, definida como la relación entre el suministro total de energía y el producto interior bruto, disminuyó un 2,1 % en 2022. Aunque se trata de una mejora más de cuatro veces superior a la débil tasa de mejora del 0,5 % de 2021, es insuficiente para cumplir el objetivo original del ODS 7.3. De cara al futuro, la intensidad energética debe mejorar una media del 4 % anual.

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Aprovechar el enorme potencial sin explotar de la eficiencia energética en los países en desarrollo es un cambio revolucionario que puede acelerar el acceso a una energía asequible y segura, según el Banco Mundial.

Los flujos financieros públicos internacionales hacia los países en desarrollo en apoyo de la energía limpia aumentaron un 27 % desde 2022, alcanzando los 21 600 millones de dólares en 2023. Sin embargo, el informe revela que el mundo en desarrollo recibió menos flujos en 2023 que en 2016, cuando los compromisos alcanzaron su máximo con 28 400 millones de dólares. A pesar de la diversificación gradual, la financiación siguió concentrándose, con solo dos países del África subsahariana entre los cinco principales receptores. Los instrumentos basados en la deuda impulsaron la mayor parte del aumento de los flujos públicos internacionales en 2023, representando el 83 % en 2023, mientras que las subvenciones solo representaron el 9,8 % de los flujos.

"Para cerrar las brechas de acceso e infraestructura, necesitamos reforzar la cooperación internacional para ampliar la financiación asequible y el capital orientado al impacto para los países menos adelantados y en desarrollo”, dijo Francesco La Camera, director general de IRENA.

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