6 comentarios publicados La industria química española se encuentra en un momento crucial. Entre los desafíos energéticos, la presión regulatoria y la necesidad de descarbonización, garantizar competitividad se ha convertido en una cuestión de supervivencia industrial. Juan Antonio Labat, director general de Feique (Federación Empresarial de la Industria Química Española), analiza en esta entrevista con El Periódico de la Energía la situación actual del sector, compara los costes energéticos de España con los de otros países europeos y propone medidas urgentes para asegurar que la química básica siga siendo un motor estratégico de la economía española.
Desde la reducción de peajes y servicios de ajuste hasta la implementación de tecnologías verdes y contratos por diferencia de carbono, Labat dibuja un camino claro para mantener la inversión, la producción y la autonomía estratégica del sector frente a los retos nacionales y europeos.
¿En qué punto está España respecto a Francia y Alemania en competitividad energética real?
Si hablamos de gas, todos estamos prácticamente igual, porque los mercados europeos están referenciados al TTF. El gas a más de 30 €/MWh duplica el precio anterior a la pandemia, y ese coste termina marcándolo el GNL estadounidense una vez descargado en nuestras regasificadoras. Ahí podemos hacer poco.
En electricidad, aunque superemos ya el 50% de generación renovable, el problema es que el gas sigue marcando el precio en alrededor del 80% de las horas. Eso dispara los precios medios y nos sitúa en niveles elevados. Somos más competitivos que Alemania o Italia, pero Francia sigue beneficiándose de mecanismos específicos como la tarifa ARENH.
La verdadera brecha aparece cuando entran en juego los impuestos, peajes y cargos: ahí es donde España puede trabajar para cerrar la diferencia.
En varias ocasiones ha defendido que los precios energéticos en España son una barrera competitiva para la química básica. ¿Cuánto tiempo puede aguantar la industria sin una rebaja sustancial antes de que comiencen cierres definitivos?
España aún no ha vivido desinversiones o cierres duros al estilo de Alemania, Francia o Países Bajos, donde sí se han anunciado clausuras de plantas. Aquí lo que tenemos son reducciones de producción en muchas instalaciones, porque no logran competir globalmente. Desde 2020 la química básica ha retrocedido un 9%.
“El problema es que el gas sigue marcando el precio en alrededor del 80% de las horas"
La industria química es resiliente, pero necesita señales claras de que España ofrecerá un futuro energético competitivo. Sin eso, las empresas priorizarán invertir en otros países. Somos el último país donde se deja de invertir, pero también el primero donde se mira cuando sí se quiere invertir: esa es nuestra oportunidad, si damos un precio eléctrico competitivo que acompañe la electrificación y la descarbonización.
¿Considera que España debería replantearse su política nuclear para garantizar electricidad a precios competitivos para la industria?
No defendemos ninguna tecnología por sí misma, defendemos que no haya emisiones de CO2 y que no suba el precio. Si se cierran las nucleares sin que exista almacenamiento suficiente, ocurrirán tres cosas: subirá el precio eléctrico, aumentarán las emisiones —por sustituirse parte de la potencia nuclear con gas— y se generarán problemas económicos en las comarcas nucleares.
Nuestro planteamiento es sencillo: no cerremos nucleares hasta que tengamos alternativas maduras que eviten ese impacto. Alemania es un ejemplo de lo que no debe pasar: más emisiones y precios más altos. La decisión debe basarse en realidades técnicas, no en calendarios.
¿Cuáles son las medidas urgentes que propone Feique para acercar el precio de la electricidad a los 40 €/MWh?
Tenemos cinco ejes claros: Eliminar o reducir significativamente los dos impuestos que encarecen la electricidad para la industria, reducir peajes para empresas intensivas, ajustar los servicios de ajuste —que se han disparado—, garantizar compensaciones adecuadas por CO2 indirecto y una estructura de costes alineada con la de Francia y Alemania.
Con estas medidas es técnicamente viable situar precios medios por debajo de los 40 €/MWh.
Feique reclama una reducción estructural del 80 % de los peajes para las electrointensivas. ¿Qué avances han logrado y qué obstáculos persisten?
Se han dado pasos, pero insuficientes. Francia y Alemania tienen mecanismos estables de reducción de peajes, y España necesita replicarlos. Es una de las vías más claras y directas para bajar el precio. Seguimos insistiendo en ello, y hay receptividad, pero falta ejecución.
Ha pedido ajustar las compensaciones por CO2 indirecto. ¿Qué mejoras concretas considera necesarias?
Lo más importante ya se ha logrado: la Comisión Europea ha incluido toda la química básica en el sistema de compensaciones, cuando antes solo cubría a la química inorgánica. Es una ayuda significativa.
“La industria química es resiliente, pero necesita señales claras de que España ofrecerá un futuro energético competitivo"
Ahora falta implementar el marco de forma estable y ágil, tanto en España como en Bruselas, para que las empresas reciban lo que les corresponde y no compitan en desventaja frente a países que compensan más.
¿Cómo valora el plan de acción de la Comisión para una “energía asequible” y cómo puede apoyar a la industria química española?
El plan identifica perfectamente los tres problemas críticos de la industria europea: energía, regulación y competencia exterior. Recomienda reducir impuestos, cargos y peajes eléctricos y reforzar la defensa comercial frente al dumping.
Por primera vez la Comisión reconoce explícitamente la necesidad de reindustrializar Europa, y el químico es uno de los tres sectores estratégicos señalados. Ahora la clave es la ejecución durante 2025 y 2026.
Feique advierte del riesgo de desinversión, especialmente en química básica. ¿Han recibido avisos formales de empresas valorando trasladar producción fuera de España?
Las empresas están en análisis permanente. No es solo cuestión del precio eléctrico: deben decidir si invertir miles de millones para descarbonizar plantas existentes o si es mejor construir en países con energía más barata.
España, hoy, resiste mejor que Europa. Pero el margen se estrecha. Cada señal positiva sobre energía y regulación acelera decisiones de inversión aquí; cada señal negativa las frena.
¿Han detectado señales concretas de deslocalización?
No deslocalizaciones completas, pero sí reducciones de producción y pérdida de competitividad frente a terceros países. Esto es exactamente lo que queremos evitar.
Hoy hay 43 investigaciones activas en la UE sobre prácticas de dumping en productos químicos. Es un problema real y creciente. La Comisión ha dejado de ser ingenua: el tiempo de tramitar investigaciones ha pasado de 18 meses a menos de 12, y pedimos aún más agilidad.
No se trata de cerrar mercados, sino de evitar que productos fabricados con apoyo estatal entren por debajo de costes y destruyan la producción europea.
¿Cómo ve el papel estratégico de la “autonomía química” en España y Europa?
Es esencial. Muchos productos químicos son críticos para la cadena industrial y Europa no puede permitirse dependencias externas excesivas, especialmente de países con políticas industriales agresivas. La Comisión ya lo ha comprendido: lo refleja en su plan sectorial de julio. La autonomía química es indispensable para garantizar suministro, empleo e industria.
Feique estima que la industria química necesitará invertir 65.000 millones hasta 2050. ¿Cómo se articula esa hoja de ruta?
La inversión estrictamente necesaria para descarbonizar los procesos es de 34.500 millones. A eso se suman los costes asociados a paradas técnicas y repumping de plantas (17.250 millones) y la inversión de mantenimiento (13.250 millones).
Estamos a punto de presentar la nueva hoja de ruta completa: más de cuarenta medidas, desde electrificación hasta captura de CO2, pasando por flexibilización regulatoria y apoyo inversor.
Uno de los instrumentos que propone Feique son los Contratos por Diferencias de Carbono (CCfD). ¿Cómo funcionarían para las empresas químicas?
Los CCfD eliminan el riesgo de operar con tecnologías más caras que las fósiles.
Si una planta invierte en hidrógeno verde, electrificación o captura de CO2, esos costes operativos pueden ser varias veces superiores. El CCfD compensa esa diferencia si el coste real supera el precio de referencia.
Ya funcionan en Alemania, Francia o Países Bajos. Son esenciales para que las empresas finalicen sus inversiones.
¿Cuáles son las sinergias más prometedoras entre industria química y sector energético?
La electrificación de procesos, el uso de hidrógeno verde, la demanda flexible, el biometano y la captura y almacenamiento de CO2. La cooperación con eléctricas y gasistas es imprescindible para que las tecnologías estén disponibles a escala industrial.
¿Qué papel jugarán tecnologías emergentes como electrólisis, hidrógeno verde o reciclado químico?
Serán fundamentales. El hidrógeno verde es clave donde no es posible electrificar. El biometano es inmediato y reduce emisiones sin necesidad de grandes cambios en infraestructura. Y la captura de CO2 será crítica para procesos donde no existen alternativas tecnológicas.
“Nuestro crecimiento este año ronda el 14% y prevemos que siga al alza si el entorno acompaña"
Eso sí: España necesita habilitar almacenamiento geológico para CO2. Hoy no existe ninguno operativo.
¿Cómo valora Feique las políticas actuales para fomentar la inversión industrial en tecnologías limpias?
La actitud es buena, la preocupación es real y existe diálogo permanente. Pero ahora toca pasar de la conciencia a la acción. España necesita un plan industrial propio, no depender solo de los fondos europeos. Un mecanismo estable que complemente los PERTE y que incluya contratos por diferencia.
¿Qué reformas regulatorias son más urgentes para garantizar certidumbre?
Tres: reforma de impuestos eléctricos, reforma de peajes y servicios de ajuste y un marco regulatorio para captura y almacenamiento de CO2. Sin estas tres piezas no habrá hoja de ruta viable de descarbonización.
Mirando al horizonte 2030–2050, ¿cómo visualiza el sector químico español?
Somos ya el primer sector exportador industrial de España y exportamos el 70% de lo que producimos. Seguiremos siendo altamente exportadores y estratégicos si logramos asegurar competitividad energética y reducir cargas regulatorias.
Nuestro crecimiento este año ronda el 14% y prevemos que siga al alza si el entorno acompaña. Estamos presentes en todos los mercados, con Estados Unidos como único destino que crece por debajo de lo habitual debido al arancel del 15%, que esperamos corregir con un acuerdo transatlántico.
Asimov
17/11/2025