Política energética

La AIE desplaza los riesgos energéticos al dominio de China de minerales y tecnologías

La agencia lanza advertencias sobre las "vulnerabilidades" que se derivan de los altos niveles de acaparamiento de las cadenas de aprovisionamiento por parte del gigante asiático

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La Agencia Internacional de la Energía (AIE) desplaza los principales riesgos que acechan al sistema energético global de las tradicionales inquietudes por el aprovisionamiento de petróleo o de gas al control que ejerce China sobre los minerales críticos y las principales tecnologías de la transición ecológica.

En su informe anual de Perspectivas Energéticas Mundiales publicado este miércoles, la AIE lanza numerosas advertencias sobre las "vulnerabilidades" que se derivan de los altos niveles de acaparamiento de las cadenas de aprovisionamiento de unos y otras por parte del gigante asiático.

En particular porque Pekín es susceptible de utilizarlos como arma política o de presión comercial, que es lo que ya ha empezado a hacer de forma evidente, y porque con la esperada mayor electrificación del sistema energético esos minerales y esas tecnologías, en particular de renovables, van a cobrar un peso cada vez mayor.

Los minerales de China

Los autores del informe hacen notar que en octubre más de la mitad de los 20 minerales considerados estratégicos, en los que China supone para casi todos ellos entre el 40% y casi el 100% de la capacidad de refino, estaban sujetos a alguna forma de controles a la exportación.

Entre 2020 y 2024, los tres grandes países refinadores de cada uno de ellos (entre los que China casi siempre ocupa la primera posición) han pasado de tener una cuota global del 82% al 86%. Y aunque pudiera parecer que ha habido una cierta toma de conciencia del problema, la AIE calcula que para 2035 ese porcentaje simplemente habrá bajado al 82%.

El nivel de concentración es similar, si no mayor, en las cadenas de aprovisionamiento de tecnologías clave para la transición energética: China acapara el 80 % en el sector de la solar fotovoltaica; entre el 70% y el 80% en la de equipos eólicos; y al menos el 85 % en las baterías.

"Esa elevada concentración del mercado -avisa la AIE- crea un riesgo importante de déficit si la producción del mayor proveedor (China) se ve interrumpida por condiciones meteorológicas extremas, fallos técnicos o restricciones comerciales".

En concreto, estima que para 2035 si fallaran los suministros chinos sólo se podría satisfacer en torno a la mitad de la demanda del resto del mundo.

La electrificación agrava los desafíos de dependencia

Esos minerales y esas tecnologías de la transición son cruciales para el desarrollo de la electrificación, que aunque actualmente sigue suponiendo únicamente un 20% del consumo de energía global, en realidad es ya la fuente de la que se alimenta alrededor del 40% de la economía mundial y la mayor parte de las familias.

Además, su peso va a ser cada vez mayor, ya que los autores del estudio calculan que la demanda de electricidad se incrementará en torno al 40% entre 2024 y 2035.

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Ese incremento no responde únicamente a las nuevas necesidades de los consumidores de las economías emergentes y de países en desarrollo, sino también del mundo desarrollado, sobre todo de la mano de la inteligencia artificial y de sus centros de datos que consumen mucha corriente.

La AIE calcula que este año la inversión en centros de datos va a representar 580.000 millones de dólares, una cifra que superará los 540.000 millones que se van a dedicar al suministro de petróleo.

Precisamente sobre los hidrocarburos la agencia hace notar que todos los escenarios apuntan a que hay un amplio margen en el suministro a corto plazo tanto de petróleo como de gas natural licuado (GNL), y eso pese a todas las tensiones geopolíticas.

En el caso del GNL, las decisiones finales de inversión en 2025 se han disparado y se prevé que para 2030 haya nuevas capacidades de extracción de 300.000 millones de metros cúbicos, lo que representaría una subida del 50 % en el suministro mundial. Alrededor del 50% de esas instalaciones se están construyendo en Estados Unidos y un 20% en Qatar.

La nuclear

La AIE también anticipa un relativo tirón de la energía nuclear, cuyas capacidades de generación de electricidad deberían aumentar en al menos un tercio de aquí a 2035 y eso se explica en una parte significativa por Japón, que vuelve a poner en funcionamiento muchos reactores parados tras la catástrofe de Fukushima en 2011, pero sobre todo por nuevos proyectos.

De hecho, esos nuevos proyectos en construcción representan ahora más de 70 gigavatios (GW), uno de los volúmenes más altos en los últimos 30 años. En total, una cuarentena larga de países incluyen la nuclear en su estrategia energética.

No obstante, ese incremento de la nuclear, que en el mejor de los casos podría superar los 750 GW de producción para 2035, hay que ponerlo en comparación con los casi 20.000 GW que se esperan de capacidades de electricidad renovable en una trayectoria para cero emisiones netas a mediados de siglo.

Calentamiento global

Además, la agencia alerta del aumento de la temperatura global que va a superar el objetivo de los 1,5 grados centígrados como mucho en una década y eso en todos los escenarios contemplados por la AIE, que subraya de que se hace más difícil cumplir con las cero emisiones netas para 2050.

La AIE constata que "el mundo no va camino de cumplir los objetivos climáticos acordados internacionalmente y se enfrenta a una serie de condiciones económicas y geopolíticas difíciles".

Una forma diplomática de señalar que las cosas se han torcido, que la trayectoria de emisiones cada vez se aleja más del escenario de cero emisiones netas para mediados de siglo y que las contribuciones que hacen los países se alejan de la ambición necesaria.

Los autores del informe señalan que en 2024, el calentamiento respecto a la era preindustrial era de 1,4 grados y que en cualquiera de los tres escenarios con los que han trabajado se superarán los 1,5 grados hacia 2030.

Si se mantuvieran las políticas actuales, el incremento sería superior a 2 grados hacia 2050, alcanzaría los 2,9 grados en 2100 y seguiría subiendo a partir de entonces.

Con las políticas anunciadas por los gobiernos, que en muchos casos suponen cambios, los 2 grados de incremento se alcanzarían hacia 2060 y se llegaría a finales de siglo con un ascenso de 2,5 grados.

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