Quién iba a pensar que un Gobierno como el de Alexis Tsipras en Grecia prefiere el carbón a las renovables. Llevando la contraria hasta sus propios ideales. Lo normal es que la izquierda radical apueste por las energías limpias y sea contraria a la quema de carbón, a las emisiones de Co2, o la nuclear.
El Gobierno de Syriza no pasa por sus mejores momentos. El lunes se juega el futuro del país con la negociación final de la deuda griega. La crisis aprieta. Y mucho. La presión es máxima, por parte de la UE y el FMI, y también de los mercados. Alexis Tsipras se siente acorralado. Tanto que ha cambiado su estrategia energética. Ahora ha decidido apagar las renovables, sobre todo la solar, y encender el carbón, contra todo pronóstico. “La crisis económica en Grecia hace que la necesidad de mantener el costo de la energía para la calefacción de los hogares sea lo más bajo posible”, dice el ministro de Energía heleno, Panayotis Lafazanis.
En lo que llevamos de año, solo se han instalado 7 MW de fotovoltaica, según datos del operador del mercado eléctrico heleno Lagie. Y eso que fue en los dos primeros meses del año. Las estadísticas muestran que en marzo y abril no se ha instalado nada. Estos 7 MW son la mitad de toda la fotovoltaica que se instaló en Grecia en 2014 (13 MW). Teniendo en cuenta que en 2012 se pusieron en marcha 890 MW y en 2013 1.047 MW, el frenazo es importante.
Pero lo que más sorprende no es que ya no apueste por las energías limpias, sino que se decida por los combustibles fósiles. Más centrales de carbón, nuevos gasoductos y prospecciones de hidrocarburos. El proyecto que más polémica ha generado es el de la central Ptolemaida V, una nueva planta de 660 MW de potencia para quemar lignito.
El proyecto tendrá una inversión de 1.400 millones de euros. De ahí la polémica. Pero el Gobierno de Alexis Tsipras se escuda en que hay que respaldar la intermitencia de las renovables con fuentes de energía que den mayor seguridad de suministro. El Banco Europeo de Inversiones se ha negado a financiar la planta. Pero el Gobierno de Syriza ha conseguido el apoyo de Alemania, concretamente del banco KfW Bank, que pondrá casi 800 millones, según cuenta PV Magazine.
ONGs como WWF y Greenpeace han denunciado el proyecto una y otra vez. WWF ha reunido 48.000 firmas de ciudadanos que piden al ministro de Energía de Grecia que detenga la nueva planta de lignito. Pero el ministro Lafazanis se ha negado en rotundo.
La polémica también ha llegado al Parlamento griego. Se acusa a Syriza de apoyar a la empresa pública PPC, propietaria de todas las centrales de carbón, y por tanto de ser responsables directos de buena parte de la contaminación del país. A pesar de la dura oposición, Syriza continuará su apuesta por el carbón. Sin ir más lejos, en mayo ha pedido permiso a la UE para reabrir la central Ptolemaida 3, que se cerró hace años por emitir demasiado CO2.
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En estas situaciones se ve que es lo más barato.