La Península Ibérica ha experimentado un punto de inflexión en su transición energética. Según el último informe de la organización Cleantech for Iberia, la inversión en tecnologías limpias alcanzó los 370,9 millones de euros en el segundo trimestre del año, lo que supone un récord histórico y casi el doble que en el primer trimestre, que fue de 186,7 millones de euros.
El análisis de Cleantech for Iberia destaca que esta cifra representa la mayor captación de capital en al menos los últimos cinco trimestres y que la confianza de los inversores es cada vez más visible tanto en fases tempranas de financiación como en operaciones de mayor envergadura.
El informe también resalta el papel protagonista de España en el ámbito del hidrógeno renovable. En la segunda subasta del Banco Europeo del Hidrógeno, ocho de los 15 proyectos adjudicados se ubicarán en territorio español, una señal clara del alineamiento entre el potencial nacional y las prioridades de la Unión Europea.
La Comisión Europea destinará alrededor de 1.000 millones de euros a esta iniciativa, que permitirá producir 2,2 millones de toneladas de hidrógeno renovable en la próxima década. Según el documento, esta posición convierte a España en uno de los referentes europeos en la carrera por descarbonizar la industria y los sectores de difícil electrificación.
Otro de los puntos señalados es el lanzamiento de la Hoja de Ruta para el Almacenamiento Energético en Portugal. Presentado junto a EY y Breakthrough Energy, el documento establece objetivos para 2030, 2040 y 2050 y reclama un despliegue acelerado de tecnologías de larga duración.
Sin embargo, el informe advierte de obstáculos como la falta de certidumbre regulatoria, la limitada capacidad de red y los cuellos de botella en permisos, que podrían retrasar el desarrollo de proyectos. Entre sus recomendaciones, destaca la necesidad de crear mercados de capacidad, facilitar el acceso a la red y fomentar la inversión pública y privada en nuevas soluciones de almacenamiento.
Urgencia de modernizar la red
Por otro lado, el informe también dedica un capítulo especial al apagón ibérico del 28 de abril, que dejó sin electricidad a amplias zonas de España y Portugal. Según el documento, el suceso reveló la fragilidad de las infraestructuras eléctricas frente al aumento de la demanda y la integración de renovables.








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