La falta de voluntad política del Gobierno de incluir objetivos claros y ambiciosos de descarbonización y sostenibilidad del sector transporte-movilidad en el articulado de la Ley de Movilidad Sostenible está poniendo en riesgo que este proyecto de ley se apruebe.
“En las conversaciones que hemos tenido con diversos partidos, incluidos EH-Bildu, ERC, SUMAR y Podemos, hemos constatado que nadie entiende por qué desde el Grupo Parlamentario Socialista se muestra una total oposición a incluir de forma clara y explícita una mayor ambición climática y objetivos concretos para avanzar en la descarbonización y la sostenibilidad de la movilidad y el transporte”, manifiestan estas organizaciones.
“También echamos de menos una postura verdaderamente constructiva por parte del Partido Popular para que España avance de forma efectiva hacia la necesaria descarbonización del sector transporte-movilidad en cumplimiento con nuestros compromisos internacionales en el marco del Acuerdo de París”, añaden estas organizaciones.
El sector del transporte es, de forma indiscutible, el principal responsable de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en España. En efecto, en 2023 este sector contribuyó con el 32,5% del total de las emisiones de GEI, según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. En particular, el transporte por carretera fue, por sí solo, el responsable del 30,1% del total de dichas emisiones.
La Ley de Movilidad Sostenible
Pese a la gravedad de este hecho, los representantes del Grupo Parlamentario Socialista no han dado ninguna explicación convincente de por qué el Gobierno se opone a aceptar las enmiendas registradas que piden incluir en el Artículo 1. OBJETO Y FINALIDAD DE LA LEY, el objetivo de “conseguir la neutralidad climática del sector transporte-movilidad antes de 2050 y en todo caso, en el más corto plazo posible” y a introducir en su redactado esta frase: “se incluirán en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) objetivos concretos y cuantificables de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero del sector transporte para 2030 y 2040 respecto a los niveles de 1990, cuya actualización solo se podrá contemplar al alza en las sucesivas revisiones del PNIEC”.
Ese mecanismo de revisión al alza es el mismo que se introdujo en la Ley 7/2021 de Cambio Climático y Transición Energética para modificar los objetivos de esta ley. Por otro lado, hay que recordar que en esta ley no se quisieron incluir objetivos de descarbonización del sector transporte, pues en aquel entonces se adujo que de ello se encargaría la futura “Ley de Movilidad Sostenible y Financiación del Transporte Público”.
Entre otros ejemplos de falta de ambición y compromiso, estas organizaciones han encontrado igualmente una resistencia absoluta, totalmente injustificada, por parte del Grupo Parlamentario Socialista, a aceptar las enmiendas que piden hacer obligatorios los planes de movilidad sostenible al trabajo en aquellos centros que superen las 100 personas empleadas o 50 por turno. La propuesta actual, tal como está redactada en el artículo 27, establece esa obligación sólo a los centros con más de 500 personas trabajadoras o 250 por turno. Esa barrera deja fuera a la mayoría de los centros de trabajo en España.
En efecto, la propuesta del Gobierno no encaja con la realidad del tejido empresarial español. Según datos de la Dirección General de Industria y de la Pequeña y Mediana Empresa (DGIPYME), en su informe Cifras PYME de febrero de 2024, en España hay más de 2,9 millones de pequeñas y medianas empresas. Las grandes, con más de 250 empleados, apenas llegan a 5.684. Hablamos de un 99,8 % frente a un 0,2 % respectivamente. Una diferencia abrumadora. Eso significa que millones de trabajadoras y trabajadores quedarían fuera de la protección que debería ofrecer la ley.
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