El oro negro hace relucir más que nunca la terminal de Jarg, que ha visto desde el levantamiento de las sanciones internacionales contra Irán cómo se disparaba el trasiego de cargueros en sus muelles con el alza de las exportaciones.
Situada en una isla anticlinal del golfo Pérsico, con una ubicación geográfica estratégica y unas condiciones orográficas privilegiadas, la terminal de Jarg ha logrado alcanzar el nivel de exportaciones que tenía hace 10 años.
Esta recuperación de las exportaciones ha permitido que las nueve dársenas de Jarg llegaran a estar "en funcionamiento por primera vez después de 20 años", según explicó con orgullo el jefe de la terminal petrolera, Abas Asadruz, durante una reciente visita de un grupo de periodistas a la instalación.
Desde Jarg se efectúa el 90% de las exportaciones de crudo de Irán, que desde la entrada en vigor del acuerdo nuclear en enero de 2016 han pasado de un millón de barriles por día (bpd) a casi 2,3 millones bpd el pasado mes, mientras que la producción alcanzará en breve los 4 millones, según los datos del Ministerio de Petróleo.
El promedio diario de barcos que cargan oro negro iraní en la terminal es de tres o cuatro, apuntó Seyed Ebrahim Hoseiní, un responsable de las operaciones de carga y exportación de Jarg, mientras mostraba los imponentes tanques de combustible.
Hoseiní detalló que los cargueros tienen como destino Europa y Asia. Francia, España, Grecia, Italia, China, la India, Turquía y Japón son algunos de los compradores directos o de los que trasladan el crudo iraní a otros países.
Todo esto es posible gracias al levantamiento de las sanciones pero también a las capacidades de la terminal y sus condiciones privilegiadas que la distinguen de otros lugares a nivel mundial.
Desde uno de los muelles de la terminal, Asadruz destacó que una de las facilidades que presenta la isla es la diferencia de altitud de 60 o 70 metros desde la superficie del mar hasta los tanques en los que se almacena el crudo.
"Esto elimina la necesidad de una bomba o cualquier amplificador para suministrar el petróleo a los barcos, algo muy importante para la eficiencia de la operación", precisó el máximo responsable de la terminal.
Además, la isla está formada de makatea, lo que reduce los altos gastos de dragado, y está situada a tan solo 1.100 metros de distancia de tierra firme.
Otra de las facilidades en la que hizo hincapié Asadruz es su proximidad a los lugares de producción: "Jarg está en un yacimiento petrolífero cuatro veces más grande que la propia isla", subrayó.
La terminal está compuesta por dos muelles clave, con una capacidad total de exportación de entre 8 y 10 millones bpd, aunque el récord por ahora de carga es de 6,6 millones.
El muelle "T", que es el mayor de Irán, consta de seis dársenas, cada una de las cuales tiene cinco maquinas de medición con una capacidad de 13.500 barriles de petróleo por hora, indicó Asarduz mientras miraba a uno de los cargueros atracados.
En el otro muelle principal, llamado "C island", con tres dársenas y hasta 30 metros de profundidad, -continuó el jefe de la terminal- "puede atracar el mayor barco transatlántico", de 300.000 toneladas métricas (el equivalente a 2 millones de barriles de crudo).
Algunos de estos cargamentos han sido adquiridos en el último año por la anglo-holandesa Shell, la francesa Total, la española Cepsa o la italiana Eni, en el marco del objetivo de Irán de aumentar las exportaciones a Europa -frenadas durante las sanciones- hasta los 800.000 bpd en los próximos dos meses.
Aunque durante las sanciones funcionaba a bajo gas, con su producción destinada a Asia, la terminal nunca quedó abandonada. Sus responsables aprovecharon este paréntesis para hacer una revisión exhaustiva de la estratégica instalación.
Se revisaron las tuberías, los tanques y los muelles, que no habían sido chequeados en los anteriores 60 años, según comentó Asarduz, lo que permitió que tras la época de declive todo estuviera a punto para que Jarg resurgiera como la principal conexión entre el mercado petrolero iraní y la economía mundial.
FUENTE: Artemis Razmipour - Agencia EFE
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