Las reuniones entre los acreedores de Abengoa (banca y bonistas), la compañía y los distintos asesores se intensificarán en las próximas semanas con el objetivo de contar con una solución sobre la mesa antes de que termine este mes.
Según señalan a Efe fuentes conocedoras del proceso, esta semana habrá nuevas reuniones entre las partes para seguir trabajando en el plan de viabilidad trasladado la semana pasada por la compañía a los acreedores.
Este plan dibuja una deuda de 9.000 millones de la que alrededor de un tercio es sostenible, es decir se puede mantener con el negocio; mientras que el resto es capitalizable, esto es, debería convertirse en acciones de la compañía.
Esta conversión de deuda en acciones previsiblemente dará el control de la compañía a los acreedores y diluirá significativamente a los actuales accionistas, si bien el porcentaje exacto dependerá del resultado de las negociaciones.
Junto a esto, apunta a unas necesidades próximas de liquidez de alrededor de 700 millones de euros, adicionales a los 165 millones que sigue negocia con los bonistas.
Una vez analizados los detalles de este plan, KPMG podría tener lista a finales de este mes una “solución global” en aras de evitar el que sería el mayor concurso de acreedores de la historia de España.
Una solución que deberá consensuarse y aprobarse con el 28 de marzo como fecha límite, cuatro meses después de presentarse el preconcurso.
Abengoa presentó la semana pasada el plan financiero a los acreedores, en el que apunta a unas necesidades próximas de liquidez de alrededor de 700 millones de euros, adicionales a los 165 millones que actualmente negocia con los bonistas, por debajo de lo apuntado inicialmente.
Este documento complementó el plan industrial avalado por el consejo de administración a finales de enero, en el que se dibuja una empresa más pequeña, centrada en las actividades de ingeniería y construcción.
Prevé además una serie de desinversiones, cifradas en unos 1.500 millones de euros, en las que se incluye la división de bionenergía de primera generación y que ya ha empezado a ejecutarse, con la venta de una participación en una planta termosolar y de la antigua sede de Madrid.