Francia ya tiene un nuevo inquilino en los Campos Elíseos. Se trata de Emmanuel Macron. El nuevo presidente de Francia quiere mantener más o menos los planes de su antecesor François Hollande y seguir el camino de una transición energética más sostenible para el país.
Para ello contará con casi todas las tecnologías a excepción del carbón. Macron será el encargado de dar la puntilla al carbón siempre y cuando acabe su mandato, que eso estará por ver. Lo ha dicho por activa y por pasiva. El carbón desparecerá de Francia en los próximos cinco años. No hay más. Así que los propietarios de las centrales térmicas ya saben cual es su fecha de caducidad.
Pero en esa transición energética Macron sabe que aunque el empuje de las renovables será muy fuerte, no se puede olvidar de la nuclear, la industria por excelencia del país vecino.
Ahora Francia se juega mucho con sus centrales. Tiene que dar el visto bueno a la extensión de la vida útil de muchos de sus reactores. Por ello, el nuevo presidente quiere seguir contando con la nuclear, y mantener su status con un 50% de la matriz energética. Ahí es nada.
Algunas centrales cerrarán y se tendrán que desmantelar, pero la nuclear seguirá muy viva en el país que más ha apostado por ella. Además, sabe que mientras la mantenga, menos tendrá que utilizar los ciclos combinados y así mantendrá más a raya las emisiones.
La otra gran apuesta de Macron serán las renovables. Ha asegurado que quiere duplicar sus esfuerzos en energías verdes y lograr el objetivo del 32%. Para ello apostará por la energía solar fotovoltaica, el autoconsumo, la biomasa y la eólica, tanto terrestre como marina.
Los objetivos los tiene claros Macron. El nuevo mix de Francia quedará entonces con 50% nuclear, 32% renovables y 0% carbón. ¿Es el buen camino?
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