La Comisión Europea ha puesto sobre la mesa una reforma clave del Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM, por sus siglas en inglés) con un doble objetivo: reforzar la lucha contra la fuga de carbono y utilizar parte de los ingresos generados para apoyar a la industria europea en su proceso de descarbonización. En ese marco, Bruselas plantea que hasta el 25% de la recaudación procedente de este gravamen sobre las importaciones más contaminantes se destine a medidas de apoyo al tejido industrial, especialmente en los sectores más expuestos a la competencia internacional.
La iniciativa se articula a través de una propuesta de reglamento que modifica la norma aprobada en 2023 y que regula el CBAM, el instrumento con el que la Unión Europea busca equiparar el precio del carbono que pagan los productores europeos bajo el régimen de comercio de derechos de emisión con el que soportan los bienes importados desde terceros países. El mecanismo, en vigor en fase transitoria desde octubre de 2023, entrará plenamente en funcionamiento en enero de 2026, cuando comenzará a aplicarse de forma progresiva un precio al CO2 incorporado en productos importados como el acero, el aluminio, el cemento, los fertilizantes, el hidrógeno y la electricidad.
Evitar la deslocalización
La Comisión considera que, a medida que se reduzcan las asignaciones gratuitas de derechos de emisión en el sistema europeo, aumentará la presión sobre los costes de la industria comunitaria, no solo en la producción de materias primas básicas, sino también en los productos fabricados más adelante en la cadena de valor. Por ello, la propuesta amplía el ámbito del CBAM a determinados productos transformados intensivos en acero y aluminio, con el fin de evitar que la producción se deslocalice hacia países con normas climáticas menos exigentes.







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