La crisis que ha sufrido el sector del petróleo y del gas en estos últimos años está llegando a su fin. El colapso del precio del petróleo iniciado en junio de 2014 será recordado como un acontecimiento histórico que marcó el fin de un superciclo. Su desbocado descenso desde un máximo de 115 dólares (en el caso del Brent) un 14 de junio de 2014 hasta mínimos por debajo de los 28 dólares provocó una auténtica convulsión para las grandes compañías petrolíferas mundiales, que tuvieron que apretarse el cinturón, recortando gastos de capital hasta en un 40% entre 2014 y 2016.
Pero, según el informe de la consultora Bain & Company Accelerating Capital: 2018 Oil & Gas Industry Planning Outlook, la industria del petróleo y el gas ya está lista para pisar el acelerador. Los proyectos se empiezan a recuperar, mejorando la viabilidad de las inversiones viendo los resultados de 2017, junto con el sentimiento general de los inversores, deseosos de señales de “estrategias en ejecución”. El precio del gas y del petróleo se presenta más firme que en años anteriores, y teniendo en cuenta el descenso de los costes operativos no sería de extrañar que las inversiones registren un incremento entre el 15% y 20% en 2018 respecto al año anterior.
Ahora que los precios del petróleo parecen haberse solidificado por encima de los 60 dólares por barril, las compañías de petróleo y gas están comenzando a perder algunos de sus activos no estratégicos más valiosos para pagar sus deudas y financiar sus planes más rentables. Se esperan muchos activos cambiando de manos en los próximos meses, según analistas de Tudor, Pickering y Holt.
Los esfuerzos de reducción de costes de los últimos años han sentado las bases para un retorno sensato de la inversión en los próximos meses. La fuerte desaceleración en el gasto que llevó a cabo la industria del petróleo y el gas, estuvo acompañado de los débiles precios del petróleo de 2015 y 2016, con un gasto global muy por debajo del 40% desde su máximo. En 2017, algunos expertos llamaron el “fin de la frenada” de la industria, ya que las mejoras en los costes comenzaron a generar algunos beneficios, incluso cuando los balances aún exigían una administración muy cuidadosa.
Por eso, según el informe, hacia el 2018, con los precios del petróleo más firmes y el beneficio de una base de costes de operación mucho más baja, la industria parece estar lista para presionar con cautela el acelerador, incrementando el gasto de capital. Esto significa que se podría aumentar el gasto entre un 15% y un 20% con respecto a 2017. Sobre el papel ya se está empezando a ver mejorías en el sector.
El informe señala que las oportunidades son positivas para los primeros que muevan ficha y para aquellos que puedan aprovechar los proyectos “ready to go”. Pero recuerda que el azar es un elemento evidente en una industria que puede sufrir una rápida exaltación, y donde los costes se pueden incrementar ante las decisiones geoestratégicas.
¿Dónde se puede esperar un mayor crecimiento? Los proyectos offshore, más concretamente los de tamaño medio, pero también las arenas bituminosas, que están teniendo un impulso silencioso. Además, se necesitará desarrollar más proyectos de gas, ya que los inversores siguen buscando mejorar sus carteras con una mayor cuota de gas o petróleo.
La industria downstream de petróleo y el gas también atraerá capital, especialmente las de infraestructuras de menor escala, las nuevas estrategias para clientes y la expansión de nuevos activos de energía, incluida la generación renovable.
En definitiva, aunque el crecimiento de inversión en compañías no convencionales aún puede ser moderado, este sector es capaz de reaccionar mucho más rápido a las señales trimestrales de precios y costes, una capacidad que les permitirá que vean bien las oportunidades y puedan ser los primeros en cambiar o maniobrar en el negocio. Aún así, los riesgos son obvios en una industria que puede calentarse muy rápidamente, donde los costes pueden aumentar y donde se trabaja a contrarreloj (probando nuevos estándares simplificados, descartando sistemas de gestión poco operativos o testeando la efectividad de las nuevas tecnologías digitales).
La industria del petróleo y el gas puede pisar el acelerador, pero con cuidado. Antes deberá estudiar cuidadosamente su ruta, comenzar lo antes posible y acelerar el despliegue de capital suavemente.