En un contexto marcado por el aumento de los costes energéticos, las normativas europeas y la creciente conciencia ambiental, la eficiencia energética se consolida como un nuevo valor inmobiliario. Y es que, contar con una buena calificación energética no sólo aporta confort, ahorro y sostenibilidad, sino que puede traducirse en una revalorización directa del inmueble y en una ventaja competitiva en el mercado, siendo un factor clave a tener en cuenta a la hora de comprar/vender una vivienda.
Coincidiendo con el Día Mundial del Ahorro de Energía, que se celebra el próximo martes, 21 de octubre, los expertos de HomeServe empresa especializada en instalación, reparación y mantenimiento del hogar recuerdan que la nueva Directiva Europea de Eficiencia Energética de los Edificios (EPBD) exige que todas las viviendas, para que puedan ser vendidas o alquiladas, alcancen al menos la categoría E antes de 2030, situándose ese umbral en la letra D para el año 2033. A esto hay que sumar el compromiso de emmisiones cero en 2050.
Y es que, en el caso de España, tal y como destacan los expertos, más del 80% del parque residencial tiene una calificación energética deficiente, con etiqueta energética E, F o G. Esto implicará que millones de inmuebles tendrán que reformarse energéticamente si quieren ser vendidos o alquilados. Más del 50% de las viviendas en nuestro país fueron construidas antes de 1980 sin criterios de aislamiento térmico, de ahí que la calificación energética de las viviendas sea deficiente. Esto se traduce en un elevado consumo energético para los hogares, especialmente en climatización y agua caliente sanitaria que, según el Miteco, representan aproximadamente las dos terceras partes del gasto energético.
La calificación energética de las viviendas
A esto se añade que, un reciente estudio del Banco de España (Documento Ocasional N.º 2508, mayo 2025), concluye que las viviendas con calificación energética A o B se venden, de media, un 9,7% más caras que aquellas con calificación inferior. Esta diferencia ha aumentado con el tiempo, lo que demuestra que la eficiencia energética tiene un impacto económico directo sobre el valor de la vivienda. Y así lo apunta también un informe elaborado por IESE y Tinsa, que señala que cada mejora de una letra en la calificación energética puede incrementar el valor de una vivienda en un 1,3% de media, llegando hasta un 4,8 % en zonas frías como Cantabria. Este fenómeno, conocido como green premium, refleja una tendencia creciente en la que los compradores valoran cada vez más las viviendas eficientes y están dispuestos a pagar más por ellas.
Tal y como apuntan los expertos de la compañía, una de las razones es que la vivienda eficiente reduce el consumo energético y, por tanto, la factura mensual; además, mejora el confort térmico y la calidad del aire interior; protege frente a futuras exigencias normativas; y contribuye a los objetivos de sostenibilidad a largo plazo. Todo ello influye en la percepción de calidad y funcionalidad del inmueble, y en su valoración en el mercado.









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