La transición energética no solo se va a producir por el lado de la generación. Ni tan siquiera por el del consumidor. También tendrá su revolución en las redes de distribución, y las empresas del sector deberán estar preparadas a la entrada de nuevos productos y servicios que innoven en este campo y que permitan adaptarse a los nuevos tiempos.
Pero para que sea posible, la regulación debe avanzar al mismo ritmo. El sistema energético se encuentra al borde de una transformación profunda y de gran alcance, y las normas deben evolucionar para facilitar este cambio y garantizar la mejor protección de los intereses de los consumidores.
Para evitar las incertidumbres y los terribles métodos de ensayo-error, en otros países se ha puesto en marcha una herramienta que ha demostrado ser disruptiva. Se trata del SandBox regulatorio, un sistema que permite a los innovadores probar nuevos productos, servicios y modelos de negocios en un entorno real pero bajo el control de los reguladores.
No se sabe o no hay certeza absoluta de cómo será el futuro. La regulación de la incertidumbre requiere un enfoque más flexible que dependa más del aprendizaje a lo largo del tiempo. Por eso surge el SandBox regulatorio, un sistema que ya funciona en otros países, como Reino Unido, y con gran éxito de resultados.
“Innovación y regulación deben colaborar estrechamente”, explica Paloma Sevilla, directora general de AELEC en el V Congreso Smart Grids, “y por eso en nuestra asociación acabamos de crear un grupo de innovación, vimos que era fundamental la unión de ambos conceptos precisamente en la actividad de distribución, que está totalmente regulada y es más complicado innovar.”
“Y como necesitamos ir un poco por delante del regulador, ver las necesidades que vayan surgiendo y proponer alternativas antes de regular, creemos que el SandBox regulatorio ayudará”, añade Sevilla.
“En los próximos años va a haber nuevos participantes en el sistema, la agregación será protagonista de este cambio, de hecho, ya el 10% de los recursos distribuidos empiezan a afectar a la red”, detalla por su parte Alicia Carrasco, directora ejecutiva de la asociación entra Agregación y Flexibilidad, “por eso es importante saber cómo se va a regular la participación de la agregación independiente”.
La portavoz de entra reconoce que SandBox es una buena solución, “mientras no sea un obstáculo o ralentice la actualización de la normativa a los nuevos tiempos”.
El mecanismo es muy sencillo: cualquier innovación que se quiera integrar en las redes de transporte y distribución del sector eléctrico puede ser desarrollado y testado previamente en un recinto de seguridad regulatorio que permita a los innovadores probar nuevos productos, servicios y modelos de negocio y que los organismos reguladores puedan comprobarlo in situ y dar su aprobación (o no).
“Un ejemplo podría ser una emisión de criptomonedas”, sugiere Juan Valcárcel, abogado asociado del despacho Hogan Lovells, “actualmente no está regulado pero con el SandBox sería posible, además posicionaría a España dentro de los países europeos más avanzados y acabaría con las incertidumbres”.
El concepto deriva del mundo fintech y previamente a éste, del desarrollo de software donde se probaba un nuevo código en un entorno cerrado, sin afectar las operaciones y la seguridad del sistema más amplio, para testar cómo podría funcionar después en el mundo real.
Cada prueba se ejecuta durante un período de tiempo establecido con un número limitado de clientes o consumidores reales y con objetivos de aprendizaje explícitos para probar la viabilidad del modelo. Al finalizar la prueba, se aplica toda la normativa existente y el innovador reporta lo que ha aprendido a los reguladores, en este caso a la CNMC, quien valora y aprueba los resultados durante el desarrollo de políticas futuras. Una vez que lo apruebe, el innovador recibirá un certificado o una licencia para poderlo comercializar o poder solicitar financiación para su desarrollo.
No es un medio para cambiar la regulación de manera permanente. Para realizar cambios permanentes en la regulación, se siguen los procesos establecidos que conducen a cambios en toda la industria y para todas las partes. Los ensayos de Sandbox pueden proporcionar evidencias que ayuden a comprender si la regulación debe cambiar permanentemente.
Para que el regulador permita la tramitación de una propuesta, se debe seguir varios criterios, como por ejemplo, que sea realmente innovadora. Esto es, que el producto o servicio no se está ofreciendo en el mercado o que el modelo de negocio que se utiliza es nuevo y suficientemente diferente.
También la innovación debe tener beneficios para los consumidores y estos deben estar protegidos durante la prueba. Y por último, la propuesta tiene que tener un plan bien desarrollado para probarla en el SandBox. El plan incluirá objetivos claros y criterios de éxito, y debe completarse dentro de los 24 meses posteriores a la concesión.
“Todos sabemos lo que va a pasar en las redes cuando se implante un volumen determinado de generación distribuida, cuál va a ser la curva de la demanda neta” expone Manuel Sánchez, director general de Redes de Viesgo, “el problema fundamental es prepararnos para ello y conocer cuáles son las posibilidades de las redes. El conjunto de autoconsumidores generará una inestabilidad, y los mecanismos de autoalmacenamiento necesitarán que se regulen también”.
“Estamos inmersos en un cambio del sector, ante un consumidor cada vez mucho más activo y la digitalización lo va a permitir” concluye la directora general de AELEC, “el regulador tiene que propiciar ese círculo virtuoso bajo un alto grado de certidumbre y para eso está el SandBox regulatorio”.
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