Hablar de transición energética se puede convertir en un tópico como el de hablar de sostenibilidad. Todos quieren tenerla pero nadie se pone manos a la obra. O más bien, esperan que sea el Gobierno quien tome la iniciativa. Sin embargo, esa tan renombrada "transición energética", a la que tanto gusta aludir, parece que no termina de llegar nunca. Ésa es una de las conclusiones de unas jornadas organizadas por la Fundación Alternativas bajo el título "¿Es posible una transición energética limpia en España?".
La electrificación del transporte, el desarrollo de la eficiencia energética, una fiscalidad verde y un plan de reducción de emisiones en el sector industrial serán algunas de las claves a tener en cuenta a la hora de elaborar una "planificación clara y consensuada con la sociedad". Y ése es el quid de la cuestión. Los expertos invitados han reclamado al Gobierno que clarifique a qué objetivos de reducción de emisiones aspira en cada sector económico y en base a ello presente un plan con las vías posibles a seguir para alcanzar esas metas. Pero para Alberto Amores, socio Monitor Deloitte, “la transición energética también depende de nuestras decisiones cotidianas, no solo del gobierno".
El catedrático de Energía y Sostenibilidad de la Universidad de Comillas, Pedro Linares, por su parte, ha señalado que es necesario "abrir un proceso, en el que el conjunto de la sociedad española tome determinadas decisiones de dónde se quiere situar en materia de reducción de emisiones".
En base a ello "hay que crear un terreno de juego para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones por sectores, y ver las distintas maneras de llegar a ellos", ha señalado Linares.
El catedrático ha abogado porque este proceso se lleve a cabo sin tener en cuenta las tecnologías disponibles, alegando que las tecnologías "llegarán", después de que un representante de Endesa alegara que los problemas de almacenamiento de las energías renovables hacen que no sea posible apostar por ellas para dar estabilidad al sistema.
Linares ha señalado que una de las claves de la lucha contra el cambio climático en España "es el ahorro energético", ante el que ha dicho que no caben excusas ya que no requiere de más tecnologías "y se puede hacer un ahorro importantísimo de energía desde ya".
Las emisiones del sector industrial y de la edificación (entre las más contribuyentes) son las más complejas de atacar en España, ha dicho Linares, a quien le preocupan "menos" -ha dicho- las del transporte, que, si bien representan casi un 30% del total, se trata de un sector que avanza claramente hacia la electrificación. La planificación de energía y clima en España, debe venir acompañada también, a su juicio, de una "reforma fiscal verde" que cree impuestos disuasorios para al menos dos contaminantes: el dióxido de carbono (CO2) y los óxidos de nitrógeno (NOx), que "den señales a los inversores de en qué no deben poner su dinero".
A favor de una planificación se ha mostrado también la portavoz de soluciones energéticas de Greenpeace, Sara Pizzinato, quien considera que debe incluir un precio para el CO2, pero al mismo tiempo dejar de subvencionar los combustibles fósiles, ya que "España es el tercer país europeo que más subsidios da al carbón".
Los expertos han coincidido también en que es vital que las organizaciones de consumidores formen parte de la planificación de energía y clima, dado que "es un debate que no está en la calle, y los ciudadanos desconocen que pueden contribuir mucho con sus acciones cotidianas a la lucha contra el cambio climático".
La Oficina de Cambio Climático del Gobierno llevará a cabo una primera ronda de consultas con la sociedad civil para la elaboración de la Ley de Cambio Climático, mediante unas jornadas que tendrán lugar el 25 y 26 de mayo.
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