Con una elección presidencial en puerta, México se enfrenta a varios retos energéticos, incluyendo la disminución de la producción de petróleo y gas, la necesidad de aumentar la actividad de exploración, una alta dependencia de las importaciones de gasolina, un suministro de energía restringido y la presión pública para la transición a las energías renovables. Todo esto ocurre mientras la demanda interna sigue creciendo a lo largo de la década, según un informe de Wood Mackenzie.
«El sector energético en México enfrenta grandes retos ligados al crecimiento de la demanda en todos los subsegmentos, upstream entre ellos», dijo Adrián Lara, analista principal de upstream para América Latina de Wood Mackenzie. «Independientemente del resultado de las elecciones presidenciales, es necesario que el nuevo gobierno reevalúe no sólo el papel sino también los términos para incrementar la inversión privada en el sector energético».
Durante los últimos cinco años, el gobierno mexicano se ha comprometido a reforzar el papel de la empresa estatal de hidrocarburos Pemex en el sector energético. Pero hay un límite a lo que Pemex puede hacer con respecto a asumir el riesgo y financiar la inversión necesaria para hacer crecer la infraestructura de la industria.»
De acuerdo con el informe de Wood Mackenzie «Los retos del sector energético de México para la administración entrante», se prevé que la demanda de petróleo y gas en México crezca un 2% durante la presente década. Sin embargo, se prevé que la producción de hidrocarburos siga disminuyendo a lo largo de la década, lo que dificultará que la nación satisfaga sus crecientes demandas internas de refino y de gas natural en los sectores eléctrico e industrial. En este entorno, México no podrá reducir las importaciones de gas.
«Aunque la producción ajena a Pemex a través de los contratos de producción compartida (CPC) crezca a finales de la década actual, este repunte no será suficiente para contrarrestar la tendencia a la baja», dijo Lara. «Existe el riesgo de un declive más pronunciado de la producción después de 2030 sin cambios importantes en la actual política gubernamental de prohibir nuevas rondas de licitación de hidrocarburos o la adjudicación de bloques de exploración.
«La seguridad energética de México requiere la disponibilidad de fuentes de energía asequibles. La integración con el mercado energético de EEUU suministra gas a precios competitivos, pero creemos que un nuevo gobierno debería evaluar políticas que favorezcan el desarrollo de reservas de gas sin explotar", añadió Lara.
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