Política energética

Mientras el mundo apaga las centrales de carbón, Japón construye ocho en dos años y planea 36 más

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La mayor parte del mundo está dando la espalda a la quema de carbón para producir electricidad, pero no Japón. El país ha construido al menos ocho nuevas centrales de carbón en los últimos dos años que suman 1,07 GW y tiene planes para 36 más en la próxima década, la mayor expansión de energía de carbón planificada en cualquier país desarrollado (sin incluir China e India). Y el mes pasado, el gobierno dio un paso clave para poner en marcha un plan nacional de energía que hará que el carbón proporcione el 26% de la electricidad en 2030 y abandone un objetivo anterior de reducir la participación del carbón al 10%, según publica la revista Science Magazine.

La reversión es en parte el resultado del desastre de 2011 en la nuclear de Fukushima, que interrumpió el apoyo público a la energía atómica. Los críticos dicen que también refleja el fracaso del gobierno para alentar la inversión en energía renovable. Sin embargo esta decisión, dicen, tiene implicaciones alarmantes para la contaminación del aire y la capacidad de Japón a la hora de cumplir con sus promesas de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, que representan el 4% del total mundial. Si se construyen todas las plantas de carbón planificadas, será "difícil para nosotros alcanzar nuestras metas de reducción de emisiones", señaló el ministro de Medio Ambiente, Masaharu Nakagawa, a principios de este año.

No hace mucho, el carbón estaba a punto de desaparecer en Japón. En 2010, las plantas de carbón representaban el 25% de la electricidad de Japón, pero el poderoso Ministerio de Economía, Comercio e Industria (METI) planeó reducir ese porcentaje en más de la mitad en 20 años. Contaba con la energía nuclear para tomar el relevo, con su participación en el conjunto eléctrico de la nación desde el 29% en 2010 al 50% para 2030.

Pero el accidente nuclear de Fukushima en 2011 obligó a una nueva evaluación. Los 54 reactores de Japón se cerraron en espera del cumplimiento de las nuevas normas de seguridad. Solo siete se han reiniciado. Las eléctricas han recurrido al gas natural licuado y al carbón, que aumentó para proporcionar el 31% de la electricidad del país en 2014.

En muchas otras naciones, el gas natural ha reemplazado al carbón como fuente de combustible porque el gas cuesta menos. Pero en Japón, "el carbón es barato" aunque todo es importado, dice Takeo Kikkawa, un economista especializado en energía de la Universidad de Ciencias de Tokio y miembro de un consejo asesor de METI. Eso es porque la nación debe importar gas natural en su forma licuada relativamente cara.

El nuevo plan de energía consolidaría el papel central del carbón. Aprobado el 26 de marzo por un consejo asesor de METI, probablemente sea adoptado por el Consejo de Ministros a finales de este año. Aún así exigiría el reinicio de las centrales nucleares, aumentando su participación en la generación de electricidad entre 20% y 22% para 2030. Parte de las energías renovables también aumentaría ligeramente, entre el 22% y el 24%, (la solar representaría solo el 7%). Pero los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) proporcionarían hasta el 56%.

Esa dependencia del carbón dificultará que Japón cumpla con sus compromisos de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20% por debajo de los niveles de 2013 para 2030, y en un 80% para 2050. Esos recortes serán aún más difíciles de lograr si las centrales nucleares no se reinician.

Sin embargo, la industria energética afirma que se pueden limitar las emisiones mediante la construcción de plantas y sistemas de carbón limpio para capturar carbono. Como ejemplo, apuntan a la Unidad 2 en la Central Térmica de Isogo en Yokohama. Terminado en 2009, utiliza el llamado ciclo ultrasupercrítico, que genera vapor a muy altas temperaturas y presiones, aumentando la eficiencia de la planta al 45%, en comparación con el 30% al 35% de las plantas convencionales. El resultado es las emisiones más bajas del mundo por unidad de potencia, según el Clean Coal Centre de la Agencia Internacional de Energía en París.

Pero tales plantas son costosas. Y los críticos señalan que más de la mitad de las centrales de carbón propuestas usarán tecnologías más convencionales y contaminantes. El Ministerio de Medio Ambiente proyecta que si se construyen todas las plantas planificadas, para 2030 las emisiones de carbono del carbón compensarían con creces los recortes que Japón quiere hacer en otros lugares. Un estudio de Greenpeace que aún no se ha publicado concluye que si las plantas funcionan durante 40 años, también emitirían contaminantes que causarían más de 60.000 muertes prematuras.

La oposición política y las previsiones de la caída de la demanda eléctrica hacen que algunas compañías eléctricas quieran reconsiderar los planes para las construcción de las nuevas centrales. Por ejemplo, la Compañía de Desarrollo de Energía Eléctrica de Tokio anunció la semana pasada que está abandonando los planes para dos nuevas térmicas de carbón de 600 megavatios cerca de Kobe. En total, las empresas han cancelado seis plantas de carbón planificadas anunciadas desde 2012, según el grupo ambientalista Kiko Network en Kyoto.

El giro de Japón hacia el carbón representa una oportunidad perdida para la energía renovable, dice Tomas Kåberger, especialista en energía de Chalmers University of Technology en Gotemburgo, Suecia, y presidente del Renewable Energy Institute con sede en Tokio. Después del accidente de Fukushima, señala, el gobierno aprobó incentivar la energía renovable y comenzó a modificar los mercados de energía para hacer que las energías renovables más competitivas. Los movimientos llevaron a una oleada de inversión en energía solar. Pero las cosas podrían torcerse.

Junto a los recortes de primas a las renovables y otros cambios políticos, el año pasado el país nipón consiguió que la inversión en energía solar se desplomara hasta un 32%, dice Hisayo Takada, líder del proyecto energético de Japón para Greenpeace Japón en Tokio. Tanto es así que el Ministro de Asuntos Exteriores, Taro Kono, dijo en un simposio el mes pasado en Tokio que "la situación actual en nuestro sector de energía solar solo puede describirse como lamentable".

Japón tendrá que elegir entre la electricidad barata o cumplir con los acuerdos climáticos de París.

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