Moscú y Kiev iniciaron en Berlín, con la mediación de la Comisión Europea (CE) y el Gobierno alemán, las negociaciones para sellar un nuevo acuerdo sobre el flujo de gas ruso a través de Ucrania para el mercado europeo a partir de 2020.
Las conversaciones son especialmente complicadas por los distintos intereses de las partes en el ámbito energético y por el conflicto en el este de Ucrania entre el ejercito de Kiev y los separatistas prorrusos, apoyados por Moscú.
El vicepresidente de la CE y responsable de la Unión Energética, Maros Sefcovic, aseguró en rueda de prensa que el objetivo de las negociaciones es lograr “unas operaciones de tránsito” por Ucrania con un “volumen sustancial” de gas y que sean “comercialmente viables”, además de “totalmente compatibles con la regulación europea”.
Sefcovic reconoció que estas conversaciones son “muy complejas” y “difíciles” y el tiempo pasa “rápidamente” (porque el actual contrato concluye a finales de 2019), pero consideró que se puede alcanzar un acuerdo que beneficie a Rusia, Ucrania y a la UE.
La negociación para un acuerdo 2020-2030 que sustituya al firmado para la actual década tiene en su núcleo la cuestión del volumen de gas y el precio acordado, además de los impuestos de paso que percibirá Ucrania por ello, unos ingresos clave para las atribuladas finanzas de Kiev.
La primera reunión, un “primer paso crucial”, según el vicepresidente de la CE, tenía sólo como objetivo fijar una hoja de ruta para los contactos y establecer los temas que se han de consensuar.