La Unión Europea está viviendo la mayor crisis energética de las últimas décadas. No es un tema sólo de España, ni solo de la electricidad que es lo que más llama la atención de los telediarios. El problema es mucho mayor y a las autoridades europeas parece que les da igual. Silencio, abandonando a su suerte a los millones de europeos ante un más que previsible invierno duro en cuanto a precios energéticos se refiere, pero lo más grave, con mucho peligro de perder la seguridad de suministro.
Es incomprensible que nadie dentro de la Comisión Europea haya comentado nada sobre la crisis de precios energéticos. Ninguna preocupación. Nada de reuniones de alto rango. Ahora, el foco lo tiene Bruselas en la vacunación y supuestamente en el reparto de fondos. Sólo hay que ver las cuentas de Twitter de la presidenta Ursula Von der Leyen o de la comisaria de Eenergía, Kadri Simson. Ni un comentario a este problema. Pero no sólo Twitter, cero comentarios a la prensa, ni una mísera rueda de prensa. Absolutamente nada.
Está Europa entera con precios máximos históricos en la electricidad, con todos los países, hasta los nórdicos, por encima de los 100 €/MWh. Todos los mercados de gas se sitúan en cotas nunca vistas. El TTF holandés, índice de referencia en Europa, está ya por encima de los 52 €/MWh.
Los futuros hablan por sí solos. En el último trimestre del año y el primero de 2022 se esperan los precios de la electricidad más caros, y en el gas tres cuartos de lo mismo.
El principal problema lo tiene Europa con el gas. Prácticamente no produce y depende de terceros países para suministrarse. Tal y como contó este diario hace unos días, la crisis energética puede ser de aúpa ya que no hay tiempo para que rellenar los almacenamientos de gas a los niveles deseados para pasar el invierno. Son los más bajos de la última década. Ni con la crisis de Ucrania sucedió algo parecido.
Europa está en manos, principalmente, de Rusia en materia gasística. A los problemas de suministro durante los últimos meses, se retrasa aún más el Nord Stream 2, el gasoducto que une Rusia con Alemania, que se esperaba para este verano pero ha habido retrasos en su construcción. Alemania y otros países tienen los niveles muy bajos para estas alturas del año.
Ahora Rusia, encima, ha dicho que de momento no se va a realizar ningún esfuerzo para suministrar más gas a Europa. Lo primero de todo es llenar los almacenamientos de gas rusos. Su ministro de Energía, Nikolay Shulginov, ha asegurado que durante los dos próximos meses se dedicarán principalmente a llenar sus almacenes y que por tanto no podrán suministrar gas a Europa.
Esto podría provocar una gravísimo problema de suministro de gas para el invierno, ya no solo para los hogares, sino para la industria que consume muchísimo gas y podría paralizar la producción.
A ello habría que sumar otros problemas como los de Noruega que está ahora realizando las labores de mantenimiento de sus infraestructuras gasísticas, estas que no pudo hacer el año pasado durante la crisis de la COVID. También habría que sumar la crisis de Argelia con Marruecos, que podría cerrar el histórico gasoducto de Magreb-Europa, por el que se suministran hacia Europa, vía España, unos 10 bcm de gas.
Teniendo en cuenta todo esto, ahora Europa solo tiene una solución que no es otra que traerse buques de GNL de medio mundo, principalmente de EEUU. Se podría vivir algo parecido a lo que sucedió en Asia el invierno pasado y creó una crisis de precios de gas en todo el mundo.
Con un panorama así resulta extraño que no se celebre una reunión de crisis a nivel europeo para tratar de resolver los problemas que conllevan los altos precios energéticos. Más inflación, encarecimiento de la producción industrial, menos competitividad, probablemente mayores tasas de paro a medio plazo, etc. Y se supone que está Europa tratando de salir de una crisis económica. Ver para creer.
Pep puig i boix
03/09/2021