La OCDE está preocupada por la multiplicación de las restricciones a la exportación de minerales fundamentales para la transición energética, que pueden ralentizar el ritmo de ese proceso, y afirma que eliminarlas sería beneficioso también para los países productores.
En un informe, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala que desde que en 2009 empezó a recopilar datos, esas restricciones se han quintuplicado.
La consecuencia es que el 10% de las exportaciones mundiales de esas materias primas imprescindibles para tecnologías de la transición energética están sometidas a algún tipo de restricción.
Esas restricciones para las materias primas minerales han aumentado más que otros segmentos de las cadenas de aprovisionamiento de esas tecnologías y los autores del informe lo vinculan al hecho de que su producción está concentrada en un pequeño número de países.
Los escollos de la transición energética
En concreto, los que tienen las mayores reservas de esos minerales críticos son China, Rusia, Australia, Sudáfrica y Zimbabue, y muy en particular China, que figura entre los tres primeros productores mundiales en seis de los 10 principales materias primas de la transición energética, de acuerdo con la lista de la OCDE.
Entre esas materias primas están los metales preciosos, el magnesio, el litio, el platino, el cobalto, las tierras raras, el grafito o el arsénico.
China, India, Argentina, Rusia, Vietnam y Kazajistán son los que más medidas de restricción han adoptado entre 2009 y 2020, y la organización considera que la tendencia al aumento de esas medidas podría tener "efectos potencialmente importantes sobre la disponibilidad y los precios".
Su secretario general, Mathias Cormann, hizo un llamamiento para evitar la escasez de esas materias primas que amenaza el cumplimiento de los compromisos climáticos, e insistió en que conseguir el objetivo de la neutralidad en carbono requiere aumentar la producción y de los intercambios internacionales.
Según la OCDE
Para esta organización, que reúne a los países desarrollados, la supresión de todos los obstáculos a la exportación sería beneficioso no sólo con carácter general, sino también para los países productores.
A partir de un trabajo sobre las materias primas siderúrgicas, su conclusión es que las restricciones a la exportación "no son el instrumento adecuado" para regular el sector minero y garantizar un crecimiento sostenible del conjunto de la economía.
En su lugar, propone otras medidas que sí pueden contribuir a un crecimiento sostenible de toda la economía, empezando por la estabilidad de las normas, y en particular de la fiscalidad.
La razón es que esa estabilidad reglamentaria y transparencia es una baza para empresas que hacen inversiones a muy largo plazo y además reduce el riesgo de corrupción.
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