El petróleo ha sido una fuente indispensable de energía durante más de un siglo. Cada coche, fábrica o sistema de calefacción ha funcionado gracias al oro negro, impulsando la economía mundial y definiendo buena parte de la geopolítica internacional en las últimas décadas. Sin embargo, en la actualidad todo son críticas hacia este sector. El cambio climático, el agotamiento de los yacimientos y la presión social ejercida sobre las empresas han situado al Oil & Gas (O&G) entre la reinvención y la desaparición.
La paradoja de esta situación se hace evidente cuando, en plena transición energética, la demanda de petróleo sigue creciendo sin precedentes, sobre todo en regiones altamente pobladas y en desarrollo como Asia o África. Las estimaciones más recientes sostienen que, incluso en 2050, los combustibles fósiles seguirán siendo los principales protagonistas dentro de la matriz de demanda energética mundial. Esto se debe a que, por mucho que queramos transitar hacia fuentes de energía más limpias, todavía no existe ninguna con la densidad, versatilidad y capacidad de almacenamiento que presentan el crudo, el gas o el carbón. Esta dependencia hace inviable la desaparición del sector de la noche a la mañana. No es real ni posible. Lo que sí es real es la necesidad de transformación y adaptación a los nuevos tiempos. Y aquí la tecnología tiene mucho que decir bajo el título de “O&G 4.0”.
Nuevo concepto
El O&G 4.0 se basa en la aplicación de la digitalización, la automatización y la inteligencia artificial (IA) en los procesos de extracción, refinamiento y transporte a lo largo de la cadena de valor de la industria. Desde sensores que recopilan millones de datos para actuar en tiempo real hasta réplicas virtuales de grandes instalaciones (digital twins), las compañías están tratando de mejorar no solo la seguridad y la eficiencia, sino también de reducir significativamente el desperdicio energético y las emisiones.
La IA es uno de los pilares fundamentales de esta nueva visión industrial. Permite monitorear las emisiones en tiempo real, controlar una plataforma offshore desde tierra o anticipar posibles riesgos laborales y ambientales, como fugas en refinerías o roturas en oleoductos. El dato es impactante: más del 90 % de las compañías del sector están empezando a invertir —o se plantean hacerlo— en IA en los próximos dos años.
Otra de las grandes iniciativas para reducir el impacto ambiental es la captura, uso y almacenamiento de carbono (CCUS). Este sistema permite atrapar el CO₂ antes de que llegue a la atmósfera, almacenándolo bajo tierra y reutilizándolo en otros procesos industriales. Iniciativas como Northern Lights en Noruega, Ravenna CCS en Italia o el proyecto 1PointFive en Texas demuestran que el sector está tratando de convertirse en parte de la solución en la lucha contra el cambio climático.









Toni
28/10/2025