La Unión Española Fotovoltaica (UNEF), que representa al sector de la energía solar fotovoltaica, defiende la implantación de placas solares en las zonas rurales sin entrar en conflicto con los usos agrarios, conforme a la regulación ambiental existente.
El director general de la UNEF, José Donoso, asegura que "no hay ninguna contradicción" entre los usos agrarios y la fotovoltaica, y pone de ejemplo las muchas instalaciones en las que las ovejas entran a comer hierbas, una forma ecológica de mantener el territorio.
Según un reciente estudio del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), los parques fotovoltaicos ocupan en España una superficie equivalente al 0,2% de la superficie agraria útil (unas 50.000 hectáreas), tras crecer un 166% en los últimos ocho años.
Donoso resalta que todos los proyectos de paneles fotovoltaicos necesitan presentar un estudio de impacto ambiental que debe aprobar su comunidad autónoma y, si superan los 50 megavatios, tienen que hacerlo también ante el Gobierno central.
La ley de evaluación ambiental establece un proceso complejo para el que el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (Miteco) ha elaborado una guía de 80 páginas.
El sector fotovoltaico
Ante las críticas vertidas por organizaciones de otros ámbitos contra las placas solares en el campo, Donoso asegura que la tierra en la que estas se hincan "no sufren ningún tipo de agresión y son ideales para el cultivo después de, por ejemplo, 30 años de descanso".
Cita estudios que demuestran que la sombra que dan los paneles reducen la temperatura del terreno y sirve de refugio a la fauna local; y niega que los paneles acumulen el calor o sean propensos a los incendios, pues solo usan la luz para generar electricidad.
Según la UNEF, un agricultor de secano en España que alquile el terreno para energía fotovoltaica puede ganar entre 100 y 400 euros anuales por hectárea, con un valor medio del alquiler en torno a los 1.500 euros anuales.
Donoso asegura que los impuestos que se pagan por esa actividad son "la única oportunidad" de ingresos en muchos pueblos de la España rural, donde compiten los diferentes intereses económicos por el uso del suelo.
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