Petróleo & Gas

Trump aprueba la construcción del polémico oleoducto Keystone XL

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Donald Trump acaba de aprobar la construcción del polémico oleoducto Keystone XL, aquel con el que 830.000 barriles diarios de crudo pesado cruzará todo EEUU desde Canadá hasta la costa de Texas.

Después de ocho años de dimes y diretes, la compañía TransCanada ha recibido el ok definitivo de la Administración Trump.“Estamos muy agradecidos por la Administración del Presidente Trump de revisar y aprobar esta importante iniciativa y esperamos con interés trabajar con ellos”, dice la compañía canadiense en un comunicado.

Algo que no sorprende por las declaraciones del presidente norteamericano. Ésta ha sido una de sus promesas electorales. Y lo ha cumplido. A lo mejor lo que sorprende es el cómo lo ha hecho y el poco tiempo en el que ha firmado la aprobación del proyecto.

La medida anula una decisión de 2015 del ex presidente Barack Obama en la que vetó su construcción. Durante su campaña, Trump se comprometió a apoyar a las empresas de energía y fue un defensor a ultranza de esta nueva infraestructura. Después de asumir el cargo, uno de sus primeros actos fue invitar a la compañía canadiense, constructor del oleoducto, para volver a aplicar su aprobación.

El proyecto necesita una inversión de más de 8.000 millones de dólares. Se trata de uno de los mayores oleoductos del planeta. Su extensión es de 1.897 kilómetros, cruzando los estados de Montana, Dakota del Sur y Nebraska, donde se conectará con el sistema estadounidense existente de Keystone, que se extiende hasta la costa del Golfo.

La polémica suscitada fue sobre todo desde el punto de vista medioambiental. Prácticamente, el crudo que va a viajar por ese tubo será procedente de las arenas bituminosas de Canadá, uno de los petróleos más contaminantes del planeta.

Los ecologistas se postularon en contra y crearon un fuerte lobby en EEUU hasta que convencieron a Barack Obama para que no lo aprobase. Y lo consiguieron, pero ahora con Trump ya no tienen que hacer esos esfuerzos porque la postura de la actual administración norteamericana es muy clara. Combustibles fósiles, sí, cambio climático, no.

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