En el caso de la industria, la factura eléctrica ha crecido un 12% y la de gas entre el 8 y el 22%, en función de si su fórmula de aprovisionamiento está indexada al petróleo o a un índice gas to gas. Y no olvidemos que los costes de los derechos de emisión se han casi cuadruplicado. En resumen, en referencia al presupuesto de gestión aprobado para 2018 en el conjunto de la industria española, la factura de gas ha aumentado unos 400 millones de euros y la de electricidad unos 2.260 millones de euros.
Las razones de esta subida, que no es privativa de España porque el alza es global y europea, hay que buscarlas en lo sucedido a partir de la primavera pasada en un contexto de aprovisionamiento de gas europeo, la climatología y la situación geopolítica que marca Estados Unidos con sus actuaciones más allá de sus fronteras. En el campo eléctrico, las paradas por mantenimiento de las plantas nucleares francesas han tensionado todos los pools europeos, a lo que se ha sumado en el último mes el anuncio de Bélgica también sobre su intención de parar las nucleares.
En definitiva, la competitividad de nuestras industrias soporta un desvío del presupuesto del año 2018 de entre un 10 y un 20%. Ahí es nada. ¿Se imaginan que les desborde su presupuesto un gasto imprevisto de semejante calibre? Pues la industria tiene que absorber este hecho y continuar exportando; una hazaña, sin duda, de campeones.
Por todo ello, me alegra la noticia de que, con buen criterio, el Ministerio de Industria y el Ministerio para Transición Ecológica anuncien que trabajan conjuntamente en la evolución normativa y real de nuestras empresas en todas sus vertientes.
Política industrial y energética, por fin coordinadas
Hemos comentado muchas veces que la energía es un medio y no un fin en sí mismo. La energía es necesaria en más de 100.000 fábricas de nuestro país, que exportan cada vez un porcentaje mayor de su fabricación y que dan empleo estable y de calidad a casi 3 millones de personas. Esta industria, que consume la mitad del gas de nuestro país y un tercio de la electricidad, más que un consumidor es un transformador de materias primas y energía en bienestar social y actividad económica.
Esta visión bien merece un esfuerzo de coordinación y pacto para impulsar la transición ecológica que nos acerque a los Acuerdos de París, transitando hacia una economía baja en carbono, y ello de forma compatible con la creación de riqueza y empleo. Es decir, la transición energética debe acompasarse a la industria, coordinarse y avanzar en equilibrio en las distintas vertientes que afectan al proceso.
Cogeneración: principal medida de eficiencia en la industria española
La menor emisión de CO2 que podemos inferir en nuestra economía es el ahorro. Ahorrar es emitir cero. Según la Unión Europea es la medida más económica para lograr disminuir las emisiones.
Nuestro país consume 18 bcm de gas que destinadas a las industria donde con ellas se fabrica el vapor o el agua caliente –calor, en general- que sirve a los procesos de fabricación. Ahorrar gas de importación es emitir menos CO2 y ser menos intensivo energéticamente.
La cogeneración de alta eficiencia es la principal medida de eficiencia en la industria española. Nuestro país dispone de un extenso parque que aporta ahorros de hasta el 30% de combustible en la balanza de importaciones. El resultado del gran esfuerzo inversor realizado desde los años 90 es hoy un parque eficiente -pero envejecido, que ve recompensada su apuesta por la eficiencia con una mejor gestión del presupuesto energético. El ahorro del país es un ahorro en estas fábricas que pueden gestionar mejor la situación de precio de la energía, ahora disparado. También, las fábricas que invirtieron en eficiencia y que por tanto tienen mayor estabilidad en su presupuesto energético, pueden ser más competitivas en los mercados europeos e internacionales y, además, atraen mayores inversiones y pueden ofrecer a sus plantillas mejores convenios.
Por tanto, invito a las dos Ministras, Sras. Reyes Maroto y Teresa Ribera, a reflexionar -seguro que ya lo están haciendo-, sobre en qué podemos invertir como país para que nos salga a cuenta la transición energética y económica. Yo lo tengo claro: la eficiencia en primer término.
La transición industrial y energética femenina
Aunque no suelo referirme ni pensar en términos de género, esta vez quiero compartir mi pensamiento sobre la voluntad de coordinación de dos esferas ministeriales y políticas que durante toda mi vida profesional he conocido separadas y que tantas y tantas veces he deseado que estuvieran más comunicadas para proyectar así una mejor visión de nuestra industria y nuestro país.
¡Gracias, Señoras! Será casualidad o no, pero son dos Ministras las que han decidido coordinarse y colaborar en esta apasionante etapa hacia un futuro mejor. Les deseo mucho éxito en este proyecto. Sepan que la cogeneración estará a su disposición para colaborar en el desarrollo de la eficiencia en nuestro país.
Virginia Guinda Lacalle, directora técnica de Acogen.
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