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2017, el año en el que Europa quiso poner el punto final al coche de combustión interna

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Cuando miremos hacia atrás dentro de unos años, recordaremos 2017 como el año en que Europa se propuso realmente en serio acabar con el motor de combustión interna.

Comencemos con Francia. Esta semana, su Parlamento ha aprobado prohibir toda la extracción de combustibles fósiles en el país y todos sus territorios de aquí a 2040. La prohibición es en gran parte simbólica porque el país galo importa prácticamente la totalidad de sus hidrocarburos y obtiene la gran mayoría de su energía de sus centrales nucleares. Pero la acción legislativa francesa refleja las medidas más amplias y concretas del resto de los países europeos contra los vehículos de gasolina y diésel. Francia y sus naciones vecinas están tratando de empujar e incentivar a que los consumidores compren vehículos eléctricos, y una de las medidas es eliminando el consumo de petróleo.

Antes de esta prohibición, en julio, el gobierno francés dijo que planeaba prohibir la venta de todos los automóviles de gasolina y diésel para 2040 como parte de sus esfuerzos para cumplir los objetivos del acuerdo climático de París. Esta decisión supondría una drástica reducción de las emisiones de CO2. No hay que olvidar que el sector del transporte representa entre el 27% y el 30% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero de un país.

En el caso de Gran Bretaña, es casi lo mismo. En julio también anunció que prohibiría la venta de nuevos automóviles a gasolina y diésel a partir de 2040. Esto afectará a cerca de tres millones de nuevos coches diésel que en la actualidad se venden anualmente. Es parte del plan del país anglosajón para que todos los vehículos sean cero emisiones en 2050.

Alemania, el país donde se inventó el motor de combustión interna, también está haciendo cola contra la quema de los combustibles fósiles. Angela Merkel, durante su campaña para la reelección como canciller de Alemania, dijo que no podía decir en qué año exacto, "pero si invertimos rápidamente en más infraestructura de carga y tecnología para automóviles eléctricos, será posible un cambio general estructural". En octubre, el Bundesrat de Alemania aprobó una resolución para prohibir los vehículos de combustión interna para 2030.

Seguimos. En Noruega, la prohibición vendrá más rápido. Para el año 2025, todos los turismos y furgonetas nuevos deberán ser de cero emisiones. El país ya está a medio camino de conseguirlo: en 2016, alrededor del 40% de todos los automóviles vendidos en Noruega tenían motores eléctricos o híbridos.

Dinamarca, Irlanda, Holanda, España y Portugal también tienen incentivos para la compra de vehículos eléctricos y que se puedan alcanzar cuotas interesantes en el futuro cercano.

Los fabricantes europeos

Ésta es una buena noticia para los fabricantes de automóviles que ya han abierto el camino con vehículos de energía alternativa. Por ejemplo, el fabricante de automóviles sueco Volvo ha aprovechado las prohibiciones europeas y el verano pasado anunciaba que dejaría de diseñar automóviles con motores de combustión interna a partir de 2019. El escándalo de las falsas emisiones de los motores diesel de Volkswagen probablemente también está ayudando a impulsar el motor de combustión interna hacia su tumba.

Otro no europeo pero con intereses en Europa es Hyundai Motor. Fue un pionero de la industria de vehículos de batería de hidrógeno, comenzando su programa a fines de la década de 1990 cuando el coste de fabricar incluso una celda era tan alto que el precio minorista de cada vehículo, si hubieran estado a la venta, hubiera sido de un millón de dólares. Su objetivo era continuar por esta senda, de hecho, había planeado venderlos en EEUU, pero el entonces secretario de Energía del presidente Obama, Stephen Chu, le desalentó, por ser hostil al hidrógeno. La compañía viró hacia el vehículo eléctrico, y se ganó al mercado europeo en el camino.

Pero, ¿por qué esta ansia por el vehículo eléctrico? Según la revista norteamericana Forbes, Europa ha sido siempre más consecuente con la necesidad de reducir las emisiones que EEUU. Cualquier vehículo con un motor de más de 2,0 litros se considera grande en Europa.

Pero no solo es una cuestión de espacio sino de conciencia. China tiene aproximadamente el mismo tamaño que el país de Trump, y contrariamente a éste, anunció en septiembre que en algún momento en el futuro -no ha establecido el tiempo- prohibirá la venta de automóviles propulsados por combustibles fósiles. China ve como una prioridad de política nacional el cambio hacia un transporte más limpio y sostenible como parte de sus esfuerzos por reducir sus vergonzosos problemas de calidad del aire.

Quizás, cuando la tecnología de las baterías sea más eficiente en costes y en resultados y cuando los fabricantes de automóviles en masa empiecen a ofertar estos modelos, tal vez Estados Unidos siga el ejemplo de sus primos europeos o de sus lejanos parientes asiáticos, y quiera, por fin, poner su grano para salvar el planeta de un peligro irreversible.

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