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América Latina se asienta sobre un potencial geotérmico sin explotar

Las inversiones pasarán de 570 millones de dólares este a año a 1.300 millones de dólares en 2027, según Rystad Energy

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América Latina cuenta con abundantes recursos de energía geotérmica, que ofrecen una vía prometedora para la producción de energía limpia, la descarbonización de los procesos industriales y el refuerzo de la seguridad energética. A pesar de estas condiciones favorables, sólo se ha aprovechado una fracción de su potencial, con apenas 2 gigavatios eléctricos (GWe) utilizados actualmente de un potencial total de 33 GWe. La mayor parte de esta utilización procede de México, Costa Rica y El Salvador, que en conjunto representan alrededor del 75% de la capacidad existente.

Las previsiones de Rystad Energy muestran que las inversiones geotérmicas en América Latina se dispararán en los próximos años, pasando de unos 570 millones de dólares este año a 1.300 millones en 2027. Este crecimiento es el resultado de un aumento previsto de la capacidad operativa de unos 950 megavatios eléctricos (MWe) a más de 1,4 GWe. Esta rápida expansión se ve impulsada por los proyectos anunciados y los objetivos gubernamentales.

A pesar de este optimismo a corto plazo, la cartera de proyectos a largo plazo sigue limitada por las condiciones de los emplazamientos geotérmicos, a menudo de difícil acceso, lo que dificulta el desarrollo de infraestructuras. Además, incluso si se encuentra un buen emplazamiento, puede estar lejos de las líneas eléctricas, lo que exige nuevas y costosas construcciones para conectarlo a la red.

El crecimiento de la capacidad geotérmica de América Latina para 2030 está impulsado casi exclusivamente por los objetivos gubernamentales, y los proyectos existentes cumplirán casi dos tercios (67%) de estos objetivos colectivos. El tercio restante (33%) requerirá nuevos proyectos aún por anunciar. Sin embargo, más allá de 2030, se espera que el crecimiento se ralentice, ya que las hojas de ruta de los gobiernos carecen actualmente de una fuerte priorización de la energía geotérmica.

“El potencial geotérmico de América Latina se enfrenta a un doble reto: competir con energías renovables establecidas y de bajo coste, como la solar y la eólica, en un mercado desregulado, y hacer frente a la importante inversión inicial necesaria para la exploración y las infraestructuras”, dijo Shruti Raghuram, analista Senior de Rystad Energy.

“Sin embargo, en medio de estos obstáculos, surge una oportunidad prometedora. La salmuera geotérmica presenta una alternativa más limpia para la extracción de litio, contrarrestando los métodos de extracción perjudiciales para el medio ambiente que se suelen emplear. Esto brinda a la región la oportunidad de aprovechar sus abundantes recursos naturales y mejorar la eficiencia operativa en todos los ámbitos”, añadió.

México destaca como líder en el panorama geotérmico de América Latina, aprovechando sus ricas reservas a través de iniciativas lideradas por la empresa estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE). La CFE ha encabezado el desarrollo geotérmico, supervisando instalaciones impresionantes como Cerro Prieto, de 570 MWe, y Los Azufres, de 240 MWe. En conjunto, contribuyen masivamente a la capacidad total mexicana de 1 GWe.

Costa Rica le sigue de lejos, con 320 MWe. Aquí, el Grupo ICE desempeña un papel clave en el avance de proyectos geotérmicos como Las Pailas, de 90 MWe, y Miravalles, de 185 MWe. El Salvador ocupa el tercer puesto, con proyectos operados por LaGeo como Berlín y Ahuachapán, que contribuyen significativamente al sumar 211 MWe.

Le siguen Nicaragua, Guatemala, Chile, Honduras, Argentina, Bolivia y Colombia, con capacidades instaladas progresivamente inferiores a las de México. Sin embargo, proyectos piloto como Sol de Mañana (Bolivia), Las Maracas (Colombia) y el proyecto Caldas (Colombia) -una colaboración entre Ecopetrol, Baker Hughes y Grupo EPM- demuestran la exploración en curso y el potencial de desarrollo en estas regiones. El Salvador se sitúa por detrás de los dos primeros países de la región (México y Costa Rica), con una capacidad instalada colectiva de 230 MWe.

Los desarrollos geotérmicos podrían ser prometedores más allá de sus usos tradicionales de generación de energía. La tecnología podría revolucionar la producción de litio, sobre todo en regiones con abundantes reservas como Chile, Argentina y Bolivia. Las regiones de Atacama, Salta y el Salar de Uyuni están repletas de yacimientos de litio, pero los métodos de extracción actuales plantean problemas medioambientales. La extracción geotérmica de salmuera ofrece una alternativa más limpia, que podría mitigar los problemas de uso del suelo, consumo de agua y emisiones.

Proyectos geotérmicos clave como Cerro Pabellón, Laguna Colorada y Tuzgle-Tocomar están estratégicamente situados cerca de estas zonas ricas en litio. Esta proximidad no sólo garantiza el acceso a las salmueras geotérmicas, sino que también facilita el desarrollo de proyectos de extracción directa de litio (EDL). De forma similar a la utilización de una autopista existente, las iniciativas geotérmicas pueden integrarse perfectamente con las operaciones mineras de litio cercanas, agilizando así las cadenas de suministro y reduciendo los costes.

Aprovechando las salmueras geotérmicas para la extracción de litio, estas naciones pueden maximizar sus recursos naturales, reforzando sus posiciones en el mercado mundial del litio. Además, la integración de la extracción de litio con la producción de energía geotérmica mejora la eficiencia operativa y la sostenibilidad. El calor residual de las plantas geotérmicas puede alimentar el proceso de extracción, reduciendo el consumo de energía y los costes.

Este doble enfoque de la energía renovable y la producción de litio podría impulsar el crecimiento económico y, al mismo tiempo, promover los objetivos mundiales de sostenibilidad. El "Triángulo del Litio", donde se cruzan Chile, Argentina y Bolivia, podría convertirse en un actor clave en la transición hacia la energía verde. Sin embargo, la materialización de estos beneficios depende de los avances tecnológicos, los marcos normativos y la dinámica del mercado.

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